Diálogos con Don Antonio Soria. La vida de un productor rural de Bella Unión, Uruguay.

Investigación financiada por UITA, 2004-2005.











































índice

Prólogo (por Antonio Bello) p. 3
Introd. El escenario y el punto de vista p. 7
1. Marcas de olor a café p. 13
2. Trabajando de sol a sol p. 25
3. El campo y la producción hortícola p. 45
4. Bella Unión: una comunidad sin fronteras p. 61
5. La crisis económica y su impacto en la región p. 75
6. Sembrando en un terreno fértil p. 87
7. «Aprendiendo a transitar en la vida» p. 95






Prólogo

Don Antonio Soria percibe la vida a través de una serie de valores éticos fundamentados en su compromiso social, que surge de su entorno familiar y proyecta en las relaciones de solidaridad con el resto de agricultores y vecinos en Bella Unión (Dpto. de Artigas, Norte de Uruguay) donde reside. Su modo de ser es una referencia no sólo en Uruguay, sino para otros ciudadanos del mundo, especialmente para aquellos agricultores que están preocupados por un modelo agrario que fomente la armonía entre el ser humano y la naturaleza. El análisis de su experiencia personal puede ser el punto de partida para el desarrollo de un modelo de Agricultura Solidaria, que se proyecta en el apoyo mutuo entre agricultores preocupados por la calidad de los alimentos, la salud de los ciudadanos y la protección del medio ambiente. Este modelo debe complementarse con otro, de Consumo solidario y responsable, que sepa valorar la multifuncionalidad de la agricultura, y demande alimentos teniendo en cuenta la calidad global de los sistemas de producción.

El autor del libro, Eduardo Álvarez Pedrosian, a través de sus diálogos con Don Antonio, en los que cuentan no sólo sus palabras sino también sus silencios, nos va mostrando que es posible un mundo en armonía entre los seres humanos y la naturaleza, indicando algunas vías para conseguirlo. Por todo ello prologar este libro es para mí una gran oportunidad, no sólo para resaltar el interés del trabajo realizado, sino también para mostrar la amistad y respeto que siento por Don Antonio Soria. En este sentido es justo recoger sus propias palabras que describen mi primer encuentro con él, que se recogen en el libro: “Nos sentábamos en un cajón, conversábamos mucho. Cómo te voy a decir, profesor, técnico, que reconoció en realidad lo poco que yo sentía que hacíamos nosotros. Y él viniendo de un país mucho más adelantado que el nuestro. Entonces nos hicimos…. no sé que palabra decir. Yo sé que le caí muy bien y también me cayó muy bien en el sentido de que me dio muchos conocimientos que él tenía”. En mi caso debo añadir que me estaba quedando sorprendido por comprobar una vez más el alto valor del saber campesino frente a una ciencia que sólo se preocupa de incrementar los curricula de los investigadores.

En el Capítulo 1 “Marcas de olor a café” se presenta la transformación de una agricultura tradicional a una horticultura intensiva “fuera de estaciones”, en el momento en que se pone en práctica la llamada “revolución verde”, con la aparición de una nueva generación de tecnologías agrarias en el mundo, tanto de agroquímicos y maquinaria como de nuevas variedades de plantas cultivadas. Se describe la infancia de Don Antonio en Uruguayana (Brasil), su recuerdo de los “saladeros” y los “extractos de carne” enviados a Europa después de la II Guerra Mundial, destaca la importancia del padre en la familia, el papel de los hermanos mayores, la escuela, la formación en el respeto y la honradez que adquiere en su primer empleo en Uruguayana, que se recrean en su mente al reencontrarse muchos años después con un cierto “olor a café” en las calles de esta ciudad, planteando además las relaciones entre el mundo rural y el urbano.

En el Capítulo 2 “Trabajando de sol a sol”, que recoge su experiencia desde los nueve años, “edad en la que comienza a procurarse dinero”, hasta transformarse en un “pequeño productor” y la formación de un núcleo familiar propio. Se describen el cultivo del arroz, la ganadería, la aparición de la maquinaria, los tractores, la horticultura, el aprendizaje de las técnicas electrónicas, que le sirvió como complemento económico “hasta que se me fue yendo la vista y tuve que dejar”, que nos sitúa en esa etapa de la vida en la que uno tiene que aprender a ser mayor.

Se recoge la crisis de la producción hortícola actual en el Capítulo 3 “El campo y la producción hortícola”. Dice Don Antonio que “se aprende trabajando”, aunque considera que es también necesario capacitarse, que se le enseñe tecnología, no sólo agraria sino de comunicación, pero sobre todo para saber planificar tanto la actividad de su predio como la parte de los mercados. Pero sobre todo se pregunta ¿por qué los productores no se organizan ante el fracaso de la “revolución verde”? Su encuentro con Leonardo de León y Gerardo Iglesias de UITA le introduce en el mundo de la agricultura ecológica y la organización sindical de los agricultores.

En el Capítulo 4 “Bella Unión: una comunidad sin fronteras”, Don Antonio señala “aquí nunca importa si vos eres brasilero o eres argentino o uruguayo”, planteando la proyección universal del ser humano, al tiempo que añade “y sigo insistiendo, vamos perdiendo la dignidad porque vamos perdiendo la familia”, y “no hay nada peor para el ser humano que no tener conocimiento”.

Se llega así al Capítulo 5 “La crisis económica y su impacto en la región”, analizando las consecuencias de la dependencia de los préstamos, que conduce al desorden social y puede dar lugar a la pérdida de valores éticos. Estas ideas se prolongan por el Capítulo 6 “Sembrando en un terreno fértil”, donde se recogen de nuevo sus contactos con UITA y con científicos como el Profesor Tello, quién le estimula para que transfiera su saber y experiencia a otros agricultores. Todo ello continúa en el Capítulo 7 “Aprendiendo a transitar en la vida”, donde señala que estamos en un saber que surge de la experiencia, “han muerto una cantidad de gentes y las ideas siguen existiendo. Uno habla con gente positiva, y te cambia la vida”, “el hombre debe vivir en armonía con la naturaleza”, “tenemos que ir al sentido común, por que el sentido común es la sabiduría. Todas estas cosas hace que uno aprenda de la vida”, “la ciencia, si no tiene conciencia no sirve para nada”, “una cosa es entender las cosas, y otra es saber las cosas”.

Eduardo Álvarez Pedrosian analiza la vida de Don Antonio Soria, un pequeño productor rural en Bella Unión (Uruguay), con una metodología que describe en la introducción del trabajo, donde señala: “que se trata de la experiencia humana de participar en el mundo del otro, aunque sea por un rato, como el sustento primordial para poder conocerlo”; “el desafío es conocer al ser humano a través de la experiencia subjetiva... sólo en ella podemos encontrar la generación de valores, la creencia en ciertos principios éticos y estéticos, la transformación de un entorno que constituye un lugar habitado”.

En el libro se destaca la elección de Don Antonio Soria como figura pública muy valorada no sólo en Bella Unión sino en todo el país y en la región fronteriza, aunque a éste “le pareció muy extraño que le pidiera que hablara de lo que quisiera y no planteara un cuestionario de preguntas”. Esta es una metodología de trabajo que conviene destacar, para que sirva de referencia a todos aquellos que pretenden conocer los verdaderos valores del saber campesino, como paso previo para su posterior confirmación científica y técnica a través de su confrontación con otras fuentes, con el fin de evitar el peligro de la subjetividad en su trabajo. En este sentido el autor añade “los diálogos que tuvieron lugar entre nosotros fueron posibles porque se instauró un espacio de reflexión donde se llevaron a cabo amplias consideraciones, no direccionales en lo posible, sobre su experiencia de vida”, que considera “es la historia de más de medio siglo del Uruguay, y en particular de su región norte, en la “Triple Frontera” con Argentina y Brasil; de la relación del hombre con la naturaleza, de la producción agropecuaria, del sistema económico y sus implicaciones antropológicas; la historia de una región del país que supo ser pionera en tantos aspectos y que vive hoy una de las mayores crisis de su historia”.

En el trabajo se respeta el estilo propio de Don Antonio, logrando que uno se encuentre en diálogo directo con el protagonista, tratando de centrarse en la descripción en lugar de la interpretación de los diálogos. Su verdadera dimensión transciende al Uruguay y nos describe los conflictos de los pequeños agricultores para sobrevivir, de las alternativas hacia un modo de producción sustentable en su relación con el ambiente, y el desarrollo de una actividad creativa y crítica frente a la crisis social que estamos sufriendo. En definitiva, una forma humana de existencia, que se refleja en un conjunto de hábitos y costumbres de una manera de ser y de hacer, frente a un estilo de vida que se intenta imponer desde fuera, olvidando la necesidad del diálogo y la convivencia con los demás. Se llega a la conclusión, una vez más, de que es necesario desmitificar la ciencia para que, como la cultura, pase a ser patrimonio de todos los ciudadanos, a través del desarrollo de programas de investigación participativa, donde se armonice el conocimiento científico con el saber campesino, destacando la función innovadora de los propios agricultores.

Madrid 15 de agosto, día de La Candelaria, Patrona de “Lo Canario”, 2005
Antonio BELLO PÉREZ
Profesor de Investigación en Ciencias Agrarias

Centro de Ciencias Medioambientales, CSIC, Madrid, España




Introducción: El escenario y el punto de vista

Quisiera señalizar algunos posibles canales de comunicación, las condiciones claves para que la lectura de este texto sea interpretada en lo posible a partir de la propia puesta en práctica, eso a lo que se le llama «las circunstancias», del trabajo de campo que realicé con Don Antonio.

Es en la propia «negociación», en la puesta en común de un determinado conjunto de certezas y dudas, que es posible entablar un diálogo, sea en forma de entrevistas o en el más extendido y estirado intercambio de un diario vivir compartido.

El antropólogo como cualquiera que intenta llevar adelante un proceso de objetivación, de construcción de conocimiento, sabe que es imposible la imparcialidad, la neutralidad. Pero busca en la interacción con aquellos que toma de sujetos / objetos de estudio las fuentes de conocimientos más relevantes, en la que después se articularán otros datos provenientes de otras fuentes. Se trata de la experiencia humana de participar en el mundo del otro, aunque sea por un rato, como el sustento primordial para poder conocerlo.

Es por tanto en un diálogo donde emergen los datos que el antropólogo extrae para realizar una investigación; un diálogo muy particular, donde trata lo más posible de callar y motivar a que el discurso del otro sujeto fluya. No por eso deja de intervenir, trata de ser co-partícipe de una manera de existir, para nada simple ni clara, a partir de la diferencia con la suya, o las suyas, también formas de vivir.

Haciéndole todo tipo de críticas al recurso del relato como técnica de investigación, con ésta en particular, tomando como dije otras fuentes con las que confrontar y cruzar información, se accede a una visión de los fenómenos que trata de rescatar el carácter humano de los mismos, aquello que hace a la producción de subjetividad, es decir, poder conocer acerca de las formas de vida en circunstancias determinadas, coyunturas irrepetibles que son también marca de condiciones mucho más vastas. Explicar y comprender antes que negarse una a la otra se complementan necesariamente.

El desafío es conocer al ser humano a partir de la experiencia subjetiva, por eso es tan difícil de objetivar, pero sólo en ella podemos encontrar la generación de valores, la creencia en ciertos principios éticos y estéticos, la transformación del entorno que construye un lugar habitado.

No hay mejor manera, para hacer corresponder método y teoría, que comenzar dando las pistas para la lectura de este texto volcando en él ciertas reflexiones extraídas de la propia negociación que entablamos con Don Antonio en los diálogos que siguen.

A Don Antonio, a pesar de ser ya una figura pública muy solicitada no sólo en Bella Unión sino que en todo el país y en la región fronteriza, le pareció muy extraño desde un comienzo que le pidiera que hablara, de lo que quisiera, respetando en un primer momento un sucinto orden cronológico para el arranque. Y más en relación a su propia perspectiva, también me llamó la atención en el hecho de que no le planteara como él me dijo, un cuestionario de preguntas, ofrecerle una dirección más clara y contundente.

También fue tema de negociación la importancia de la vivencia, de la experiencia subjetiva para el conocimiento de la realidad, por lo cual dialogamos juntos sobre antropología e historia. Y como en casi todos los casos, le fue también extraño el hecho de que se pudiera valorar su experiencia subjetiva como fuente de un conocimiento que como tal busca una generalización que lo trasciende de gran manera.

Es que toda vida es importante, valiosa, toda historia de vida tiene valor y todo sujeto siempre es social, está hecho por aquello que lo condiciona y él es capaz o no, según los casos, de transformarse a sí mismo y con ello a dichas condicionantes.

Y en este caso, sesenta y cuatro años de experiencias tan intensas y profundas en lo que hace a la historia del norte del Uruguay, una disposición que lleva a una gran receptividad y autorreflexión, hace que la vida de Don Antonio sea más que importante para ver a través de ella, traspasándola en todas direcciones, una multitud de fenómenos mucho más vastos en los cuales nos encontramos según distintas dimensiones concéntricas: todos los norteños del país, los uruguayos, los latinoamericanos, los seres del género humano.

Los diálogos que tuvieron lugar entre nosotros, fueron posibles porque se instauró un espacio de reflexión donde se llevaron a cabo amplias consideraciones, no direccionadas en lo posible, sobre su experiencia de vida, con el fin de acceder lo más que se pudiera al carácter propio y singular que define a Don Antonio como único, en el mismo punto en que podemos conocer allí tanto de lo que somos, de lo que han sido nuestros derroteros históricos como sociedad, nuestras formas de vida, nuestra identidad.

Su historia es la historia de más de medio siglo del Uruguay, y en particular de su región norte, en la «triple frontera» con Argentina y Brasil; de la relación del hombre con la naturaleza, de la producción agropecuaria, del sistema económico y sus implicaciones antropológicas; la historia de una región del país que supo ser pionera en tantos aspectos y que vive hoy una de las mayores crisis de su historia, a pesar de ser ya históricamente una región de sufrimientos desde la fundación de la segunda Bella Unión después de la Guerra Grande (1836-1851).

Y no se trata, le decía a Don Antonio, de que tenga que preocuparse por no acordarse de las fechas, o de aquellos datos puros que parecen desprenderse de la realidad cuantificada; se trata de que recuerde su propia historia de vida, que nos la narre, nos la cuente, que nos pueda exponer cuál es su punto de vista, cuáles determinantes experimentadas son para él mismo las que han definido su particular forma de ser, alcanzando un grado justo de abstracción en que los datos de esas reflexiones lo hacen ser uno más, entre los productores de la región, los latinoamericanos, los integrantes del género humano.

Allí, donde podemos conocer las necesidades y las contingencias en sus disposiciones concretas, se nos hace posible visualizar la composición, abierta y cerrada a la vez, de una forma humana de existencia. Pues por debajo de las problemáticas concernientes a los cambios en la producción agrícola del Norte, de los conflictos de los pequeños productores para sobrevivir, de las alternativas hacia una forma sustentable en el relacionamiento con el ambiente, nos encontramos con el contexto cultural que demarca la manera en que se responde a una situación determinada, se encuentra allí donde podemos visualizar la composición de una forma humana de existencia en lo que hace a su universo, a los valores asumidos, a los principios definitorios de un conjunto de hábitos y costumbres de una manera de ser y hacer, y en fin, de hacer-se a sí mismo.

Cada una de estas formas de ser elabora una racionalidad propia, una lógica y economía propias. Es necesario no olvidar nunca que lo que antes se describe, siempre sucede en conflicto con ciertas formas de incidir en este proceso que se dan a la fuerza, en forma directa e indirecta. Se trata de la lucha con el capitalismo como modo de dominación principal. A lo largo de la historia, las diferentes formas de ser humano que se han dado han tenido que vérselas progresivamente con una forma de ser en particular que ha tratado de imponerse a todas las demás. Ésta forma de ver el mundo surge también a partir de culturas como aquellas a las que trata de imponerse. Pero se ha desprendido en un proceso de abstracción progresivo, que conocemos como el dominio del mercado en todos y cada uno de los aspectos de la vida. Abstracción porque se presenta como una lógica pura, cuando sabemos muy bien que jamás dejará de ser un estilo de vida de cierta cultura que intenta imponerse, en vez de dialogar y convivir con las demás.

Veremos que la vida de Don Antonio se fruto de la lucha constante por la superación de las condiciones de pobreza que han amarrado desde más de quinientos años a los latinoamericanos, y tanto más a otros pueblos del mundo, incluidos algunos de los que habitan las regiones centrales de control planetario. Se trata de la experiencia de la pobreza, de lucha por salir adelante dejando la vida en el trabajo, y desarrollando a partir de ello una sabiduría.

Hacia allí van dirigidos los contenidos de estos diálogos, buscando el rescate de una larga experiencia, de una sabiduría que Don Antonio ha cultivado y de la cual queremos ser partícipes en su cosecha. Sabiduría que vale ya por sí misma, pero que en la actualidad se hace absolutamente imprescindible para desarrollar una actitud creativa y crítica frente a la crisis social que estamos sufriendo cuando, para poner un ejemplo directo, es en Bella Unión donde se dan los casos de muerte infantil por desnutrición en el Uruguay
[1].

Don Antonio se encuentra en estos momentos en pleno combate junto a su comunidad contra la miseria generalizada, su propia historia sigue en marcha, y con un ímpetu vertiginoso y meditado a la vez, como sabiendo combinar la fe y el escepticismo, sostenido por experiencias de vida profundas en implicancias sociales.

Por último, algunas aclaraciones sobre el formato del texto. He tratado con mucho esfuerzo de tomar con la mayor literalidad posible las palabras de Don Antonio, manteniendo su estilo propio, tanto de hablar como de pensar. Creo que no es conveniente disociar a ambos, sino que por el contrario llegamos a conocer a la persona en su singularidad gracias a que captamos lo que quiere decir y cómo lo dice. Más allá del trabajo de corte, extracción y montaje de las entrevistas, necesario para el conocimiento que he querido también transmitir en estas páginas, se ha tratado entonces de inscribir en la escritura lo que más caracteriza a la subjetividad de nuestro entrevistado. A pesar de ser un conjunto de diálogos, las intervenciones del antropólogo aparecen en el texto sólo cuando se hace imprescindible que así suceda, cuando lo que dice Don Antonio está determinado por la pregunta o la intervención realizada con anterioridad.

Como se verá el texto está compuesto por los diálogos que han tenido lugar, pero donde el discurso de Don Antonio es el principal, la otra parte del diálogo no corresponde a una persona solamente, como antropólogo he tratado de representar la vía de acceso de las otras personas que lean este texto, de ser el vínculo de la subjetividad aquí presentada con toda aquella que desee entrar el contacto con la misma. Abriéndonos, corriéndonos de todo protagonismo, se ha tratado de crear un espacio abierto para todo lector virtual, un sitio para que toda persona transitoriamente entre en diálogo con Don Antonio a través de estas páginas. Por tal motivo, las inferencias teóricas que se desprenden aquí han sido planteadas mínimamente, tratando de quedarnos más en el nivel de la descripción que en la interpretación de lo que aquí descrito. Como sabemos, descripción e interpretación de los acontecimientos van siempre implícitos, pero el ejercicio intelectual consiste justamente en definir la disociación entre ambos, en tensionar la situación para que se desprenda de su contexto sin perder su especificidad, y con ello, generando un marco objetivo entre las subjetividades.

Espero que se comprenda lo difícil de esta tarea, siempre es una apuesta plagada de peligros, de naufragios. Pues el camino es la finalidad, el sendero trazado en este texto nos conduce a un Don Antonio, el cual es mucho más que esto, es múltiple, es todos aquellos que es para los otros que conviven con su existencia. Pero este camino aquí trazado, además de ser como todos los caminos que se abren cuando dos personas entran en un contacto sincero y profundo, fue realizado con el propósito deliberado de hacer llegar a uno de los involucrados a un público virtualmente infinito, por lo menos limitado por aquellos que saben leer en español. Por eso también el lenguaje utilizado no corresponde a un campo específico, no es ni enteramente académico ni periodístico, cada cual tendrá que encontrar la manera de enlazarse con nosotros, sentarse a la derecha de quien escribe y escuchar activamente a quien se nos abre para ser conocido en profundidad.



1.
Marcas de olor a café

Don Antonio Soria nace en la Barra do Quaraí, (Barra del Cuareim, Brasil) en el año 1940. No se trata de cualquier año. Es tan solo un año después, en 1941, cuando se introduce del lado uruguayo de la región el cultivo de la caña de azúcar, transformando definitivamente al entorno y a los seres humanos que habitan el mismo. Don Antonio nace junto con los primeros pasos del último impulso de desarrollo que viviera su región hasta el presente.

Nos encontramos en lo que los historiadores de la economía social del Uruguay llaman el «período del dinamismo»
[2], la política desarrollista impulsada por el presidente Batlle Berres en un sistema de colegiado, en la holgada disponibilidad de los mercados del bando de los aliados que triunfara en la Segunda Guerra Mundial (1937-1945).

A tal punto la guerra y la presencia norteamericana marcan la historia del continente, del país y de esta región cálida de la frontera uruguaya, que el cultivo de caña de azúcar se promueve intensamente como estrategia de suplantación del abastecedor tradicional hasta el momento, Cuba, cuando ésta ingresa en su proceso revolucionario a partir de 1959, como siempre recuerdan los propios norteños de hoy en día en sus relatos sobre su historia.

El modo de producción agrícola familiar, el tradicional que reinaba en estas latitudes como en tantas otras, heredero del cultivo colonial en los ejidos, es absorbido por esta segunda ola de modernización del país. Lo mismos cambios producidos por la forma de los mercados hace posible en la década posterior de los años sesenta una nueva estirpe de horticultores dedicados a las «primicias» fuera de estación, al cultivo por ejemplo del tomate y el morrón (o pimiento) en momentos del año antes impensables. Es también el momento en el cual se da la llamada «revolución verde», la aparición de una nueva generación de tecnología agrícola en el mundo, tanto en lo concerniente a la maquinaria para el trabajo rural como en la manipulación genética de las especies cultivadas.

Momento decisivo de la historia de la región, Bella Unión y su zona de influencia tradicional y ahora ampliada hasta el norte del departamento de Salto (localidad de Belén) experimentan una transformación profunda frente a una trayectoria de miserias y carencias cíclicas interminables hasta la última de entonces, las tres décadas que van de los cuarenta a los sesenta del siglo XX.

Salvo en esporádicos momentos, importantes también, en los cuales esta sociedad pudo sostenerse en una actividad económica sustentable (primero por el «comercio de intercambios», de la entonces llamada Santa Rosa, y después como «feria ganadera» que fue como punto de reunión en las primeras décadas del siglo XX), la región no había podido establecer una infraestructura de producción que la sostuviera, que asegurara la supervivencia y autonomía de su comunidad en la generación y obtención de sus recursos.

El departamento de Artigas
[3] venía siendo el menos habitado del país, la última frontera. Tenía Secciones de una densidad bajísima, casi deshabitadas. La ganadería extensa constituía la forma privilegiada de explotación de los recursos, forma que siempre llevó aparejada la existencia de una masa rural pobre y semi-nómade que se trasladaba buscando el alimento. Estas poblaciones se desplazaban por un territorio en un radio de movimiento que encontraba sus límites en los cinturones de las ciudades más relevantes de ambos lados de las fronteras nacionales, al oeste del río Uruguay (la ciudad de Uruguayana en Brasil, la de Bella Unión en Uruguay).

Con diez años de edad Don Antonio ya había vivido tres momentos en su corta existencia marcados por la migración, que era por entonces una práctica cotidiana de todos los que habitaban allí. De la Barra natal a la ciudad de Uruguayana, y de allí de vuelta a la Barra. De emigrar primero con su familia, a volver solo y ser amparado entre las redes del paisanaje local, emparentado por lazos de amistad de varias generaciones hacia atrás en el tiempo. «Los Soria» nos cuenta, son de las primeras familias que habitaron esa región de confluencias de los ríos Uruguay y Cuareim provenientes de la vieja Europa.

El primer contexto que reconoce como aquél que lo contiene en este mundo, «desde el día que me reconocía como gente» como él dice, lo encuentra ya en determinadas redes de largos vínculos de dentro y fuera del entorno familiar. Estas redes se extienden a lo largo de la región, relacionando ciertas localidades como puntos de referencia permanentes. De dónde procede Don Antonio, es una pregunta que puede llevarnos hacia él, en la forma en que el propio Don Antonio recobra su historia y compone el relato de sus antepasados; apropiación de herencias y primeras experiencias de vida, que con los años no cesan de ser retomadas con nuevos sentidos.



Yo nací en Brasil, en Barra do Quaraí, en la que hace frontera con Bella Unión, departamento de Artigas. Yo nací en el año cuarenta. Entonces, estuve hasta los cinco años más o menos ahí. Y mi padre, mi madre era uruguaya, y padre también uruguayo pero; mi madre era de descendencia española y mi padre italiana. Emigrantes, porque... los Soria cuando se vinieron de España, tu sabes del pueblo Soria en España -que la otra vez el amigo Antonio Bello
[4] me mandó un libro del pueblo Soria-. Ahora no es un pueblo, ¡es una ciudad, grande!

Y de ahí supongo yo que deben ser nuestros primeros, los antepasados míos vamos a decir por parte de mi madre, que vinieron tres Soria a Bella Unión. A Bella Unión no, vinieron al Uruguay en el tiempo que emigraron en el 1800 por ahí, no sé qué década del 1800. Unos se radicaron en Belén, departamento de Salto, y otros, fueron para el lado de Artigas, y otro fue para, creo que fue para Paraguay.

... Esto me lo contaba mi abuela.
Porque lo que pasa es que, en realidad, la familia Soria comienza la trayectoria, por ejemplo mi abuela, murió con ciento diez años, mi madre con setenta y cuatro años. Y el padre de mi abuela, era un poco cuadillo político podría decirse acá en el departamento de Artigas. Y él, él era colorado de los tiempos de los colorados de Rivera
[5], no sé, de anterior a eso, no sé...

Eran historias que le contaba su mamá y su abuela.

Claro, historias que me contaba mi abuela; que mi abuela murió a los ciento diez años pero lúcida, cómo decir, lúcida... Porque ella vivió todas las guerras vamos a decir, la de 1904
[6] acá y las otras guerras que hubieron, la de los Bandeirantes[7], todas esas ella lo vivió, junto al padre.

Ya estaban en Bella Unión. Y después tenía... una hermana que lo que yo te digo es la que conocí, la hermana de ella, de mi abuela y, primas...

Era una familia grande.

Los padres de mi abuela por ejemplo no los conocí; no los llegué a conocer. Y bueno en la familia nuestra, éramos, hermanos por parte de madre ocho... Pero por parte de padre éramos tres... Los tres últimos que quedamos, en el cual yo soy el del medio vamos a decir. El mayor murió, después seguía yo y después seguía uno menor que yo. Y a los cinco años nos fuimos para Uruguayana, que quedaba a setenta kilómetros de Bella Unión, en la cual teníamos familiares. Teníamos primos, teníamos tíos y, nos fuimos a vivir allá, junto a mi padre.

Mi padre trabajaba ahí en Barra do Quaraí en el saladero, no sé si te digo algo con decirte ‘saladero’: era antes lo que había del otro lado en Brasil, que quedan las ruinas ahora, que salaban la carne, mataban las vacas que venían de la Argentina, pasaban por Bella Unión y pasaban ya al saladero que era en Brasil, y ahí faenaban la vaca y salaban, hacían charque, el tasajo que se llamaba... y lo vendían a países como Inglaterra, y otros países que estaban en guerra, porque era el tiempo de la Guerra...

Yo conocía el saladero, la planta del saladero... pero ya estaba en ruinas, no cuando trabajaba. Y lo que conocí del saladero, -mi padre era el capataz ahí-, lo que conocía del saladero fue después, el extracto de carne. Que ése extracto, no sé si lo viste, porque venía en una latas de veinte litros, entonces era como el extracto de tomate, el color es igual, lo único que el gusto es fuerte.

Mirá vos, ¿y la textura es así también como la del tomate?

Igual. ¡Es igual! Lo único que una cucharada equivale como a un kilo de carne.

Es para la guerra. Entonces, eso es lo que hacía. Y bueno, se terminó el saladero... no sé porqué se terminó en realidad, no sé consecuencia de qué, que las guerras también terminó, y quizás por ahí cambió la cosa, y... mi padre quedó con algunas latas de esa conserva. Y entonces en mi casa, yo comía, por ejemplo en lugar de comprar carne porque éramos muy pobres... se ponía una media cucharadita en una olla con comida y daba para todos. Quedaba el gusto. Que se llamaba... «extracto de carne». Y era un extracto de carne, pero estaba envasada en unas latas de veinte que eran selladas, eran al vacío.

... estuvimos mucho tiempo ahí. Y comimos, yo alcancé a conocerlo cuando niño, te estoy hablando de... de niño chico vamos a decir. Y después yo empecé a preguntar las cosas viste, conocer cuando uno empieza a conocer. Y eso cuando terminó la Guerra nos fuimos para Uruguayana y yo ya estaba con cinco años. Y fuimos con toda la familia para allá. Fue cuando mi padre después se fue, de Uruguayana y... no vino más, viste, no vino más...

Yo tenía cinco... Se llamaba Elbio Mariño se llamaba. Y... se fue. Y entonces yo tenía cinco años y medio, ponele seis años. Cuando se fue, yo hasta ahora tengo el recuerdo, y a los siete años empiezo a ir a la escuela, como todos ahí. Hay un hermano mayor que... el hermano por parte de padre que era el que trabajaba en la familia vamos a decir, y una hermana mayor también que a veces trabajaba... Pero después mi hermano se casó, entonces formó su hogar y entonces quedamos solos, sólo mi hermana trabajaba. Entonces ahí nos empezó la pobreza a trabajar viste, aunque no pagábamos alquiler ni nada pero no nos alcanzaba para vivir.

... Era en una casa hecha por nosotros no más. Casita de madera, una casilla, hecha por mi hermano y, era en un terreno que nos habían prestado y entonces ahí estábamos... después... pidieron el terreno y ahí tuvimos que ir a casa a alquilar, nos complicó la vida. Entonces pasamos muchos problemas. Pasamos todos, porque yo, si bien, como todas las madres disimulan para los hijos, como te voy a decir, porque no quieren que uno sienta, pero uno percibe igual. En realidad es así, uno percibe igual.

Entonces yo me daba cuenta, que las cosas no andaban bien, porque cuando no era una cosa era la otra, que faltaba, entonces... eso te empieza a... Porque yo siempre fui diferente a mis hermanos, no sé si diferente o tal vez... miraba más a las cosas viste; puede que se llamara ‘observador’, esta cosa, me explico, todos observábamos a quién hablaba a veces pero, lo tenía para mí; viste. Entonces yo me fui dando cuenta de que yo tenía que hacer algo entonces... fui a la escuela y empecé a ir a una sastrería...

Yo no hacía trajes, simplemente, yo trabajaba en la sastrería... en el Centro de Uruguayana, quedaba a media cuadra de la Plaza. Habían como diez sastres que trabajaban, y habían gentes que cortaban los trajes y era todo un equipo... Y yo entré como aprendiz.

Bueno y en ese tiempo no se usaban las planchas eléctricas como ahora, se usaban planchas a carbón, las plancha grandes... eran las planchas de sastre... Eran como diez planchas que tenían los sastres que hacían la ropa ahí, yo prendía todas. Entonces me encariñé, cuando ellos se encariñaron conmigo y yo me encariñé también y, me daban plata, me pagaban algo de plata a mí, pero... no me alcanzaba para nada. Mejor dicho, para mí me alcanzaba pero no alcanzaba nada para lo que yo quería en ese sentido... llegar a casa poder ir con esto por ejemplo y poder comer de verdad.

¿Y cuántos años tenías cuando empezaste a trabajar ahí de aprendiz?

Nueve años. Yo ya estaba casi saliendo de la escuela ahí, yo había ido tres años a la escuela. Yo fui hasta tercer año de escuela y después también tenía un problema. Cuando por ejemplo, una cosa que me quedó grabada y por eso yo digo que... -me molesta más por, porque... me sienta como resentido con la vida, ni con mi vida ni con la vida de éstos que me rodearon siempre, mi madre y mis hermanos-, sino lo digo porque... Tu sabes que te queda gravado viste, cuando sos niño, uno no se da cuenta pero a veces el daño que está haciendo, o por lo menos los padres no se dan cuenta. Aunque, los míos me hacían pero no me hacían por hacerme daño, sino porque no se podía. Entonces cuando no se puede es diferente de cuando no se quiere; son dos cosas diferentes.

... yo a la escuela que iba tenía que llevar un uniforme. Y ese uniforme costaba plata lógicamente, tenía que ir de zapatos, pantalón largo, y camisa blanca. Entonces, no era mucha plata pero, nosotros no estábamos en condiciones de comprar. Entonces allá
[8] es obligación en las escuelas en particular, en los desfiles del día 7 de septiembre, Día de la Independencia, entonces nosotros un mes o dos meses antes empezábamos en la escuela a practicar para hacer el desfile. Entonces yo hacía todo, llegaba el día del desfile, pero llegaba el Día de la Independencia, yo no podía desfilar.

La maestra... y me aceptaban, que hiciera toda la práctica pero no me dejaban sin uniforme... Entonces, yo lo que hacía, hacía todo, cuando llegaba el día del desfile yo iba a mirar a los otros. Entonces nunca pude ir ahí. Entonces... eso te queda... vamos a decir, no te queda como... mismo ahora que uno entiende en realidad, no te queda como... cosa que... te afecte, en vos sino, queda una marca. Queda una marca. Por eso es que a veces, uno no se da cuenta y deja marcas a veces, en la familia, es como el padre que se separa, que parece que no queda marca pero, ¡queda marca!

Por ejemplo yo, cuando mi padre se fue, yo hasta ahora lo veo en el día que se fue, pero yo nunca le tuve odio a mi padre, ni tampoco nunca lo juzgué ni nunca la juzgué a mi madre, porque siempre comprendí, por alguna razón habría de... no sé cuál es ni nunca pregunté, ni a mi madre nunca le pregunté. Bueno después, cuando yo tenía aproximadamente, cuarenta y tres años por ahí, mi padre vino a mi casa, antes de morirse... seguimos con la parte de la sastrería.

Esa parte por ejemplo de mi vida, fue de mucho aprendizaje porque uno siempre aprende, de los errores y los aciertos también. Pero... finalmente era una persona mayor... y en ese tiempo que... a la persona le gustaba parece, que uno aprendiera, siguiera las cosas, yo aprendí mucho en la sastrería esa, a comportarme como persona, a tratar bien a todos, a tener educación, a tener respeto, y a tener honradez. Porque yo incluso... a veces me mandaba con dinero y bueno.

Y yo por ejemplo otra de las cosas que quedó en mi vida también; quiero contar eso sabes por qué?

No...

... porque, yo lo veo, como marcas en la vida, aunque no duelen pero están, viste. A mí no me duele eso, pero sino que me duele en ver a otras personas. Porque viste, de tarde por ejemplo, como un día como hoy por ejemplo, estábamos es día y bueno me mandaban a comprar café, a un café que había a media cuadra de ahí, entonces yo iba con una botella y plata, y compraba café, café con leche, y algunos... pan y esas cosas había todo, entonces ahí, iba a traer para todos, que todos me mandaban.

Cada uno me invitaba, porque yo no tenía. ¡Yo comía con tanta gana aquello! Y hoy yo voy a Uruguayana, hoy, después de... te estoy hablando de que tenía diez años, cincuenta y pico de años después, y siento el olor del café y me vuelve todo. Sólo con el olor del café, allá, de la calle esa. Y eso que no existe la sastrería, no existe el local, ni los compañeros existen. Viste. Entonces esas cosas son como... como te voy a decir, son cosas de la niñez de uno que te enseñan a valorar las cosas.



2.
Trabajando de sol a sol

Por lo antes dicho, es claro que Don Antonio comienza a trabajar en la ciudad, en Uruguayana. Es importante destacar que este factor «marcará», como él mismo dice, su manera de ser. Conocerá en carne propia el trabajo urbano antes que el rural. Vivirá el contraste del campo y la ciudad, en los tiempos donde más se resaltaba, por la presencia o ausencia de medios de comunicación a distancia. La aparición de la radio en el campo, el acceso a otros medios con posterioridad, acercarán más los puntos en el espacio y desdibujará la oposición.

Conoceremos la historia de la producción de esta región a través de la vida de Don Antonio, de sus experiencias particulares en el mundo del trabajo. Partimos donde quedamos, en el momento en que comienza a procurar dinero gracias a su fuerza de trabajo, a los nueve años, en Uruguayana. Llegaremos hasta el momento en que se constituye como «pequeño productor» que es como él se define a sí mismo, siendo el pequeño productor la figura económica característica del medio rural uruguayo. Un largo camino de esfuerzos lo llevará del trabajo infantil y la situación diaria de calle a la pequeña producción rural y la conformación de un núcleo familiar propio.



... ahí [en la sastrería] encontré gente muy buena en el sentido que no se fijaban por ejemplo, me invitaban con... en primer lugar que me daban, eso que te pasa cuando no tenés padre, la seguridad. Tenés madre pero no tenés padre; siempre la madre es, cuando no tenés padre en la madre tienes todo: la madre es madre y padre. Pero no cumple con el rol, cumple con una parte pero en la calle no te cumple. Porque la madre no sabe lo que es la calle. Entonces... aprendí muchas cosas de ellos, de la vida; ellos me querían muchos y entonces me enseñaban cosas, me explicaban cosas.

Me enseñaban el sentido de ser honrado, el valor que tiene en la persona... me lo decía uno de ellos: «nunca perder la vergüenza porque después que la perdés no la encontrás nunca más».

... Y entonces esas cosas como que te van dando un camino en la vida, que vos comenzás a transitar con una firmeza diferente. Yo vendí diarios en la Plaza. Yo al mediodía por ejemplo, cuando llegaba el mediodía algún... viste, andaban vendiendo diarios, me daban, qué no, «¿vos vendés?», «sí». Yo vendía y bueno, me ganaba algo, para comer algún pedazo de pan y entonces comía.

Yo por ejemplo no iba a mi casa a mediodía a comer porque, yo sabía que en mi casa no había comida. Si yo llegaba, mi madre se iba a poner mal, entonces yo le mentía a ella, yo le decía, «yo, al mediodía no sé si vengo, yo voy a comer a la casa de Fulano», porque yo le decía del que... que el patrón que yo tenía, que fue el que me invitaba a la casa, de vez en cuando me llevaba y yo comía con él y con la madre de él. Al mediodía cuando cerraba la sastrería y claro, él sabía que yo no tenía que comer, y él sabía que yo quedaba andando en la calle. Me iba para la Plaza allí y ahí quedaba, hasta la hora. Si tenía plata lo que compraba era un pan, porque lo más barato que había era un pan grande así que, no cumplía todas la exigencias pero te dejaba lleno. Me compraba un pan francés de cuarto kilo y bueno con eso, me arreglaba.

¿Y andabas solo de niño o tenías amigos?

No... Yo siempre fui de pocos amigos.
... son cosas que suceden en la vida de uno... Quizás eso suceda porque tenía que sucederme a mí, porque nada pasa por casualidad. Tenía que ser así y, bueno, yo lo viví así. Y pasado ese tiempo, bueno de los diez años más o menos, yo vi que ya tenía, había salido de la escuela, había dejado la escuela más bien, entonces vi que las cosas no funcionaban y entonces le dije a mi madre «mirá, yo me voy para la Barra, para el Cuareim» creo que le dije; y me dijo «no, que te vas a ir que...», y le digo «me voy para la casa de Orosmán Prieto que son amigos de la casa», y él era capataz en la granja que plantaban arroz, «Granjas de Arroz» se llaman en Brasil.

¿Era en la misma zona de la cual ustedes habían salido?

Sí, era cerquita, ahí. Quedaba a un kilómetro más o menos. Entonces vine para ahí y pasé hasta los doce años y medio ponele, y estuve ahí en esa granja. Y bueno y ahí trabajaba, él me daba trabajo, me daban trabajo un poco no porque yo hiciera, yo de eso me daba cuenta, sino más bien para, para motivarme porque a mí me gustaba... como motivación me dieron trabajo de... matar hormigas por ejemplo... De medir, de medir los cortes de arroz, viste. Antes cortaba a hoz. Hacían parva.

Lo más importante y lindo fue cuando yo llegué, la primera vez... De mañana nos fuimos para la chacra temprano y... el capataz dice: «¿vos no te vas a poner nada en los pies gurí» [alzando la voz]. Y yo andaba calzado pero, y «no, yo voy así nomás». Bueno, y agarré y me fui con él. Uno empieza a entrar en el arrozal cortado, y el arroz... cuando pisas te raja, te come toda la mano, en carne viva. Él cuando llegó al mediodía, yo no podía caminar más, claro, estaba todo... porque había que ponerse unas «polainas» que llamaban ellos y unas cosas de... se hacían como unos caños con encerado... como una bota atada. Claro, quedaban polainas.

El primer día de campo y...

De aprendizaje.

Otro aprendizaje que tuve también fue, una vez me mandaban cuidar vacas adentro del arrozal, que eran doscientas hectáreas de arroz, no era mucho pero era bastante para ese tiempo. Yo no sabía andar a caballo, y era un mes, creo que era mayo, junio, yo no me acuerdo bien en que mes era. Y... se puso a llover, y a tronar y yo, a pie, cuidando vacas, novillos, novillos ariscos, adentro de la arrocera. Porque no querían que voltearan las parvas, tenían que comer no más. Y el animal con los truenos y con la lluvia, empezaron a enloquecer y empezó a llover. Y a llover y a llover. Se me desparramaron todas las vacas. Y yo solito... la casa mía por ejemplo... estaría como a cinco kilómetros de ahí, de donde yo estaba, a la orilla del monte. Pero yo tenía, ahí yo tenía doce años por ahí; a orillas del monte.

Solo, vivía solo... la casa estaba a cinco kilómetros. Yo estaba solito a la orilla del monte, recostado en una parva, desesperado porque se me desparramó todas las vacas y empezaron a romper las parvas y... el arroz por ejemplo, no caminar porque... estaba lleno de agua todo. Entonces llegó la hora en que me cansé y los truenos, que yo tenía miedo a los truenos viste, como gurí yo le tenía miedo a los truenos y los relámpagos.

Porque tenía tres contras, tenía: los truenos, la lluvia y los relámpagos. Y las víboras, porque había víboras también, víboras crucero y víboras malas, y siempre estaban en las parvas en la parte alta. Entonces yo tenía que meterme para adentro de una parva de esas y taparme, pero tenía que estar con la cabeza pensando que podía estar la víbora ahí.

Entonces estaba en un estado de nervios que... casi enloquecí. Entonces me puse a llorar. Eso lo recuerdo perfecto, me puse a llorar, a llorar, a llorar, a llorar... Uno llora tanto que después viene la inversa, se queda duro. Entonces al rato siento gritar, el señor este que te estoy hablado, Orosmán Prieto que era el capataz venía viniendo con la capa. Y ahí fue; crié vida nueva ahí! Ahí llegó y, «está asustado gurí» me dice. Y yo no quería decirle; se dio cuenta. Y dice «vamos a sacar esas vacas» dice, «vamos, vamos... qué va estar haciendo acá» me dice. Claro, él vio que seguía llorando, y no estaba llorando pero estaba...

Se ve que arrancamos un rato y nos vinimos, cuando llegamos ahí me dice: «le voy a decir al patrón que te va a despionar, no le vas a cuidar más las vacas, no vas más» me dijo. Claro él vio que eso me habría... me había hecho mal aquello. Y le digo «bueno», yo no tenía muchas ganas de seguir. Entonces después yo le dije, que no iba más, que no sabía andar a caballo y que... que no podía, eran todos animales que vivían en el monte viste, paraban y...

¿Y vos sentiste alguna diferencia, tuvo algún efecto el cambio de la ciudad al medio rural, cuando eras niño?

No, no. Para mí no había diferencia. Al contrario porque lo que pasa es que acá, había una diferencia justamente en la forma de vida. Porque en la ciudad siempre la vida, es mucho más... cómo te voy a decir, más apretada, cómo te voy a explicar... hay más problemas. Si vas a caminar hay problema, si vas a cruzar la calle tenés que estar pensando si... allá en el campo no hay nada de eso. El campo es más tranquilo, tiene sus carencias, lógico, en ese tiempo había mucho más carencia. Nosotros el arroz lo hacíamos con los morteros... y poníamos en el suelo arroz que se secara y con los morteros de noche sentados a la orilla del fuego íbamos golpeado para sacarle el arroz para comer. No salía con brillo con nada, salía amarillo así. Pero rico de gusto. Ese era el trabajo que hacíamos de noche. Eran las nueve de la noche y estábamos todos acostados porque a las cuatro de la mañana había que estar parado.

De sol a sol.

De sol a sol. Y... a las cuatro de la mañana tenían que estar todos surtidos y todo pronto para salir. Porque sino llegaba el patrón. El patrón iba en auto, una camionetita que tenía, serían las cuatro, cuatro y media y nos llevaba.

... Yo creo que la gente compartía mucho más. En primer lugar lo que sí existía era más compañerismo entre, cómo te voy a decir, entre los trabajadores que trabajaban en una empresa y entre la familia; y el hombre con su familia, y la familia era más unida. Porque hoy lo que pasa es que el mundo moderno nos trajo que la familia ya no tiene el mismo valor que la familia de antes. Y no te estoy hablando de un valor moral sino te estoy hablando de un valor económico vamos a decir, porque parece que la economía pudo más que todo. Porque nos enseñaron a que tenías que tener plata para ir a... que tenemos que tener auto nuevo, que tenemos que tener... que ir al supermercado.

Nos impusieron una cantidad de consumo en el cual, si vos trabajás sólo en tu casa con los sueldos que ganas no alcanza para ahora, vamos a decir, va a tener que ir a trabajar tu señora. Entonces salís vos para el sur y ella sale para el norte, y bueno a las diez de la noche o a las once, dependiendo de la ciudad que estés, llegas a tu casa. Cansado del trabajo, porque pasaste todo el día en la calle, pasaron los dos en la calle. Y la mucama o como se llame, le pagás a una mujer un pequeño sueldo, que es otra de las cosas, para que te cuide los hijos. Y ella por más que ponga, todo lo que quiera poner, no es la madre...

Bueno, entonces ahí fue tu primer trabajo concretamente en el campo.
También conociste por primera vez las máquinas.

Sí, conocí las máquinas por primera vez... lo que me acuerdo es que me pusieron por ejemplo a medir, medir los «cortes de arroz» que se llamaba, que se cortaba a hoz, antes se cortaba con la hoz, corte de trilla... [La] computadora, bienvenido sea. Esas cosas son las que son provechosas porque cambian la vida del hombre. Las cosas que cambian la vida del hombre para bien son buenas, las cosas que cambian para mal, todo ese mundo de cosas que, anda por todos lados es una vergüenza hablar de eso. Bueno y ahí empecé a conocer las máquinas. Empiezan... los tractores.

Fordson, los tractores Case, con disco de uña que venían antes, que eran, para su época ya eran ¡tractores! Eran a kerosene. Y bueno se araba con eso y se plantaba con eso, y se escarpia y la mayoría de las plantaciones se hacían a mano. Y cuando tenía que trillar por ejemplo se marcaba con caballo, con las rastras y con caballos, el arroz por afuera, estaban las máquinas que estaban paradas afuera. Y las que eran corte y trilla que ya venían en ese tiempo, entraba y trillaba de parva en parva. No sé si tu sabes lo que es parva de arroz.

Parva de arroz son los montones aquellos que vos ves, de arroz amontonado todo así, pero que no han limpiado. Ellos tienen una técnica para hacer, no es así no más, no es amontonar arroz... yo, la máquina la tenía de parva en parva, iba trillando. Y yo trabajé en eso porque, donde yo vivía también ahí, precisaban uno... el dueño del trabajo allí... iba de parva en parva que, cuando iba trillando la parte esa salía de la cola de la máquina que no llegara, perdía porque sino se tupía la máquina. Y las bolsas que la máquina largaba... [en] una plataforma. Era como ocho, diez bolsas. Yo tenía cuando llegaba a las ocho, diez, abrir de alguna forma, tiraba una palanca abría y caían las bolsas y dejaba ahí, y venían... y cargaban.

Y ese era mi trabajo. Cuando, no había otro para ese trabajo me mandaban para arriba de la máquina para embolsar. Trabajábamos embolsando también. Y embolsar es un trabajo de... vamos y vamos porque... yo trabajaba media hora abajo. Porque mientras la máquina caminaba y destapaba el coso pa dentro iba descansando pero, arriba generalmente tenés que abrir las bolsas, tenés que coser bolsas tenés que... hay una cantidad de cosas para hacer ahí. Y está el patrón ahí, todavía.

Y... y eso me enseñó mucho también. Son cosas que aprendí mucho: de la chacra, del campo, de la gente, de las personas viste. Porque mi patrón era una persona de cuarenta, cincuenta años, sesenta años. Porque de mata-hormigas me mandaban con un viejito viste que cargaban agua y mataban las hormigas con gas oil, aceite sucio y agua. Era agua no más que se le echaba. Era muy simple, lo único que había que hacer eso.

Y yo vivía ahí... Y bueno de ahí estuve aproximadamente año y medio, dos años, y me vine para el Uruguay. Ahí pasé, no me vine directo, todavía estuve un tiempo ahí en la Barra, y estuve trabajando, en las balsas.

En ese tiempo habían unas balsas, las balsas no sé si sabes qué es. Balsa era, la madera que traían de Brasil, del Amazonas o del Matto Grosso, creo que era, y se levantaban en un guincho al lado del puente y se cargaban arriba de los vagones y traían para Salto, una parte. Y otra iba para los aserraderos allá que está cerca de la chacra donde yo vivo [ahora].

Y otra iba para la Barra que era los planchones de tres por doce con tres pulgadas de alto por doce de ancho, que venían en balsa también. Entonces yo iba, ayudaba a lavar eso en el río, adentro del río se lavaba, con el cepillo, entonces después se sacaba para afuera. Yo iba a ayudar a lavar, entonces, eso viene atado con alambre, entonces me daban el alambre para mí. Y ese alambre yo lo llevaba para casa, lo enderezaba y lo vendía a los estancieros para hacer rastrillos.

¿Ése era el «pago» digamos, por el trabajo?

Claro, claro. Era un intercambio que había.
... yo vivía ya ahí en la Barra en el pueblito. Vivía con mi madre, mi madre se había venido para ahí, yo la venía arrastrando... y después pasé... porque unos hermanos vivían acá, en Uruguay, donde yo vivo ahí cerca. Y... me vine para ahí, nos venimos todos... Y ahí empiezo a trabajar en el tomate.

Yo tendría unos catorce, quince años por ahí, más o menos, cuando empiezo con el tema del tomate. Capaz antes trece, catorce. Porque yo empecé a trabajar de peón así, de a poco, de a poco. Yo tenía quince años que empecé a trabajar de socio ya. Ya había crecido. Ya me dieron una parte que ya atendiera entonces yo antedía esa parte.

Por parte de padre tenían un campo.

Una chacra. Sí y es de la familia todavía. Allá vive un hijo, allá es donde vive Javier. Allá está viviendo él ahora. Es de la familia, eso tiene más de cien años ahí, de la familia Soria. Y... y bueno y ahí empiezo a trabajar, de peón primero y después pasé a integrar una sociedad. Y en ese tiempo se plantaba en quincho todavía. Se armaban esos quinchos, no sé si conociste...

... primeramente, cuando yo empecé, te estoy hablando cuando yo tenía quince años, serían... 1954 o 1955 vamos a poner, se usaba chirca. Lo que pasa que tampoco no había mucho alambre, no había paja, no había... escaso viste, entonces la chirca era lo que había a mano. Entonces se ponía chirca y se ponía paja de arroz y paja de lino, y se tapaba y se apretaba así, con alambre, y eso era el quincho. Y después adelante se ponía paja de arroz para tapar las plantas, arriba de las plantas. Todos los días paja y lino, todos los días. Lo que había, lo que había más en la zona de donde yo vivía de Cuareim ahí era, algo de tomate, era poco, era... en chirca así, pero se plantaban quinientos metros, un puñado, era poca cantidad, pero te daba para vivir.

¿Viviendo para uno mismo y para comerciar algo también?

Sí, sí, comercializaba para vivir, porque lo demás sacábamos de la chacra...

Lo que te daba el excedente, para intercambiar.

Claro. Lo mandábamos para Montevideo. Lo mandábamos en tren, sí porque iba el tren allá todavía. Demoraba veinticuatro horas en ir.
Entonces se hacían con las chircas y se tapaba con la paja de lino, que era lo que había mucho, plantaciones de lino. Porque había una gente de familia rusa. Entonces les gustaba plantar lino en cantidad así. Plantaban tirado por caballo así como te voy a decir, bien a lo «primitivo» todo. Entonces las trilladas, las cortadas del lino las cortaban con una cortadora en un caballo.

Hubo un período ahí... me puse de socio, anduve muy bien. Y esa es una parte interesante porque me hice de una buena experiencia... en el año 1960, antes se plantaba el tomate por ejemplo en junio para cosechar en noviembre, pero yo pensé después, que podía plantar más temprano, me metí en la cabeza. Como la idea es más fuerte que todo lo demás, planté tomate temprano, y tuve, no digo la suerte, tuve la felicidad de que todo anduvo muy bien: quedó preciosa esa tomatera. Entonces cuando yo me casé tenía: mi rancho vamos a decir que era de mi hermano amueblado con, con lo necesario para vivir, y tenía diez mil pesos en el bolsillo míos sin deber nada a nadie; entonces era una fortuna aquello para mí. Por haber hecho esa experiencia.

Entonces de ahí hice copia viste, empezaron a copiar los vecinos y todos porque es una novedad, porque decían que no daba, porque decían que cuando venía la helada, me agarraban con el tomate muy grande. Yo les decía que sí, que era verdad, porque a mí me había quemado varias veces la helada... Entonces yo le decía «lo que pasa es que lo que tenemos que cambiar es la forma de trabajar». Digo, «cuando cae la helada nosotros tenemos que tener plata en los bolsillos. Entonces cuando cae la helada, nosotros tenemos el 50% de la producción en el bolsillo, y después si cae helada chica, nos sacamos el resto». Entonces, se empezó a plantar temprano, porque qué hacíamos: plantábamos en junio, en julio o agosto venía la helada, entonces agarraba todo, frutas, entonces venía y quemaba y no mandábamos nada. Entonces... eso como que pegó viste.

Y se empezó a extender entre los productores.

Claro. Y hoy se planta en febrero, no se planta en junio, y el morrón se planta en enero, en todo este sistema lógico. Lo que pasa que se cambió porque cuanti más temprano plantás, más tiempo tenés de producir. Es más, tenés más posibilidades en los precios también, tenés un rango más...

En ese tiempo había un vecino que todavía vive y que me enseñó mucho a trabajar, y trabajé un poco en la charca de él también... vive ahí cerca. Él llegó con el cronista del diario El Pueblo, te estoy hablando de ese tiempo... me sacaron una foto en la tomatera, y bueno y si, se hicieron una entrevista, yo en ese tiempo no podía ni hablar porque tenía vergüenza.

Lo que pasa que eso allá por ejemplo, no pasó desapercibido... para cuarenta [productores] en la zona que vivían, era un crecimiento, era algo. Fue una producción excelente y bien sanita y todo... no había nada, para decir que estaba mal.

Y después hice otra innovación, después en el mismo quincho utilizábamos antes madera redonda, que eran rebrotes de eucaliptos, que era mucho agua. Entonces teníamos que cambiar la forma porque nos duraba un año, tenía un costo muy alto. Entonces en vez de usar tramas de alambrado compradas en el lugar donde compraba yo, comprábamos trama, quedaba más bajo pero duraba cinco, seis años. Entonces después todos usaban trama.

Así que ése fue el año 1960, un momento de la vida muy importante porque: te casaste, hiciste esa primer acumulación de capital, innovaciones a nivel de agricultura, era un momento...

Sí, sí. Y bueno y después que me casé, hice al revés.

... me casé, tendría ya creo un hermano allá, y él me dio para que yo trabajara. Y no tenía agua, entonces yo le inventé de hacer pozos, semi insurgentes, hice tres pozos en la chacra, en una chacra de once hectáreas. Entonces, tres pozos era un platal en aquél tiempo. Y no sé, el primer año hice dos, un hilito de agua que no daba para nada. Y el tercer año, yo era muy porfiado, eso sí, hice otro. Entonces me gasté mis diez mil pesos. Hice la inversión porque ahí yo ya no era más socio... Cuando saqué la cosecha grande esa me independicé.

Me independicé para dar espacio a otros. Sabés cuál era, yo me independicé después que me casé, porque los hijos de mi hermano ya estaban en edad de trabajar... Me fui no más para la otra chacra, yo vivía en la chacra de mi hermano, yo vivía ahí, me fui a trabajar al campo. Y él me ayudó mucho incluso. Me ayudaban todos.

Gasté diez mil pesos y quedé debiendo todavía. Al año siguiente por ejemplo en dos pozos no saqué agua. Al año siguiente va un sanitario, muy bueno también, muy buena persona, y dice «no sacaste agua», y digo «no», dice «te voy a mandar la máquina y hacé otro pozo». Digo ahí «pero yo no tengo plata». «No importa» dice, «te mando la máquina y vos hace el pozo, mañana yo te mando a medir dónde está el pozo». Me mandó. Ahí yo le digo, «ése pozo lo voy a marcar yo», fui yo y lo marqué, en un lugar, feo, feo...

A mí me marca el agua. Me marca, lo que pasa es que nadie es profeta en su pueblo. Uno si hace para otro capaz que tiene más... Y yo quería asegurar, entonces yo digo «con eso voy a marcar yo». Y fui y marqué.

¿Cómo funciona?

Es una vara verde, tiene que ser una vara verde o un alambre. Yo tenía una que usaba verde, una varita así gruesa más o menos, una horqueta, y apoyas los brazos contra acá [contra el cuerpo]. Y abrís, apretás la vara y caminas despacito. Entonces la vara, donde hay agua la vara empieza a forcejear hasta que uno no la aguanta, no. Tu fuerza no da para aguantar. Cuanti más fuerte la corriente más fuerza. Y cuando te marca, es ahí. Entonces marcás la corriente, las corrientes van así y van así también [perpendiculares]. Hacés eso, y ahí empezás a medir la profundidad. No sé si se mide pero por lo menos uno tiene la ilusión, ¡y ha dado cierto!... Dio. Porque yo marqué el pozo con una piedra, y después llamo a uno que ya conoce para pozos, «bueno, yo quiero marcar un pozo acá», «pero acá es muy feo lugar». Y digo «no, pero yo quiero acá»... Yo había medido también antes viste, porque se mide. Para medir por ejemplo cuando nos cayó la vara, cayó acá, agarrás bien firme la vara, y entras a caminar marcha atrás. Y cuando vos te vas caminando marcha atrás la vara va levantando así, vas dando pasos para atrás. Entonces contás los pasos hasta donde viene el pozo, hasta donde lo empezaste, y eso es la profundidad.... Y ahí hice ese pozo, de cuarenta metros... Y digo agua, con una bomba de treinta y cinco mil litros. Bueno hasta ahora existe el pozo.
Había tenido plata, me hice los pozos y quedé debiendo encima. Y debía, nueve mil pesos; gasté mis diez mil pesos, quedé debiendo nueve mil pesos más...

Había gastado plata, incluso había tenido una helada ahí... unos cuantos problemas... No me fue bien, la ida, pero igual eso era una decisión que yo tenía que tomar y la tomé. Y salí de la chacra, yo le dije «bueno yo en tal fecha te entrego la charca», y en tal fecha la entregué. Salí con un motor, una bomba, un motor que todavía lo tengo, tengo la bomba, y tengo los quinchos... yo tenía dos mil metros de quincho que eran míos. Y bueno llegó más o menos el 15 de diciembre, yo estaba sin trabajo, y yo en enero tenía que empezar a plantar tomate; en enero, febrero, aprontar tierra...

Entonces ahí, un vecino en frente así, que era ruso, fue... yo siempre digo que yo tuve varios padres, yo no tuve solo un padre... Porque mis hermanos son unos padres conmigo y los extraños también fueron padres conmigo. No sé porqué, sin duda fue designio de la vida, de Dios o no sé, de la naturaleza. Entonces fui a ahí y le dije. Yo me daba mucho con él, y le digo «mirá, vengo a hablar con vos, yo siempre fui derecho para hablar así viste, no ando con rodeos para decir las cosas, me gusta decir las cosas por el nombre. Mirá, estoy sin trabajo... y quiero ver si vos me arrendás, o me prestas, un pedazo de tierra». Un señor que vivía solo ahí. Estaba de mi casa a unos cien metros. Y digo «tengo el motor y la bomba, podemos poner en la zanja ahí y de ahí para tu tomatario y para la mía». «Tu no te hagas problema». «Yo lo que preciso es la tierra porque necesito seguir trabajando y tengo que... tengo los gurises pa...». «Ta –dice-, vení no más. Elegí la tierra, adónde te guste».

Bueno. Y elegí. Vivía cerca de casa, a doscientos metros de casa. Ahí. Yo le pedí por un año, dos o tres, estuve diez años. En diez años, yo hice mi casa en Bella Unión -compré el terreno, hice mi casa-, tenía cuatro... Javier era el más chico. Y bueno y nos vinimos para ahí. Porque ya empezaban Liceo los otros y... entonces, eso hizo, que yo creciera en ese momento de vuelta. Crecí, que todo lo que hice ahí, con un poco de trabajo mío y más, más el esfuerzo del dueño del campo y la bondad de él que me dio, nunca me cobró un peso. Ni por... él me daba el tractor para que yo trabajara, me daba el agua, me daba todo. No le daba nada.

Pero ahí viene otra historia, en esa misma historia viene otra historia. Después le toca al vecino ése... yo ya estaba acá, le empezó a ir mal y su fundió. Y mandó a las hijas a estudiar a Paysandú y... se enterró y tuvo que vender la chacra. Y antes de vender la chacra, -yo estaba trabajando bien, no tenía plata pero estaba trabajando bien ahí en la chacra-, me dijo «mirá que voy a vender la chacra, y te vengo a ofrecer a vos». Yo le digo «¿a mí me ofreces?, no, te equivocaste; a mí no, si tuviera la plata para comprarte la chacra, no te la compraba, te daba la plata», digo «pero yo, comprarte tu chacra, usando la tierra de tu chacra que vos me diste diez años, y voy a comprar tu chacra... Una que no tengo plata, si tuviera te la presto, te la doy, haríamos negocio, pero... hablar de comprar, ni me hables».

Había otro vecino y me dice, «si vos querés la plata para comprarle la chacra yo te presto», un tipo que tenía plata... el señor me entendió. «Yo le quedo agradecido por su forma de ser, pero yo no puedo hacer eso; yo si le compro la chacra a él ya no voy a dormir nunca más, porque creo que lo peor que yo puedo hacer en mi vida, es aprovechar... el momento que él está pasando». Digo «yo ya le dije que no, y le dije que vendiera a quién quisiera”. Y vendió. Y digo, me vendió conmigo adentro... en una de las cláusulas del contrato, el que compró es amigo mío. Era casi de la zona, era un cañero muy fuerte. Muy buena persona, excelente persona era. Entonces le compró, y en unas de las cláusulas decía que me dejara terminar la producción de tomate, que después yo salía. Entonces yo terminé, llegó fin de año... Ahí yo fui y le dije a este señor que compró, «mire, ahí está su chacra, limpia», y dice «¿porqué no te quedás un año más?» Le digo... «mire, le agradezco mucho, pero lo que pasa que... yo ya alquilé otra chacra, arrendé otra chacra»...

Yo había hecho el cambio ya. Y arrendé otra chacra por tres años. Arrendé a medias con otro muchacho que yo trabajaba mucho con él. Unos cuantos añitos, treinta años tenía. Y trabajamos tres años nosotros, y el hombre nos pidió la chacra; quería vender también. Éramos dos, y después tenía a mi sobrino que trabajaba conmigo. Entregamos la chacra. Digo «vamos a entregar, vamos a esta otra», adonde estamos ahora. Siempre arrendando.

Entonces, después este sobrino mío dejó de trabajar con nosotros, se dedicó a la política. Y quedamos solos, Ballesteros y yo en la chacra. Entonces, también surgió otro tema ahí, él tenía hijos grandes y yo tenía hijos, grandecitos ya. Entonces un día le dije, «vamos a separarnos, vos quedás con la mitad de la chacra y yo con la otra mitad; porque vos tenés tus hijos y yo tengo los míos. Vos, a tus hijos los crias como vos querés y yo a los míos como yo quiero, porque no vamos a tratar de entrar en ese tema. Vamos a repartir la chacra, si vos querés que trabaje acá vos lo traes acá a tu hijo, y si no querés seguí solo vos y yo sigo con los míos allá y ta». «Ta» dice. Llamamos a un técnico, evaluamos las cosas, la azúcar, la caña que teníamos, las tomateras todo, tanto vos, tanto vos. Él se quedó con una parte yo me quedé con la otra. Seguimos dándonos una mano, ayudándonos uno al otro y todo lo mismo, como si no existiera la separación.

Pasó el tiempo y este muchacho se funde también. Entonces va y me dice, «te entrego la chacra para laburar vos, porque las dueñas me quieren quitar pero está todo...». Ahí nos separamos, nos separamos el negocio, está viviendo allá. «Te entrego hoy –dice-, y vos te arreglas con los dueños». Y yo le digo «no, no puede ser así, deja que sigan su curso las cosas, yo voy a hablar con los dueños y voy a hablar con los hijos grandes, yo voy a hablar con ellos y vamos a ver qué hacemos». Así que, no hubo arreglo, el entregó no más la chacra. Le pidieron y él entregó todo. Bueno, después que la entregó, me vinieron a ofrecer la chacra a mí, los dueños de la chacra.

Eso fue... más o menos en 1990. Quedamos bien, él entregó la chacra yo después le arrendé a los dueños, y él quedó sin trabajo. Un día me aparece en la chacra allá y me dice... «¿vos no me das trabajo, tres años así yo me puedo jubilar?». Le digo «oíme, vení mañana», bueno lo puse en la caja y de ahí trabaja. Es muy trabajador. Muy amigo mío, nos conocíamos, trabajamos juntos treinta años casi, y vecinos. Entonces después el hombre se enferma, y no puede trabajar.... Él quería trabajar a veces pero viste, era un terminal. Yo lo dejaba que él viniera porque si yo le digo... yo trabajaba bien y podía pagarle el sueldo sin que trabajara, no me hacía nada a mí. Y yo iba todos los sábados, yo iba a la casa de él y, y él estaba con las hijas, la madre de la señora, y llevaba el sueldo de él. No alcanzó a jubilarse...

Y una de las cosas que cuando era niño soñaba, y te digo y estoy de grande... Después que me casé era, ser técnico en electrónica, me quedó eso: técnico en electrónica. Entonces yo cuando me mudé para Bella Unión -porque allá en la chacra ya manoseaba la radio-, cuando empezó a venir la radio a transistor... yo ya... metía mano, me encantaba. Entonces cuando vine para Bella Unión hice un estudio, en la Escuela de Comercio, y bueno y lo terminé, y después hice prácticas allá, y vine acá también a la Escuela. No hice práctica, estuve un día acá. Y después empecé allá, seguí con mucho esfuerzo, con mucho, y bueno, puse un taller. Junto con un amigo mío pusimos un taller de arreglo, de reparaciones, de reparación de radio y de televisión. Trabajamos diez años juntos.

¿En qué años?

Creo que en 1974 [hasta 1984], por ahí más o menos. En 1974 creo que fue que yo me recibí. Y me fue bien porque, no te voy a decir que reparé todo ni que arreglé todo ni que era un capo sino que simplemente a mí me dio, honestamente hacer lo que yo quería hacer. Lo que yo quería era tener más ingreso, porque los gurises en ese tiempo gastaban más, entonces la chacra no me daba... Yo a veces llegaba a las seis de la tarde todo embarrado, y llegaba y me bañaba y me cambiaba de ropa y era «el técnico».

Entonces hasta las dos, a las tres de la mañana yo no me acostaba. Me acostaba a las dos, tres de la mañana me levantaba para ir a la chacra en ese día. Entonces era sacrificado pero yo, llegaba el fin de semana y tenía plata viste. Y tenía que comprar un cuaderno y tenía plata, había que comprar carne y yo tenía plata porque, la radio y la televisión siempre van entrando. Y los domingos, que eran los días que yo estaba en casa normalmente, o los días de lluvia: a sacar trabajo. Y sacaba, iba poniendo ahí arreglado y bueno, era solo levantarme después. Y estuve diez años hasta que se me fue yendo la vista y tuve que dejar.



3.
El campo y la producción hortícola

Los que nos gusta vivir en el campo, o los que, por alguna razón quedamos en el campo, yo creo que el campo nos une a la naturaleza, al cosmos, creo que vivimos una vida cómo te voy a decir, en el cual pisamos la tierra, vemos el sol salir, miramos las estrellas... Nos inspiramos en todo eso porque, es una inspiración. Porque si vos te ponés a mirar... Yo te digo porque cuando era joven siempre miraba, me encantaba al atardecer sentarme y estar una hora por ejemplo. Yo lo llamaba para mí -hoy se llama meditación-, para mí era separar el cuerpo del espíritu, más bien porque yo me quedaba como vacío, me sentía vacío y elevado.

Me preguntaba qué había más allá de lo que veía. Yo sé que nuestros ojos pueden ver lo que pueden percibir, pero que nuestro pensamiento llega más allá de mucha cosa y nuestra imaginación también, lógico, que sé que viene a ser el producto de nuestra felicidad o nuestra infelicidad. Porque siento que juegan un papel [del] más importante. Yo creo que el pensamiento viene a ser como la comida del ser humano, la comida espiritual. Porque con el pensamiento es que nosotros llegamos a idealizar cosas, a convivir con el otro semejante, con el prójimo, y con nuestra humanidad. Yo creo que un pensamiento siempre, siempre fue, lo que pasa que nunca tampoco se dijo porque vivíamos dentro de una caparazón vamos a decir en el cual no se decía eso.

Entonces yo creo que el campo, para mí tiene algo... cómo te voy a decir, algo divino, algo sagrado. Porque dentro del campo vos convivís con todo, o la mayoría de los seres del universo. Y después que te acostumbraste a ello, es tan lindo convivir con ello, que... es una armonía, es como una armonía que existe entre el hombre y lo que lo rodea. Porque muchas veces nosotros no vemos lo que nos rodea. Porque lo que pasa es que a veces nuestro ego, que todos lo tenemos, no nos deja ver cosas. Al caminar en la vida caminamos con la frente muy alta, entonces a veces pisamos las cosas, y no sentimos tampoco el dolor de lo demás, porque nosotros sentimos el dolor cuando nos toca a nosotros, o a quienes nos rodean. Generalmente, no lo sentimos como... le está doliendo al semejante o a otra persona, o a un animal principalmente, que no sabe hablar, pero sabe expresarse también.

Y eso es lo que te hace pensar muchas cosas en el campo, en el cual vos, vos estás viviendo... fuera del cemento vamos a decir, de el andar apurado, que el ómnibus, que el taxi, que la hora; corremos detrás del tiempo. Y sin embargo el tiempo es igual para todos. Pero el tiempo en el campo para los del campo es mucho más, porque hay tiempo para todo. Ahora hay menos tiempo porque claro, nos ha quitado un poco el tiempo la televisión, quitó la radio... los diarios, los comentarios, el contexto mundial y todas esas cosas... Pero por ejemplo, antes, no había radio, no había televisión, no había nada, nos juntábamos todos alrededor de... después que terminábamos las tareas del campo, e ir comentando qué pasó en el campo, qué pasó en un lado, en el otro; terminaba ahí y después a dormir, porque no había otra cosa que hablar.

Es otra vida. Que no quiere decir que aquella es más buena y esta más mala. Porque tampoco a veces no podemos elegir, porque si vos sos un técnico industrial, lógicamente si la industria está acá vos no podés estar en el campo. O cualquier profesión que tengas. Tampoco hay que decir que todos tenemos que ser del campo...

Me parece que la tierra es para el que trabaja la tierra. Esa es una de las cosas que las tengo claras. Porque vos no podés, si bien todos tenemos la capacidad de hacer todo... primeramente –para ir al campo- te tiene que gustar el campo, y segundo, tenés que saber trabajar en un campo. Que parece fácil pero no es tan fácil.

No es tan fácil porque... Uno se da cuenta. Que es lo mismo... nos pasa a nosotros cuando venimos a la ciudad que aprender a manejar, abrir una puerta, que apretás el botón del ascensor, una cantidad de cositas que tenemos que aprender. Pero eso se aprende, es más fácil de aprender. Pero en el campo se aprende trabajando. No es que te dicen, te llevan un libro y te dicen «va para acá el campo». Todos los días cambia, todos los días cambia.

Y en cuanto a la tenencia de tierra, como vos preguntabas ayer... cuando se hizo el mundo creo que no se hizo separado a la tierra, «y esta es de fulano, y esta de fulano y esta es de mengano», no. Creo, que se hizo la tierra en sí y ahí se expandió toda la humanidad. Pero hoy por ejemplo está pasando un caso diferente. Porque la tierra es de todos, tendría que ser de todos, y quizás de los menos poseídos, en menor posición, porque... al fin y al cabo una persona compra diez mil hectáreas de campo y queda con medio Uruguay.

Y los demás tenemos que arreglarnos con lo que quedamos. Porque si una persona compra diez mil hectáreas y pone una población dentro de ella, está haciendo bien, sea el idioma que hable no importa, porque eso también no le importa, ni el capital que tengan. Pero lo que pasa es que es realmente el que viene a comprar un campo acá en el Uruguay, viene porque tiene dinero y porque es un negocio comprar campo. Vos date cuenta que una hectárea de campo acá en el Uruguay debe valer mil dólares las mejores tierras. Y yo sé que en Argentina vale de dos mil quinientos, diez mil dólares. Y bueno y en Brasil debe ser lo mismo. Y en otro lado debe ser lo mismo o más.

Además, lo que pasa es que también perdemos la riqueza natural que tiene cada país. Porque nosotros no tenemos que velar solo por lo nuestro hoy, sino por los que siguen. Nosotros dentro de diez años heredamos un Uruguay con el 20% de la tierra, vamos a suponer que van a ser, independientes de estos que tienen el 80%. Eso es un razonamiento... Yo creo que las cosas tienen que ser, las cosas se han hecho para todos. Así como nosotros tenemos todo, las cosas es para todos. Depende de nosotros mismos llegar a ello.

Eso es lo que se dice por lo menos y lo que uno cree. Lo que pasa es claro, que en eso juega un papel muy importante las decisiones de los que gobiernan un país. Porque si a vos te dan cien hectáreas de tierra, y vos tenés una pala de dientes no te están dando nada. Aunque a vos te den diez hectáreas de tierra pero que te den, no diez palas de diente sino simplemente que te den las posibilidades de vos crecer... Que te capaciten, que te enseñen tecnología, que vos aprendas a hacer. Y eso yo creo que es lo más interesante sobre la tierra.

... el tema de plantar la tierra o tener animales, vos sabés que ése es un negocio, depende del tamaño de cada productor, de qué produce la tierra, y depende del tamaño del que tiene la vaca. Pero si hablamos de la clase media o de pequeños productores, yo digo que los dos son un trabajo. Creo que, el que pueda también criar vacas y hacer agricultura, o hacer una cosa sola... Pero el tema pasa porque también nos falta voluntad, planificación para mí.

Porque el productor si bien sabe planificar un predio, no sabe planificar más allá del predio, la parte económica, los mercados. Ahora se habla de «globalización», se habla [de] los mercados esos, es mucho más exigentes. Eso tenemos que meterlo en la cabeza, es la realidad. Porque antes, vos ponías la fruta dentro de un cajón de madera y traías al mercado y lo vendías. Ahora ya no es así. Y en los mercados internacionales más, más exigencia. Entonces, hay un cambio en el mercado de agricultura. El agricultor, o el productor, tiene que cambiar también. Tiene que cambiar. Y hay una de las cosas que siempre hablamos ahí en... las reuniones, y es el tema de -yo no sé si es como una forma de vida que se arraigó en el productor, o en el horticultor, en el pequeño producto para ser más preciso- ser reacio a juntarse.

Porque somos todos reacios a juntarnos. Porque es difícil, cuando además, seguimos hablando del mundo que se habla en lo que hace a juntarse. Entonces cuando vos querés una referencia de un grupo de productores, no existe. Existen productores, hay muchos productores. Pero vos hablas con los productores por ejemplo para ir a una reunión, para tratar de juntarte, no para hacer manifestación ni para hacer nada fuera de lo legal, sino simplemente para organizarte y decir «bueno nosotros como productor necesitamos, esto. Precisamos capacitación, precisamos tecnología, precisamos saber los mercados que tenemos, dónde están los mercados, cuáles mercados son los que tenemos que acceder, qué podemos hacer en el Uruguay». Y eso todo, es una forma de presentarte a determinados gobiernos para que ellos con sus técnicos estudien qué es lo que nosotros queremos.

Porque nosotros sabemos lo que queremos, el tema sabes cuál es: es juntarnos para decir «acá existe una organización de productores de...» uva, y otra de durazo, y otra de tomate, y otra de zapallo y otra de lo que sea; «pero acá, habemos cien productores o habemos veinte, pero estamos juntos, estamos juntos». La calidad es la misma, y la misma variedad, el producto es homogéneo, que eso es otra de las cosas que es interesante.

Hoy ya no te aceptan que vos mandes una naranja de este tamaño y otra chiquita al lado... Yo digo porque tuve la suerte que, por entrar en el PREDEG
[9], me han dado capacitación sobre el color del tomate, sobre el tamaño. Y cuánto pierde por ejemplo en una caja de tomate si van más tomates, van tres tomates de un color por ejemplo diferente, y ya pierde calidad, y si va uno picado pierde más calidad... Pero el problema más grande que creo... -la horticultura, o los pequeños productores uruguayos- que tenemos: somos reacios a juntarnos.

Yo creo que eso... para mi entender es un reflejo de la realidad de país que tenemos. Porque depende el país que tenemos es como somos. Porque si, ves desde el Ministerio de Ganadería, o de donde provenga, de donde sea, te asista. Y con que te asista no te quiero decir que te asista solo económicamente sino que te asista tecnológicamente, de que traten de que vos te integres, que te digan porqué tenés que integrarte a la organización. Porque hoy el mundo de a uno ya no va más. Vos viste ahora los bloques, cómo le compra la OMC, que el ALCA, que el MERCOSUR, y seguimos nombrando y son todas organizaciones grandes. Por alguna razón, Europa, está como está.

Ahora, también a su vez a los gobernantes los elige la gente.

Lógicamente, los elegimos la gente. Lo que pasa que yo creo que... los mismos productores no tenemos la capacidad de llegar a los gobernantes. Yo no sé si no tenemos la capacidad o no nos dan el espacio, pero vamos a decir que es la capacidad, para llegar a los gobernantes y decirles «nosotros lo que precisamos es esto para producir; lo que precisamos son estudios de mercado, precisamos...». Porque lo primero de cuando vas a poner un negocio es qué tenés que estudiar: qué mercado tenés. Después vas a planificar el negocio, vas a buscar las posibilidades que tenés, vas a buscar las fortalezas y las debilidades. Y dentro de este contexto tenés que moverte. Yo creo que por ahí pasa eso. Porque los gobiernos como que no le dan importancia, o mejor dicho, nuestros gobiernos -no son todos los gobiernos- no le dan importancia...

El campo, en el Uruguay... en realidad es lo más rico que tenemos porque tenemos agua y tenemos tierra, que hoy día hay muchos países que ni tierra tienen y tampoco tienen agua, parece que lo que tenemos no lo vemos como riqueza. Entonces el crecimiento nuestro es tan pequeño, porque somos un país pequeño, pero crecemos también muy poco, somos muy pequeños para crecer. Porque tenemos poca capacidad de asimilar, porque sólo decimos que tenemos que competir, pero nadie dice «para competir nosotros tenemos que formar esto». Ésta organización. Yo te digo por las mesas de cebolla, de ajo y de tomate y pimiento, surge esa pregunta. Surge esa pregunta, y surge la pregunta: «¿porqué los productores no se organizan?». Y se los puede organizar.

Y yo te hablo con propiedad porque te hablo de Bella Unión, que Bella Unión al lado de Uruguay es... En una parte, cultivo de caña. En horticultura es tan desorganizado como en otro lado... El problema no es si a mí me gusta como vos hablas o qué dijiste mal o bien, u opinaste al revés. El problema es tratar de sobrellevar el negocio. Mirar más allá de nosotros mismos, mirar el negocio; para que sirva para la comunidad. Nosotros nos podemos juntar diez veces pero para la comunidad es como... Nosotros en Bella Unión por ejemplo es como si no existiésemos porque hay uno por cada lado. Entonces se han formado cooperativas, se ha formado grupo de productores. Y bueno algunos duran un mes, otros duran seis meses... Y se terminan, se terminan porque uno habla «no porque está muy frío» otro porque... no le gustó lo que dijo el otro y bueno... Y a veces por ejemplo cuando armas todo -que ha pasado- para exportar, tenés todo armadito para exportarlo, le ofrecen más plata, porque ese productor está necesitado de más plata es natural, porque si a vos te venden y vos tenés un compromiso para cien cajones para la Argentina y vienen y te quieren comprar los cien cajones a un precio mayor al que vos lo vas a vender a Argentina, vos también tenés que tener que entender y decir «no, yo tengo comprometido para el día, -o- lo único que le podemos vender son diez».

... el otro, te va a comprar todo el año, porque tiene un mercado. Y eso es lo que no podemos hacer ver, más allá de las cosas. Y entonces a nosotros, sacar la mercadería hacia la Argentina hacia el Brasil adonde sea, desabastecemos el mercado nuestro, y la oferta nuestra también vale. Y muchas veces pasa, que diez mandan para la Argentina y veinte quedan para mandar acá porque saben que aquí va a subir más que allá. Entonces es un juego...

De especulación.

... de especulación, entre productor y productor. Que no debería ser.

¿Y has notado alguna diferencia a lo largo de todos estos años?

Los horticultores yo creo que han crecido en área en un tiempo y ahora está muy baja el área de la horticultura. Muy baja el área porque todos tenemos problemas económicos, hay poco productores que no tienen, y como que ha caído el área de producción. A partir de 1998 en adelante ahí empezamos en caída. Y ahora ya estamos yo creo que en el fondo no sé si vamos a levantar de vuelta. Pero yo creo que sí que se va a acomodar esto, porque hay que ser optimista, y creo que lo nuestro tiene que acomodarse porque, eso forma parte de la comunidad nuestra en la cual se vive mejor produciendo mejor. No es lo mismo trabajar, doscientos, trescientos productores, que dan trabajo a otros doscientos, trescientos o mil, que trabajar diez o veinte. Entonces, creo que por ahí pasa y creo que se va a revertir.

¿Cuando eras niño y adolescente, y empezaste a trabajar, cómo era este tema de los horticultores?

En ese tiempo era diferente, era otra época... además las fronteras eran cerradas, lo que entraba de contrabando si entraba algo... muy poco, muy poco. Era más bien la producción nuestra, principalmente en el Norte, se llamaba «primicias de Bella Unión».

... se le decía primicia porque en Bella Unión era lo primero que se sacaba. Pasaba el invierno, en el invierno estábamos produciendo, cuando en el Sur no se producía nada. Entonces íbamos a noviembre, diciembre, terminaban las plantaciones de allá y ahí empezaba el Sur. Lo que siempre se llamó primicia; tenía un valor aceptable en el mercado.

Éramos más unidos pero... no como institución. El tema es de institución. Que en realidad somos unidos, pero no institucionalmente porque cuando vas a hacer la institución, ya no existe. Somos todos amigos, todos nos damos todo, todos nos prestamos todo, colaboramos con todos pero cada uno sigue su forma. Aunque institucionalmente no cambiaría nada lo único que cambiaría quizá en el mercado la forma de vender. Lo que no se pudo nunca realizar una institución; en cincuenta años estuve en... tres o cuatro formación de instituciones para hacer una cooperativa o un grupo de productores. Bueno y estuve un tiempo, estuvimos cinco personas juntas trabajando, vendiendo, trabajamos muy bien. Que eso sí dio, dio muy bien, pero después la cooperativa CALAGUA nos hizo cerrar la empresa esa...

Te quería preguntar en particular por lo que se llama la «revolución verde» desde 1955 cuando aparecen los agrotóxicos. ¿Qué transformaciones hubieron allí en el campo?

La «revolución verde» aparece, después de los años cincuenta... Allá llega a través de la caña de azúcar. Llega los fertilizantes... no llega tanto los herbicidas; llegan primero los fertilizantes. Y llega esa «revolución» en el trabajo de la horticultura porque el fertilizante era muy bueno. Y bueno, como toda cosa que vos no sabés, o mejor dicho, cuando te venden algo y vos probas y anda bien, para vos es la buena solución, y además una solución muy grande para el productor, cargar con la carga de abono un camión, que tampoco camina bien, del corral de veinte kilómetros, que comprar una bolsa de fertilizante, que con cinco kilos arreglabas todo el problema. Con cinco kilos por fila de tomates.

Entonces eso trajo aparejado que se fue dejando el abono de corral, pasamos mejor dicho, pasamos de producciones orgánicas podría decirse -o sin agrotóxicos, o sin fertilizantes-, porque a medida que vinieron también vinieron los agrotóxicos a los poquitos años, al poquito tiempo aparecieron los herbicidas, y aparecieron también para tomate... lo primero que apareció que yo conocía fueron los fertilizantes químicos de Alemania, eran importados; regabas la planta y se notaba la diferencia.

Anterior a ese período, digo a la llegada de los fertilizantes, nosotros echábamos salitre de Chile... urea vamos a decir o Nitrógeno para ser más preciso, al 11%. Era sacado del mar, en Chile. Eso era lo que se usaba para las plantas... es una cosa que queda poquito, era lo único que se usaba.

Y después se usaba por ejemplo la harina de hueso, que era lo que se usaba como Fósforo antes de que entraran los fertilizantes. Cuando entraron los fertilizantes fue una revolución. Porque vos plantabas, por ejemplo le dabas aquello y a los dos meses no sabés lo que era el proceso. Incluso vienen ahí los que vendían el producto... Reunían a los productores y pasaban las diapositivas mostrando las fábricas, cómo se hacían, los colores, el abono que hacían, los efectos que tenían. Y todo era bonito y todo era lindo. Porque antes no se usaba el herbicida en la caña de azúcar, poca área. Se carpía, entonces al carpir, se ocupaba mucho más mano de obra. Entonces esa mano de obra que tenía el obrero, lo llevó los fertilizantes. Los fertilizantes no los herbicidas. Y bueno y ahí apareció los agrotóxicos también para el tomate. Llegamos a conocer... F[...], T[...], que en aquél tiempo era el número uno en el mundo te voy a decir. Y apareció contra la langosta el Gamesan... después el Landel... yo trabajé con ellos...

La langosta... cuando venían golpeaban los gajos, se caían los gajos enteritos. Si quedaban la noche entera, vos cuando te levantabas de mañana ves que son dos palos no más en la chacra. Yo alcancé a verlo pero yo tenía seis años. Me acuerdo clarito así.

Cuando yo empecé ya habían los productos, se carpía en la parcela que había, estamos hablando de caña. La chacra de mi hermano y la otra chacra de los vecinos se carpían. A veces se carpió dos veces por año.

Y además había los tractores especiales para la caña de azúcar viste, es otra cosa que cambió también. Los tractores especiales por ejemplo venían de esta altura, si vos ponés un tractor con una caña de esta altura hoy, quebrás todo, no te sirve la caña. Entonces los tractores que venían antes de esta altura, de la rueda a la panza del tractor te voy a decir, entonces pasaba arriba de las cañas, arriba de la hoja. Entonces podías aguantar la caña para arrimarle tierra, entonces no venía pasto. Era otra forma de trabajo.

Después de que aparecieron los herbicidas, ahí se cambió la forma, ahí se empezó a echar herbicida con las máquinas, incluso a mano, con máquinas pequeñas o sea mochilas. De ahí bueno, de ahí se inundó de todo esto.

En cantidad se veía la ventaja. Porque lo que pasa es que tiene un costo muy alto carpir la caña de azúcar. Tenía y tiene. Porque lo que pasa es que depende del pasto que tenga, depende de la tierra que tenga, y depende del obrero que tenga adentro. De todo, es muy complejo... Yo creo que el herbicida en un área grande como la que se está haciendo, creo que es muy difícil de dejar. Y bueno los fertilizantes, también en un área grande o en un área chica, si no sacás determinada cantidad de kilos de azúcar no cubrís los costos. Entonces también el herbicida forma parte de ése cultivo. Claro que se puede hacer, digo ahora que estuve haciendo un poco allá... sin fertilizante solo con agua. Sale... es una experiencia. Ahí hay que afinarla, hay que ver las variables y una cantidad de cositas, de detalles que quedan para ver todavía. Que no quiere decir que no se pueda hacer, yo creo que en áreas chicas, para mí se puede hacer.

En lugar de hacer cien hectáreas un productor, hacé en cien hectáreas una parte para cada uno, en un predio. Entonces sembrás todo orgánica porque una hectárea es fácil de cuidar. La podés carpir, la podes trabajar, bien... en vez de hacer un productor cien, que hagan cien productores una, al revés. Entonces eso... el otro día lo hablaba con Leonardo
[10], lo veo como un futuro en, en lo que hicimos porque yo, fue él en eso y... yo le puse el abono para hacer y probamos viste. Yo lo veo como una cosa que va a traer su beneficio. Porque total que un productor tenga cien hectáreas, o cincuenta o veinte hectáreas, un productor chico vamos a hablar, si planta una hectárea, y saca la mitad de caña vamos a suponer, pero lo saca en forma ecológica (que no es ecológica pero sin fertilizante y sin herbicida) yo creo que él va a ganar igual que la otra y le va a servir para ayudar al predio. Porque con esa caña se hacen muchas cosas. Nosotros ya probamos una cantidad de cosas para hacer allá y dan resultados. Nos falta afinar muchas cosas. Porque también pasamos por un tema económico... si se hubiese conseguido financiar algunas máquinas para trabajar bien, creo que eso da. No tengo duda. A mí no me queda duda que da. No da en otras cosas.



4.
Bella Unión:
una comunidad sin fronteras

Es sabido que el tema de la relación campo – ciudad ha sido largamente tratado por muchísimos autores. Creo que por fin en la actualidad nos encaminamos a una manera de ver esta relación de una forma más rica, como diferentes densidades en la ocupación del territorio.

En regiones como la de Bella Unión, y más exactamente, la del río Uruguay medio en su confluencia con el Cuareim, se han desarrollado una variedad de procesos que hicieron posible una integración cultural en forma natural digamos, por la misma necesidad de las comunidades por sustentarse y sobrevivir, por los lazos genealógicos que unieron y siguen uniendo a los distintos contingentes humanos. Esto nos permite calificar a la región como de típico escenario para el futuro cercano, no sólo del continente sino del planeta. Espacio de «hibridez cultural», la triple frontera nacional es un calidoscopio de identidades múltiples. Y no solo en lo concerniente a las nacionalidades, sino que también por sus características, es un lugar de cruce de diversas perspectivas sobre la producción rural: trabajadores, pequeños productores, comerciantes, técnicos nacionales y extranjeros. Lo veremos más adelante junto a Don Antonio, Bella Unión se ha caracterizado por ser emprendedora, y esta capacidad radica en mucho sentidos en la fecundidad que se desprende del magma culturalmente diverso en el que se soporta la comunidad. Diversidad que además está acompañada de una historia de intentos de integraciones más duraderas frente a los avatares del tiempo, historia de una luchar frente al decidido desinterés de los centros urbanos preponderantes de los estados involucrados en la región para que Bella Unión alcanzara a llevar a cabo sus proyectos de desarrollo.

¿Cómo era la vida de frontera? ¿Había un límite?

No había un límite entre Uruguay y Argentina y entre Uruguay y Brasil. Pero entre Brasil por ejemplo eran menos complicados que Argentina. No sé digo, pasábamos en bote, una chalana chiquita... Se pasaba para el otro lado del río y se iba a la Barra a comprar. Se traía yerba, se traía tabaco, se traía azúcar, y bueno y algún día esas cosas se traían, si tomaban un trago de caña ta traía caña. Y rapadura esas cosas bueno es lo que había más. En ese tiempo habían pocos comercios ahí. Entonces se pasaba para allá, y se traía se venía en el bote. Pero había una restricción en la frontera. En lugar de traer un paquete de yerba traías dos ya te quitaban uno...

Pero después, yo no sé si fue década del 1950, [en] el puente del ferrocarril... habían puesto maderas arriba, estaban las vías, dejaban las vías, cruzaba el tren y, después enmaderaron todo entonces cruzaban los autos también. El único que cruzaba era uno, cuando entraba uno tenía que esperar el otro en la otra punta, que el otro saliera para cruzar. Primero habían unos teléfonos después ya no había más. A veces se encontraban en medio del puente, los dos eran rudos, se encontraban en la mitad del puente y se enojaban, «vos tenés que dar marcha atrás», viste.

Uh... los medios de comunicación de la época. Pero eso fue todo una revolución me imagino, poder pasar en auto...

Sí, sí, llegó a una revolución porque pasaban botes. A veces íbamos por ejemplo a la Barra, como venían ellos para acá, a jugar al fútbol o a comprar, y teníamos que quedarnos de aquél lado porque venía un tormenta o algo, y no dejaban pasar, o el río estaba muy crecido, crece el río y... te acostaban en el puente y tocabas con la manos.

Y a nivel de nacionalidad entonces, ¿en algún momento sentiste la necesidad de diferenciarte brasilero, uruguayo, -esas cuestiones de Estado? ¿En el diario vivir de esa zona, importaban o no?

No... allá en la zona nunca importó, si vos eras brasilero o eras argentino o uruguayo. La zona en eso nunca tuvo problema.
Allá ahora bueno, hacé de cuenta que ya no existe frontera, ahora estamos más unidos que nunca por suerte, cambió todo. Ese otro puente nuevo que hicieron. La Argentina, también cambió porque Argentina era mucho más complicado antes, ahora mucho más fácil. No es como Brasil. Porque Brasil uno entra va hasta Uruguayana y nadie se entera cómo entró. Yo he ido a Porto Alegre por ejemplo, con documentación en regla y todo y, fui y vine y nunca me pidieron... nada, y he estado un mes allá.

Y entonces como que no importa mucho. En Brasil, no le importa mucho esas cosas. Creo que Brasil acepta más la integración que Argentina, es diferente porque... no sé si son las leyes, no sé cómo es el tema ahí que, que tienen más restricciones, un poquito. Por ejemplo a Brasil, un menor va al lado que quiere y vuelve, a la Argentina si es menor no puede ir. Por ejemplo a Brasil vos vas con quien vos querés... allí nadie te dice nada. Y si vos vas por ejemplo, y vas a comprar algo allá y querés venir para acá decís «yo llevo esto y esto; está el documento, yo compré», «ta, vení». Lo único que interesa allá es si vos pagaste el impuesto, si vos pagaste, porque sino robaste lógicamente. Y vos mostrás el documento...

Mirá, ahora hay mucha gente de Brasil que está plantando allá. Pero... hace ahora, no hace un tiempo que están acá. Lo que pasa que el Mercosur o la unión de la frontera, creo que va terminando con ese miedo... El ciudadano brasilero, yo creo que si viene, planta, y hace las cosas como tiene que hacer me parece que, es como todo. No podemos ponernos tampoco a discriminar y a decir «aquél porque es de Brasil y aquél porque es de no sé dónde», yo creo que si viene, planta, da trabajo, paga los impuestos que tiene que pagar, y hace las cosas como las tiene que hacer, me parece que no tiene ninguna...

...ahora por ejemplo ahí en Bella Unión hay una integración muy grande. Vos a la hora que vos quieras ir para Brasil vos vas entras y salís, venís nadie te dice nada; y ellos vienen acá y van y tá. Hay gente que dice «bueno sí, pero los brasileros vienen y venden todo acá y cuando vamos allá no nos dejan vender», y a veces es así, a veces es así. Pero como todavía no hay una legislación que diga «no», se puede dudar, porque los brasileros lo que tienen es que protegen mucho lo de ellos. Y nosotros somos al revés, nosotros no protegemos. Entonces por eso es que nos damos cuenta de eso. Si nosotros fuéramos protector de lo nuestro, -no nosotros digo los gobernantes nuestros- los gobernantes nuestros no nos protegen a nosotros, ni los agricultores, ni los horticultores, ni los naranjeros, ni nada. Porque de eso está la prueba.

[Lo] he dicho en muchos lados, está la prueba porque cuando tenemos tomate, que el precio subió un poquito, que se puede arrimar los precios para sobrevivir del trabajo, no sé a quién se le da la gana de, con plata, ahora que hay una comunicación rápida y tecnología, va al Internet y pide dos camiones, tres camiones de allá, y en veinticuatro horas lo que valía veinte pesos vale cinco. Hay una cosa que yo aprendí, que no aprendí porque hubiese estudiado sino, lo aprendí porque tanta gente me dijo. Y creo que hay una razón, que dice que el capitalismo, el capital, es el que domina el mundo, y yo creo que es eso lo que domina el mundo. Porque si él quiere comprar, en los mercado nuestros, todo, en un año, o en dos, y nos hace pensar que tenemos mercado y a los dos años no nos compran más nada, entonces después el mercado... Y yo creo que eso es lo que se usa por ahí en otros países más desarrollados, yo creo que viene por ahí las cosas porque, te compran, te compran, te compran, saben que vos te embalaste cuando te embalaste: «esto ya no va más» entonces, tenés que hacer otra cosa. Y ahí en ese ínterin, se cae el mercado para vos. Pero lo que pasa que siempre el sufrimiento es de los más débiles, siempre.

¿Y siempre fue así?

Y siempre fue así, siempre fue así. Lo que pasa es que... estamos bombardeados por los países más grandes, estamos apretados acá. Y además no tenemos mucho para elegir, porque tampoco tenemos para ofrecer. Porque acá se habla mucho, pero somos tan poco, que yo creo que hablamos más de lo que vendemos. Yo te digo porque ha pasado en Bella Unión, han venido por ejemplo los de la CEASA, la CEASA compra mercadería para los supermercados, es grande eso... de Brasil... entonces no te viene a pedir un camión por semana, te viene a pedir diez camiones. Y vos le hacés como dice una vez por semana y no sacas ni uno. Le sacas en la fecha en que están produciendo o sea dos, tres meses, y después no te da para nada. De ninguna mercadería. Salvo estamos hablando, o sea carne lógico hay pero, otras cosas...


Allá en Bella Unión no sólo hubo la «revolución verde» sino, hubo un tiempo atrás, antes de comenzar CALAGUA. Capaz que sea en los ochenta por ahí
[11]... había como treinta ingenieros agrónomos o veinte no sé cuánto, y vino plata del exterior, plata sin retorno para todo eso, para los ensayos. Se hizo buenos ensayos. Y bueno, después parece que le pusimos un nombre muy grande, que se le dio, el «Polo de Desarrollo». Y yo creo que cuando hablamos de eso: cuando se termino la plata se terminó el polo. Entonces en principio se hicieron las cosas bien y después ya no se hicieron tan bien y bueno.

Y eso, ahora voy a redondear, eso también es culpa nuestra. Porque no es que la culpa es de los que estaban dirigiendo, porque estábamos nosotros. Entonces nosotros si hoy tenemos una organización, que decís «bueno mañana tenemos que ir al directorio y pedir una audiencia», y decir «nosotros queremos que se haga esto». Eso es lo que me parece a mí que tiene que ser. Porque nosotros somos los productores y estamos viendo que eso está mal hecho. No importa el título que tenga en grado del técnico que esté. Tratarlo con el respeto que se merece pero él es mandatado por el directorio...

hay... como te voy a decir, una forma de que como son profesionales que arreglen ellos, yo me quedo en mi casa tranquilo que ellos son los profesionales, que traten de arreglar. Entonces les pagamos para que ellos arreglen. Pero por más profesional que sea, si no está cerca, no funciona. Por más voluntad que tenga el profesional, no es que tenga mala voluntad. Es que muchas veces el profesional, sale de entre las paredes y el cemento, y se va a meter dentro del barro. Entonces es totalmente diferente. Y no es lo mismo ver una figura en una máquina que verla en el campo. Entonces está todo eso, esa parte que nosotros los productores descuidamos allá...

Es más bien desinterés yo digo. Miedo no creo que haya viste porque, hay un desinterés en que si está fulano de tal, un técnico, bueno que lo haga el técnico y el directorio y bueno, nadie interviene.

¿Y qué pasa con ese saber popular de trabajar en el campo?

Yo creo que el saber... yo diría que en Bella Unión hay mucha gente que sabe trabajar. En Bella Unión hay mucha gente preparada. Porque hoy tenemos que mirar también, hay una cosa que tenemos que mirar, los cambios, porque no podemos retrotraernos al cambio y vivir en el pasado, vivir en la chacra o en la granja así como encerrado y que el mundo gira alrededor tuyo y vos no te das cuenta...

Si me pongo a evaluar, yo, la casa que tengo la hice con el tomate, crié a mis hijos con el tomate... El tomate antes me daba plata a mí. No puedo decir que no me dio el tomate. Pero claro, eso es pasado, ése es otro tiempo, ya eso, no sé si va a volver pero... yo creo que no va a volver porque estamos en un cambio... Cuando entró Sanguinetti
[12] al gobierno, se empezó a hablar de «globalización», que es la primera palabra que apareció nueva –cuando aparecen esas palabras nuevas me asustan-. Entonces cuando empezaron a hablar de globalización, incluso mismo una persona que es amiga mía... vino a una reunión... él es un técnico, entonces yo le digo «pero, vení a explicarme un poco qué es eso, yo no puedo entender la palabra» le decía a él, «¿qué significa?», entonces me explicaba más o menos ahí. Quedamos ahí como que eso era una cosa que no iba a afectar mucho. Porque después... se habló eso, y como que no hicimos nada para la globalización, porque después nos quedamos esperando.

Porque no se movieron ni el gobierno, no se movieron ni las industrias, no se movieron ni en el campo, ni el agro, nadie, porque quedamos esperando a ver qué pasaba. Nos quedamos en el tiempo. Después se empieza a hablar recién pero cuando ya los otros iban de vuelta, los que habían venido. Me parece que acá salimos atrasados en las cosas. Entonces a veces se habla de globalización y vos ya entendés, ya más o menos lo que quiere decir, más o menos pensás, porque es en todo el mundo que se está hablando. Entonces esa tal “globalización” como se llama, yo no sé si soy quién para juzgar y decir que sirve o que no sirve, porque a veces son cosas a largo plazo que uno no las entiende y son negocios que tampoco una persona de campo va a entender. Sino que uno lo mira desde la óptica de donde está. Yo creo que para el chico no le sirve porque, donde entrar a competir, ya tenés que... Cuando se habla con la palabra «competir» vos ya tenés que pensar que es como cuando vas a correr una carrera, me entendés... Aunque tengas la sangre para correr no vas a correr con un caballo sin sangre.

Hoy tenés que pensar, hay gente que se ofende y no le gusta porque, tenés que pensar como empresa. Que no quiere decir que todas las empresas son buenas o que todas las empresas son malas, hay de las dos cosas. Pero tenés que pensar como una empresa, en el sentido de que tenés que manejar números, manejar tiempos y manejar la rentabilidad; o esto funciona o no funciona. Tenés que hacer todo un trabajo. Lo que pasa es que no es lo mismo ya como antes. Entonces, hay mucha gente que está preparada para eso. Yo creo que eso la gente ya aprendió, manejar una empresa, manejar un cultivo.

Yo... que -no soy un empresario, yo no me cuento como un empresario sino me cuento como un productor más- tuve la suerte de hacer dos capacitaciones. Hice una con C. de Paysandú, e hice otra con la Comunidad Europea. Con M. A. de Paysandú, y después vinieron de España y de Italia los docentes. Bueno y en esa invitaban a los productores que estaban asociados de CALNU, cuando se hizo con la gente de Paysandú, invitaban y era gratis, y fueron diez productores. Habría que estar un tiempo, fueron como cuatro meses dos veces por semana. Y después cuando vino la gente de España y de Italia, fueron como seis meses que venían una vez por semana e iban cambiando. Una vez venía uno a hablar de una cosa y venía otro, y yo aprendí muchísimas cosas con ellos porque eran excelentes docente y muy comunicativos. Aprendí cosas que yo en mi vida ni las pensaba. Uno cree que sabe todo viste porque en la vida de uno, uno piensa, yo ya no pienso así pero te quiero decir uno piensa que... como sabe plantar una cosa y sabe hacer algo, ya ahí termina todo. Ahí nos enseñaron por ejemplo el relacionamiento humano, que es algo interesante e importante para cualquier persona que trabaje con otras personas o con tu gente... Vino una señora de allá, una muchacha, y fue algo extraordinario. Nos hacían pruebas, después de que nos dieron todas las cartas el último día fue todo, como los ensayos... si habíamos aprendido o no; el tema de la comunicación no más, cómo debe uno comunicarse, por qué se debe uno comunicar.

Yo hice decir por ejemplo, que la comunicación como pasa por muchos, cuando llega allá llega deformada... Y bueno fue apoyado por el gobierno para eso... por DINAPYME, los de las PYMES [pequeñas y medianas empresas]. Entonces fue muy lindo eso, aprendimos muchas cosas.

¿Surge alguna necesidad de combatir la contaminación ecológica derivadas de los agrotóxicos en la región?

Bueno, la contaminación yo creo que... todos los que tratamos, trabajamos con los agrotóxicos, con los tóxicos, creo que sabemos trabajar con las máquinas, y hay ingenieros que nos dirigen y sabemos las consecuencias, conocemos las consecuencias. La dosis, sabemos lo del viento, sabemos la altura de la máquina, sabemos el tamaño de la gota, hay una cantidad de pequeñas cosas que forman la buena aplicación. Porque no es llegar, echar chorro en la máquina y salir corriendo y terminó. La máquina tiene que estar regulada, con diferente presión, porque si afinas mucho la presión de la máquina le das mucha más presión, hacés una inversión, achicas tanto la gota que queda más liviana que el aire entonces la gota no llega y sube, y se va. Entonces vos creíste que cuando echaste el herbicida, pero cuando echaste lo echaste para el aire. Entonces eso exige un control de las máquinas. Sabemos, con que presión trabaja. Y eso... vas aprendiendo con el tiempo y bueno, con el tiempo te das cuenta. Sólo miras no más y ya te das cuenta, miras y caminas por ahí y ya sabés.

En cuanto a la otra contaminación que es la que saltó ahora el año pasado, que es la contaminación por el arroz, fumigan con avión, y con avión que todos sabemos que a dos metros, tres metros de altura, por más bien que quieras aplicar, tiene que tener cero viento, y cero viento nunca hay. Entonces eso se deriva en el aire, lógicamente, se va. Y está muy cerca de los poblados, que es un cosa que yo hablé, cuando fue el del Ministerio.... Me acuerdo fue en la Junta... y yo le pregunté «y por qué no hay una ley, no existe alguna ley que pueda hacer una zona de exclusión?, diez kilómetros fuera de toda población termina el lío». No hay ley para eso todavía. Se juntaron algunos, se hizo un taller ahora también con la gente de REDES; participó mucha gente. Ese día me gustó porque fue el día que participó más gente. Estuve en el taller, y participó gente con conocimiento no, ingenieros. Cuando hay gente con conocimiento, te cambia la forma del taller. Había obreros, había ingenieros... obreros son los que aplican, ingenieros son los que él respeta, y son los que saben vamos a decir al respecto. Y habían médicos también. Fue muy lindo.

Yo creo que hay que educar, al que aplica, al que manda aplicar, al técnico, que el técnico también tenga la responsabilidad de todo eso, y a la población, a los niños, a los adultos, que todos sepan lo que se está haciendo. Porque yo creo que lo peor que le puede pasar a una persona, a nosotros, es que no tengamos la información de qué son las cosas, por qué son las cosas y para qué son las cosas. Vos hacés una encuesta quizá en Bella Unión que todo el día se está escuchando eso y la gente no sabe para qué. Yo te digo porque yo presté cantidad de veces el material que me mandan... y bueno, y ahora tengo prestado a los de Monte Caseros que están haciendo periodismo allá en la universidad, un muchacho ahí de una señora de Bella Unión me pidió prestado ese material. Yo se lo presté todo. Ellos van a llevar como una tesis allá.

Allá no hay aplicación pero también sufren. Como nosotros sufrimos cuando hay viento, porque lo que pasa es que en Bella Unión en la primavera, predominan los vientos del este, que es donde se aplica el herbicida. En verano es el este y el norte, los que predominan. Entonces Brasil lo tenemos al este, entonces cuando fumigan allá generalmente viene. Pasa la frontera. Argentina sí, no tienen problema. Tiene problema vamos a decir que recibe los otros pero ella creo que no fumiga con avión porque tiene muchos cítricos, entonces fumiga sí pero con máquinas chicas.

Pero... yo creo que pasa por la educación. Porque no hay nada peor para el ser humano no tener conocimiento. O por lo menos mi forma de ver es esa. Porque yo soy uno de los que insistí mucho con el taller, porque, me tocó hacer el taller con una doctora y con un señor que aplicaba ese material. Y yo era productor, entonces hicimos el cuadro. Lo que nos dieron para hacer en el taller no era eso, entonces yo digo «vamos a romper las reglas, vamos a hacer agrotóxicos nosotros, hacemos agrotóxicos y presentamos, si les gusta». Bueno, le gustaba a todos, presentamos lo que nos parecía a nosotros. Por un lado había el punto del ingeniero... le di a la ingeniera que presentara y bueno lo presentamos. Y todo con tono de respeto. Y ella coincidía también que es verdad, que está excluida de lo que pasa.

Bella Unión yo creo que, se caracteriza en el Uruguay por ser emprendedor. Porque siempre fue un pueblo que ha emprendido. Cuando se pone a hacer algo hace, que lo haga bien o mal es otro tema. O que se equivoque. Pero yo creo que tiene la capacidad de emprender, y eso es importante. Porque no todas las ciudades o los pueblos son así. Porque a pesar de que estamos con serios problemas, aún seguimos trabajando: los obreros siguen trabajando por su lado -en el sentido «trabajando» tratando de sensibilizar a las autoridades para que busque una salida-, los productores por el otro lado, la asociación de plantadores que nuclea a los productores también junta, y CALNU, la cooperativa. Y yo creo que la sociedad en general sabe que depende, que Bella Unión depende de la caña de azúcar para ser más práctico.

Y yo creo... que en todos los países la caña de azúcar tiene que estar porque es una fuente muy grande de trabajo. Trabaja mucha gente. Y eso es así porque en Bella Unión cuando estuvo en auge la caña, vivíamos super bien. Todo el pueblo se movía, el trabajador, el obrero que cortaba la caña, siempre donde termina la cadena. O donde empieza o donde termina no sé cómo es. Es el más perjudicado pero en tiempo trabajaba seis meses y tenía para vivir cómodamente seis meses, cualquier otra cosita no más. Y después un productor por ejemplo, ser trabajador de la fábrica, trabajas el año, cuando sacaba su licencia podía irse a... no sé a viajar a algún lado, descansar... Todas esas cositas, poder comprarse un autito, poder comprarse una moto. Por lo menos tenían un premio, incentivos por el trabajo, un premio y el sueldo de él era bueno. Los productores también, los productores también cobrábamos bien y en forma, en tiempo y forma.

Entonces, era como que todo funcionaba bien y que nunca se iba a terminar... todos pensamos.











5.
La crisis económica y su impacto en la región

Y qué pasó.

Y bueno lo que pasa es que yo creo que eso son estudios de nosotros mismos... en el sentido de que así como hay productores que trabajaban en otras cosas, tienen problemas como los tengo yo, creo que la cooperativa no escapa de eso tampoco. Y además, yo no sé qué hubo que la cooperativa en determinado momento no cumplió con el banco no sé qué hubo ahí y eso hace que tenga problemas ahora. No sé, son decisiones que yo no las alcanzo porque no tengo la capacidad de alcanzarlo.

Y también lo mismo con el resto de los productores...

Lógico. Porque son cosas que se toman, como todo viene bien. Y se toman decisiones; es como que estás esperando que funcionen las decisiones... Y bueno no funcionó porque se juntaron una cantidad de factores que no estaban previstos, y bueno es esto lo que tenemos.

Qué estabilidad aparente...

Claro. Es una estabilidad aparente que en realidad es débil porque hoy estamos dependiendo del préstamo, está resolviendo nuestro problema, en parte, porque el gobierno conjuntamente con la cooperativa y alguna otra empresa... no es sólo nuestro el problema.

Qué nos pasa; es que cuando vino la globalización, cuando empezábamos, cuando entró Sanguinetti









[13] al poder, que empezó a hablar temas de globalización que nadie sabía ni la palabra.. lo que dijeron: «bueno tenemos que llegar ahora a la [...azul?] cero”. “[...] cero” significa que, podés traer azúcar de cualquier lado cualquier persona, la protección nuestra no valía nada, ya no corría más, antes había una protección. Se llamaba PMX. Era un promedio mínimo... [El] PMX no tenía un precio fijo sino que había, de acuerdo a lo que el mercado aullara... reciclarte. Pero, hacían una protección.

Quitaron eso y el mercado es libre y vamos bajando los aranceles. Entonces, pasó Sanguinetti... Después Lacalle
[14] lo bajó más, después vino Sanguinetti y bajó a treinta y cinco. Treinta y cinco es la protección que tenemos; una protección de treinta y cinco no nos sirve, la protección tiene que ser más. Lo que pasa es que legalmente no se puede, por el MERCOSUR. Pero, lo que se puede hacer es hacer como hacen en otros países. En otros países aceptan el treinta y cinco, pero ejemplo si vos querés importar azúcar, vos tenés que pagar los treinta y cinco, más un sello de cien, y uno de veinte, entonces formas un paquete en el cual no te deja entrar. Son jugadas, cómo te voy a decir, que están hechas acá en la economía de todos los países.

Argentina por ejemplo ya adoptó ese sistema. Argentina ya está creciendo, el azúcar allá, y esperemos que acá también sea. Yo creo que eso no se va a terminar, yo creo que este año se arregla. O por lo menos es la esperanza que yo tengo.

¿Cómo ves hoy a Bella Unión?

Y yo creo que está pasando por un momento difícil como está pasando todo el Uruguay. Pero creo que si el gobierno dice que en el Uruguay [el desempleo] ha caído al 16%, en Bella Unión debe ser el 80%
[15]. Está pasando por un mal momento porque el problema económico afecta a todo una sociedad, a toda esa comunidad. Además del endeudamiento por la caña de azúcar, tenemos el endeudamiento por otros cultivos. Y tenemos endeudamiento por mal manejo económico. Nosotros no tenemos la culpa de que ellos tengan el dólar a catorce pesos y a la noche se te da la gana lo volvés a treinta. Porque se te da la gana o es necesidad pero, yo creo que no es así que se precede[16]. Yo creo que en todos los órdenes de la vida, si vas a tener un auto lo primero que tenés que hacer es bajarte el pie del acelerador e ir llegando para que el impacto no sea fuerte.

Ése impacto más o menos fue el que recibimos. Tanto productores, tanto asalariados y tantas amas de casa... de allí viene lo que debes. Y yo creo que eso hizo que se endeudara el corazón.

Y bueno y eso hace que se sienta en carne propia... porque vos pasas necesidades, y otros pasan peores necesidades que las tuyas. Porque, es muy difícil para un padre cuando se levanta en la mañana no tiene que ir a trabajar, no tiene tampoco para darle leche al hijo, o no tiene cómo mandar a su hija que terminó el liceo para estar en la universidad o donde sea. Yo creo que debe ser desastroso.

Eso; eso desarma la familia. No sólo la degrada, sino que la separa porque es peor aún, porque... esos jóvenes que se van dejan un hueco en la familia. Se quiera o no se quiera, no importa el pensamiento de cada uno, porque saben que no se van porque quieren irse, se van porque necesitan irse. Ahí es donde yo creo que estamos equivocados. Y sigo insistiendo, vamos perdiendo la dignidad porque vamos perdiendo la familia. Hay más robos, hay más robo en todos los órdenes, quiere decir que se va perdiendo la honradez. Y las cosas después que se pierden no es fácil recuperarlo.

Nosotros estamos trabajando ya a raíz de esto, la cooperativa de deudores. Se llama CUSAC: Cooperativa Uruguaya Solidaria de Afiliados. Esa cooperativa trabaja por ejemplo, en esta forma: trabaja una «cuota social» que se llama, que son cien pesos por mes, cincuenta pesos gana el capital de la cooperativa y cincuenta pesos van para costos de la cooperativa... Y después tenés un «ahorro voluntario» que se llama, ése ahorro voluntario va de acuerdo a la capacidad de tus ingresos. Entonces vos decís «bueno, yo puedo... estoy ganando tres mil pesos puedo poner cuatrocientos pesos, quinientos pesos», para pagar mis cuentas, porque vas depositando mes a mes, en la cooperativa. Y eso en la cooperativa hasta que vos vas juntando. Cuando llega determinado momento vos decís «bueno, yo voy a tratar de negociar mi deuda», llamas a la cooperativa, y decís «yo tengo, lo que ahorré son tantos, pero tengo más de eso, (veintiún mil pesos, cincuenta mil pesos, o... cien dólares, o mil dólares) quiero negociar mi deuda, a través de la cooperativa». Y la cooperativa va, habla con el acreedor, solicita que quiere negociar. Entonces pide una quita, y esa quita por ejemplo... el banco ACAC ha dado hasta un 50%. Que lo felicito al banco ACAC, lo felicito porque tiene por lo menos conciencia de que en realidad muchas cosas no son culpa nuestra. Bueno el banco República en un momento... creo que ha hecho alguna quita pero todavía... se está trabajando.
Toda persona, el requisito mayor que tiene que tener para ingresar a la cooperativa es ser deudor. No importa el rubro. Dejando solamente DGI [Dirección General de Impositiva], lo demás todo. En Bella Unión nosotros en la cooperativa tuvimos más de cien personas.

Y bueno, estamos trabajando... lo que pasa que el momento es muy difícil también. Porque uno ve la familia que tiene problemas, viene ahí expone su problema, pero nosotros no le podemos dar una salida. La cooperativa está en Montevideo... pero tiene, sesenta y seis filiales. Nosotros allá trabajamos, el concejo directivo y el comité de crédito están en Montevideo, y la cooperativa está en todo el país. Y está en Artigas, y está en Bella Unión y está en cada lugar del país. Y en cada lugar tiene ocho personas que son los referentes de la cooperativa que son los que trabajamos para asociar, y para explicar las formas, las cosas. Y además hay un delegado que es nombrado por la cooperativa que es el que hace el contacto directo. Nosotros hacemos también contacto, pero no podemos todos hacer, entonces nombramos uno que es el que hace la negociación...

Y se ha hecho algunas negociaciones. Se han evitado remates. Y ha hecho otras negociaciones también. Y bueno y estamos esperando a ver, están pidiendo préstamos. Y ahora se ha interesado un poco el gobierno. No se si porque hay elecciones. No el gobierno sino el Foro, el sector. Se presentó Pita, se presentó De León, y... se presentó Lacalle. Pero en la cooperativa bueno, por lo menos está dando interesante que están intentando buscar una salida. Lo que pasa es que tiene que haber una salida, porque sino vamos a quedar todos en la calle.

Entonces ahí viene, yo había dicho en mis preguntas, «¿dónde están los derechos humanos?», porque si yo tengo una sola vivienda y me tiran para la calle... Yo no es nada porque tengo sesenta y tres años, pero una familia que tiene cuatro hijos y los tiran para la calle... Qué va a pasar, qué va a ser de esos hijos. Qué va a pasar. Yo había hecho una propuesta pero... «si nos tiran a todos a la calle vivimos en la Avenida Artigas, todos en la vereda... todos en la Avenida, todos en una carpa en la Avenida». La calle es de todos así que...

Cuál es la participación según tu punto de vista, del movimiento inaugurado por Raúl Sendic en este tiempo de crisis.

Sí. Allá está el gremio UTAA
[17], unión de trabajadores azucareros. Que trabajan duro, yo tengo contacto con ellos porque como son de la organización, y participo de reuniones en la asociación con la UTAA, con gente de la UTAA.

Asociación de Productores de Caña de Azúcar: ABCANO. Yo soy fiscal allá y me invitan para Bella Unión. Es muy lindo, es muy lindo.... la última reunión que tuvimos quedé contento porque uno siente que fue, -no te digo Colacho, porque Colacho está un poco retirado no sé, fue muchachada joven- muy comprensivos... muy consustanciados con los problemas, tanto de la industria azucarera como los problemas que les caen a ellos. Porque en realidad cae siempre en los más chicos. Aunque los productores estamos pasando tantos problemas como ellos, pero somos los productores al fin. Pero ellos, que son los obreros, están en la incertidumbre... Entonces me gustó mucho como hablaban; cómo plantearon los problemas ellos. Y ahora están trabajando ellos juntos, se han juntado para construir una chacra, y están trabajando juntos. Y creo que eso es interesante, porque... me parece que es una visión no de ser sólo uno, cómo te voy a decir, crítico, sino más bien constructiva.

Y esa visión constructiva yo creo que es la que debe considerar en todos los sindicatos porque, cuando vos no están de acuerdo con una idea o con algo, vos podés decir «yo no estoy de acuerdo; pero a mí me gustaría que hiciera de esta otra forma», porque creo que tenés la obligación de decir, sino es muy fácil desechar una idea, criticar una idea, pero no das una solución al problema. Porque criticar es bien fácil... ellos, me gustó mucho, y lo vi con muy buenos ojos esta forma de trabajo.

Están pasando, yo sé que estaban pasando... porque era una zafra corta. Fue corta el año pasado porque fue un año... y este año va a ser corto también. Va a ser más grande del año pasado pero, igual las cosas están tan caras y cuando llegaron las zafras la gente ya viene debiendo, ya viene... Trabaja los primeros diez días para comer mejor. Porque es así. Vos para comprarle una ropa al hijo, todas las cosas que uno, ni da para comparar porque... uno sabe cómo es el tema.

¿Cuáles serían las fuerzas o grupos que hoy están presentes en Bella Unión? ¿Cómo las llamarías a las distintas fuerzas?

Bueno... primero están los sindicatos.... está el sindicato de la GREEN FROZEN, de CALAGUA para decir... CALAGUA y GREEN FROZEN es lo mismo. Lo que pasa es que lleva el nombre de CALAGUA porque CALAGUA tiene la marca... es una sociedad ahí. Está CALNU, está el sindicato de UTAA, está el sindicato de SOCA... el sindicato de los trabajadores de CALNU, sindicato obrero de CALNU. Y después está el Centro Comercial y... Bueno está la Asociación de Plantadores de Caña de Azúcar también, es un gremio no, que fue creado hace muchos años, para cuando se subsidiaba la azúcar, el PMX... cuando el gobierno de tratar de, de presionar. Y bueno siguió esta Asociación. Después está la cooperativa CUSAC que es otro acreedor que está hoy. Y otra cooperativa que yo recuerde mirá, no recuerdo, puede haber otra.
Y bueno, y lo que pasa es que cuando llega el momento este, de crisis, o nos juntamos o nos vamos...

No hay opción.

No hay opción ahí... Porque es ya natural. Tenemos que tratar de limar asperezas o cosas que hubieron antes y trabajar de juntarnos. El que da una buena mano allá es el cura párroco... Él interviene en todo y está en todo... es muy trabajador, muy trabajador y muy emprendedor y muy del pueblo. Es una persona que, donde él llegue, él irradia esa... cómo te voy a decir, acerca el cura con el otro, con el ser humano, con el otro humano... él llega, abraza a todos y si hay mate toma mate y si hay vino toma vino. Y no le saca a nada el cura. Y yo comparto la idea... limar la distancia que siempre hubo...

Otro punto era éste: «Bella Unión y su vida cotidiana» todo esto que estábamos hablando, «rupturas y continuidades» y ya más o menos las marcaste las que han sido para vos los «principales actores sociales». Y bueno, para terminar, cuáles son las expectativas, las aspiraciones que vos ves, tanto a nivel colectivo, como a nivel familiar, como a nivel personal. Cómo ves el futuro en los tres niveles, en toda la comunidad de Bella Unión, de tu familia en particular, qué aspiras para tus hijos, y para vos mismo. ¿Cuál es el horizonte?

La comunidad de Bella Unión yo la veo, que si bien estamos estancados podríamos decir, o en menor movimiento, en menor vibración, estamos vivos. Porque lo interesante es que... en el 2000 era patrimonio la caña de azúcar, ya había un decreto, se terminan los mismos. Y bueno luchamos para que no se terminaran. Productores, obreros que ayudaron mucho, el comercio, el cura, casi todos, o todo Bella Unión o la mayoría.

El corazón de cada uno está vibrando para que se solucionen los problemas, para que se solucionen los problemas de la comunidad. Entonces, yo creo que el año pasado hicimos un aumento grande de área -grande te quiero decir que plantamos mil hectáreas creo que fueron, mil y pico de hectáreas, y este año se piensa plantar más-. Lo que intentamos es hacer, tratar de hacer producción para. Porque si nosotros en el 2000 o en 1999 hubiésemos dejado de producir ya no existíamos. No habría argumento para enfrentar a la crisis. Entonces hoy existe un argumento: es, más de tres mil hectáreas planteadas. El objetivo es llegar a nueve o diez mil hectáreas. Por lo menos, es lo que a mí me parece que tiene que ser. Hay gente que dice que con seis mil hectáreas seguimos, bueno, que sigamos, pero yo digo que tenemos que tender a más, para llegar a ser de vuelta lo que era. Y creo que eso no es difícil, porque plantar caña para Bella Unión, no es nada. Es lo más fácil de hacer.

Lo que falta es plata. Y falta lógicamente la resolución del gobierno que apoye, que el azúcar en lugar de valer un litro de agua, como en Salto valer quince pesos, el azúcar va a valer veinticinco pesos, y los productores en lugar de cobrar a seis pesos van a cobrar a diez pesos. Entonces yo creo que, no es nada raro porque, según los datos, en relación cuesta un paquete de cigarrillos igual que un kilo de azúcar... Creo que son... dos cientos cincuenta pesos por año, suponiendo que se subsidiara la azúcar, o que pagara el pueblo. ¡Se subsidian tantas cosas! Porque si partimos de la base de que el azúcar es energía, de que el azúcar es estratégico. ¿Porqué un litro de agua tiene que valer más que un litro de azúcar? Es el mismo el tema de la leche, si vivimos en el campo sabemos lo que cuesta acá un litro de leche. Vale más una Coca Cola que un litro de leche. Es así. Quiere decir que eso yo creo que es una de las cosas que a alguien le va a tocar de decir «bueno, tenemos que planificar a dónde queremos llegar y qué queremos».

Nosotros estamos tratando de ver, en la asociación por lo menos, qué es lo que nosotros precisamos, qué es lo que nosotros queremos. Por eso es que yo lo veo que dentro de... yo no quiero ser pesimista pero digo, si nosotros en cuatro o cinco años... ya estamos arreglados, es rápido el crecimiento. El crecimiento es rápido, falta sólo una decisión política porque acá no es una decisión empresarial, es una decisión política.

De país.

De país, exactamente. El gobierno tiene que decir bueno, tenemos que subsidiar el azúcar cueste lo que cueste, de una forma o de la otra. Si está afiliado al MERCOSUR, que tenemos deberes para hacer es cierto, pero dentro de esos deberes podemos hacer otras cosas como lo hacen todos los países. ¿Porqué Brasil, cómo subsidia el azúcar, cómo vende el azúcar en la frontera a diez pesos el kilo? Sigue con el alcohol. Entonces hagamos alcohol acá también en la frontera. Y bueno y en lugar de plantar soja transgénica plantamos sorgo y hacemos alcohol. O plantamos caña de azúcar y hacemos alcohol, que también funciona.

¿Y la soja porqué tiene tanta expansión? Es impresionante

Ahora cayó el mercado. Yo creo que en el mundo capitalista vos viste que a veces pasa. Es como lavar la vaca para después llevarla al matadero, es más o menos así.

Porque, me parece que todo esto hace que nosotros en cinco, seis años salimos bien. Si Bella Unión logra salir yo creo que no cae más. No cae más en el sentido de que éste aprendizaje es lo que nos hacía falta. Porque también tenemos que reconocer, yo lo reconozco, nosotros tiramos mucho dinero. Y digo “tiramos”, yo no tiré pero te quiero decir, lo tiramos en el sentido que yo pertenezco a la cooperativa... y soy fundador de la cooperativa. Y nosotros cuando entró Sanguinetti, salíamos del régimen militar, CALNU hizo una fiesta para quince mil personas, entonces había vino, y asado, se carnearon como... cien animales, y se gastaron como... doce mil litros de vino yo creo -en vez de darte un vaso de vino te daban una damajuana de vino-. Bueno, se mató gente. A la hora de la dispersión, no estábamos acostumbrados de tener quince mil personas así. Cuando fuimos a salir... por ejemplo la autoridad de tránsito no dio abasto, por la realización que habíamos tenido...



6.
Sembrando en un terreno fértil

La formación de mi matrimonio fue como todos, aprobaciones. Nos conocimos en un baile y bueno, entramos ahí a conversar... Lo que pasa que uno no ve en las persona sólo la belleza, sino ve todo, cuando uno se acostumbra a mirar a la persona. Lo que pasa es que hay una forma de mirar a la persona. Yo me acostumbré a mirar, depende lo que uno mire... Mi señora siempre estuvo conmigo, en todas las ocasiones, me enseñó mucho. Mucho de lo que aprendí, lo aprendí de ella, también como ha aprendido de mí. Porque tiene mucha fortaleza, mucha visión de las cosas. Se llama Elsa. Porque uno lo que empieza es a valorar, y yo creo que más madre de lo que es...

De la familia es que nace toda la comunidad, o todo el mundo. Porque si una familia no es bien constituida, la sociedad tampoco es bien constituida. Entonces como a mí me pareció que el ideal sería para mí esa persona... por la manera de ser. Estuvimos como dos años de novios. Y bueno, en esos dos años, uno proyectó la vida, y cuando nos casamos no teníamos nada más que eso que yo te dije, esa plata y bueno y un rancho para vivir, y con eso alcanzaba. En realidad, no había mucho para... Y ella era de una familia pobre también, muy humilde, y yo también siempre fui una persona... siempre tuve que estar trabajando para todo. Entonces al año de habernos casado nos nace una primera hija, se llama Susana, después nace, Jorge Ariel, y después nace Roxana, y después nace Javier. Y después a los once años de nacer Ariel nace Silvana, la que tuvo la posibilidad de estudiar. Roxana quería estudiar, pero en el tiempo que quería estudiar estaba muy convulsionado el Uruguay... en la década del setenta. Entonces como que teníamos un poco de recelo, además económicamente no estábamos bien... son años difíciles. Entonces estudió igual, ella trabaja en la secretaría de una empresa de ómnibus, de una cooperativa. Y Jorge Ariel trabaja en CALNU, trabaja en zafra y después trabaja conmigo acá. Hizo un curso de UTU, curso de mecánica. Y bueno Javier sí no quiso estudiar, fue al Liceo uno días y después no quiso más, quería la chacra y bueno. Porque yo nunca le exigí a ninguno nada, siempre les he dado la libertad, desde siempre. Si quiere estudiar estudie, si no quiere... por lo menos después de la Primaria. Primaria sí es una obligación de los padres. Yo creo que después, él tiene que saber lo que quiere. Entonces... esa parte nunca discutí con ellos. Siempre les dije que era mejor estudiar porque los caminos se vuelven más... con menos sobresaltos; hay menos sobresaltos cuando tenés una una profesión que podés decir «yo sé esto, mi trabajo es éste»... tengo dos [hijos] en la chacra, Javier y Ariel. Y después tengo dos hijas casadas, y tengo seis nietos. Uno tiene dieciocho, otro tiene doce, y otro tiene nueve, y después tengo otros, hijos de Javier, que uno tiene siete y el otro tiene cinco.

Estamos pasando por un momento difícil no hay que dudar que estamos pasando. Pero yo creo que eso se puede revertir trabajando, y buscando la buena... tratando de no desanimarse, de seguir trabajando, no dejar el campo; si bien uno de los mayores trabaja en CALNU, en la zafra -trabaja en el laboratorio de CALNU en la zafra-. Javier trabaja solo en la chacra, no está pasando por un momento fácil pero, también le va a servir de aprendizaje. Porque creo que las crisis también enseñan. Entonces yo creo que eso se va revertir porque Javier tiene conocimiento, hace años que está en la chacra, porque desde jovencito empezó a trabajar conmigo. Y este otro mayor, empezó a trabajar hace menos años pero es muy trabajar, y le gusta también mucho hacer cosas.

Y yo creo que ellos a medida que el país se acomode, que dé, ellos se acomodan enseguida. Porque ellos tienen, cómo te voy a decir... lo que se necesita para manejar un predio, una chacra, es conocimiento de saber porqué son las cosas y para qué son las cosas. Siempre, traté de decirle a ellos, que a la chacra no se llega y se entra a trabajar. A la chacra se llega, y se entra y se piensa. Después se va a trabajar. Porque... por ejemplo en los cultivos del tomate, tenés que saber cómo está el clima, cómo está el tiempo, qué es lo prioritario para hacer y qué es lo que hay que dejar para mañana y para la semana que viene. Entonces, no es de entrar, y entrar y trabajar, es de entrar a mirar y de ahí partir. Los trabajadores son inteligentes, saben bien lo que están haciendo. Te podés equivocar lógicamente pero te equivocas menos. Yo creo que ellos, van a salir, yo tengo la esperanza de que van a salir, y voy a hacer todo lo posible para que salgan. Porque yo sé que ellos pueden hacer, y en muy corto plazo van a salir.

Tengo apoyo de todos. Tuve la suerte... -quiero recalcar- de tener una gran familia, una gran esposa, una buena madre, y unos buenos hijos. Porque todos, todos han hecho lo posible por ser honrados, son honrados, son trabajadores, y tengo a mis yernos, son también honrados y trabajadores, y tengo a mis nietos que también van por un buen camino. Entonces eso, aunque yo no tenga a veces otras cosas, tengo la felicidad de haber sembrado en un terreno fértil. Porque en realidad es así, cuando vos sembrás cosas, tratas de recoger todas esas cosas. Entonces, con mis hijos recogí. Y con mi esposa también, y con mis nietos también pienso recoger porque se pueden recoger muchas cosas, cosas interesantes.

No sólo del lado de ellos, sino que formamos una pequeña comunidad dentro de diferentes familias... Porque cuando se casaron los hijos, entramos a convivir con otro tipo de familias. Y muchas veces, se ha dado en que no se coincide en el diálogo o en el vivir juntos... compartir ideas, pero compartimos momentos gratos, cumpleaños del nieto, cumpleaños del hijo. Entonces siempre nos juntamos de una forma o en otra en mi casa, o en otra, a compartir cosas, que eso te hace crecer espiritualmente. Y ese crecimiento creo que no lo compras con nada, porque lo que te brinda eso, es que vos por lo menos vas sabiendo transitar por la vida, con errores, con aciertos, yo no digo que no tuve errores, ni tampoco voy a decir que ninguno de los que me rodea a cometido errores, pero, tenemos esa capacidad de tratar de tolerarnos unos a otro, aunque no seamos iguales, en el carácter o lo que sea; convivimos. No discutimos, no existe esa parte. Tampoco tenemos ambiciones personales así de creer dañar a otro, ni al vecino, ni al familiar sino que tenemos esa pureza. Y eso yo creo que es muy interesante.



Hay una etapa de mi vida que no conté aún, que es cuando comienzo a contactarme con UITA, eso no lo olvidé, lo dejé para lo último. El momento de contactarme con la UITA fue a través de el tema. Es así. Querían hacer un ensayo de alternativa del bromuro de metilo, entonces vino Antonio Bello
[18] de España, y después con el INIA de Salto Grande, fueron a mi chacra y habían dos productores: nosotros los Soria vamos a decir de ahí, Javier y yo, los dos, más otra empresa ahí de Bella Unión. Comenzamos a trabajar el primer año, con recomendación de Antonio, y lo conocí después a Leonardo, fue a trabajar, a hacer unos ensayos también allá. Y después... seguí con el INIA creo que cuatro, cinco años más. Después no pude seguir porque no tenía galpones. Tenía para techar un galpón y ellos no quisieron hacer en otro... les digo «entonces, si en el otro no puedo hacerlo, así entonces dejamos».

Pero yo lo que agradezco mucho es a Antonio Bello por la forma de ser de él. Nos sentábamos en un cajón, conversábamos mucho. Cómo te voy a decir, profesor, técnico, que reconoció lo que en realidad lo poco que yo sentía que hacíamos nosotros. Y él viniendo de un país mucho más adelantado que el nuestro. Entonces nos hicimos... no sé qué palabra decir. Yo sé que le caí muy bien y también me cayó muy bien en el sentido de que me dio muchos conocimientos que él tenía. Y yo noté en él, así como él lo habrá notado en mí, que tenía un conocimiento mayor que el dan en la universidad o en las facultades. Tiene un conocimiento superior, un conocimiento más allá del libro y de la puerta de la facultad. Esa es... la percepción que yo tuve, la forma de explicar una cosa, por sencillo, por todas esas cosas.

Entonces después va Leonardo
[19] y empieza a probar... unos producto allá, nos empezamos a contactar hasta que trabajaré con UITA. Y ahí seguimos la relación. Y Gerardo[20], que estuvo en la chacra también, estuvimos sentado en un cajón, estuvo filmando, también me pareció una persona que está más allá de la palabra, que está en el sentimiento de las cosas. Yo lo veo así, lo veo por la forma de ser de ellos. Y después estuvo, Amorín[21], también fue una persona que me inspiró mucho, que me hizo muchas preguntas lo cual me hizo hasta pensar en ellas... Porque son cosas que a veces uno las guarda, nos las piensa porque nadie te pregunta. Entonces cuando empecé el contacto con Antonio, con Leonardo y con UITA en general, con toda la gente que trabaja, me sentí como... un protegido por alguien que iba más allá de la fuerza de la universidad. Porque hay gente que sale con un título abajo del brazo y piensa que el mundo es de él. Entonces, cuando una persona es así, es diferente.

Y después estuvo... Javier Peyro
[22], que tengo un recuerdo de él. Un recuerdo muy grato que voy a contar... Estábamos en un taller de bromuro de metilo en Salto, y yo estoy sentado, habían más de cien personas, y estaban filmando todo las cámaras. Él sacó un trabajo, con la gente de Venezuela creo que era o de Perú, de las Naciones Unidas y otra gente, técnicos del INIA. Yo estuve, conversamos mucho; estaba escuchando, de mañana y de nochecita. Entonces estoy sentado a la mitad de las sillas del salón más o menos y cuando Javier dice... «yo pediría que los productores que están haciendo con sal se sienten en la mesa». Entonces yo no sabía si me metía debajo del banco o me tragaba la tierra. Porque a mí me quedaba difícil por ejemplo frente una cámara, con todas las banderas atrás, más los micrófonos, más la gente que había ahí, que eran todos ingenieros, y el que no era ingeniero era... había productores también... habían tres productores ahí, éramos dos de Bella Unión y no me acuerdo de dónde. Y yo quería que la tierra me tragara porque... nunca me había sentado ante tanta gente a hablar, sobre todo estaban esperando lo que yo dijera.

Entonces me hizo como una prueba de fuego, la cual, le agradezco porque eso me hizo cambiar la vida. Me senté a la mesa... estaba llena la sala de gente que ni siquiera conocía. Me levanté y fui hasta la mesa, media vacía, me senté y me puso el micrófono... Habían dos personas que habían hablado primero; hablo una, hablo la otra y después me tocó a mí. Y yo no sé, no sé mirá... si vos me preguntás lo que yo dije yo no sé. Pero yo sé que dije algo. Incluso quise conseguir esa grabación y no pude conseguir. Pero me sentí tan... cuando agarré un micrófono, estaba tan tranquilo, que hasta yo me asusté de mi mismo entonces... arranqué viste, con conocimiento. Porque yo tenía el conocimiento de lo que tenía que decir, lo que pasa que una cosa es tener el conocimiento y otra cosa es decir, frente a un micrófono donde hay diferentes personas, con estudio y con cosas. Entonces yo tenía que decir algo real, concreto.

Conocía, pero era difícil de manejar. Entonces cuando me tocó hablar agarré y bueno saludé, y ahí empecé a hablar. Me puse hablar y hablé como quince, veinte minutos hablé... Para mi sorpresa cuando termino de hablar, el aplauso. Yo me quedé... cómo te voy a decir, no me quedé nervioso ni nada sino simplemente me quedé... pensativo... Y bueno salgo de allí, cuando me levanto, termino y ahí se cerró eso, cerré eso, me levanto y salgo y me encuentro con los amigos míos, ingenieros y todo, y uno me dice «pero, yo no sabía que vos sabías hablar», le digo «pero vos no sabías... si yo desde chiquito hablo»... en broma y en serio viste... de hablar en público no sabía ni jota. Y bueno desde esa vez, a mí me cambió. Eso, lo llevo acá adentro, y se lo reconozco a Javier. Se lo reconozco, porque siempre, si él me hubiese dicho capaz horas antes, yo me iba capaz.



7.
«Aprendiendo a transitar en la vida»

La forma del discurso de Don Antonio en estas entrevistas, está dada principalmente por el relato de experiencias, acontecimientos encadenados, como él dice «historias que traen otras historias». Estos relatos se componen siempre con un cierre, a partir del cual se pasa a la reflexión sobre dichas experiencias narradas. Se las describe primero, y se reflexiona sobre las mismas, gracias a que se las cierra, como una unidad. Este proceso de síntesis, donde la inducción es el vínculo más importante, también es analítico, deductivo según una lógica que Don Antonio también explicita. Preocupado por la naturaleza del conocimiento de la vida, interesado desde la niñez en la búsqueda de sentidos frente a la existencia, ha elaborado una concepción singular, un saber a partir de la experiencia que posee una lógica propia y unos principios normativos lo que la constituye en una suerte de filosofía incipiente. Por eso Don Antonio es considerado en la región como un sabio. Por entre sus palabras uno puede reconocer sistemas, composiciones de pensamiento, claramente transmitidas. Su interpretación de la experiencia, siempre intersubjetivamente considerada, ha sido objeto de su propia reflexión además de las experiencias de primer orden sobre las que no solo mira sino que observa, con lo cual ha llevado adelante un proceso de construcción teórica.

Lo que planteo aquí es algo que en los últimos decenios viene planteándose en los campos académicos pero que no ha dejado de ser un decir. Efectivamente, existen saberes producto de las prácticas subjetivas, que se caracterizan por su pluralidad, movilidad y plasticidad. Es a partir de estos de donde en definitiva se derivan todo tipo de ciencias y filosofías profesionalizadas y luego tan sobreestimadas. A partir de un saber hacer, una manera de ser accede a una reflexión sobre sí misma, pero no siempre en una sola, misma y directa forma. Al contrario, aquí estamos ante un ejemplo de un saber que surge de la experiencia del trabajo rural en una región de fronteras -es un producto cultural derivado del diario vivir y de la transmisión generacional- pero además, ha alcanzado un umbral, cuando se preguntó sobre el sentido de su propia existencia. De la identidad, la subjetividad encarnada en Don Antonio, producto y productora de sus contextos humanos de existencia –del medio rural y principalmente por ello de la relación con la naturaleza-, se aventura en la búsqueda de los otros y la otredad, de lo diferente a sí-mismo; se abre al afuera adentrándose. Tendremos en los fragmentos de diálogos siguientes la explicitación de esta «manera de pensar» para llamarla más llanamente, que estuvo presente a lo largo de todos los diálogos.

Conocer dicha manera de pensar en sus propios términos, es además de haber conocido su vida y la de su comunidad, la de poder conocer su punto de vista en sí mismo, su manera –insistimos con un alto grado de elaboración- de «aprender a transitar en la vida», una vida que nos ha narrado y que juntos hemos compartido tratando de darle el mayor alcance posible.


Ley de causa - efecto y poder de las ideas

Hay una, [de] las leyes de la vida que, por lo menos en metafísica te voy a hablar, que dice que «lo negativo busca lo negativo» y yo creo que es así. Y hay un dicho muy criollo que dice que “la espuela busca al garrón y no hay nada”.

La espuela es pal garrón y no hay otro lugar para ponerla, y van. Entonces siempre la espuela va a buscar al garrón. Entonces cuando vos, vos tratas de ir para el lado negativo, te quedás negativo. En cambio si vos despertás con, uno se da cuenta en el trato. diario con todas las personas. Si vos tratás con una persona que es negativa, vive eternamente, uno se va... como, como impregnando de todo ese negativismo. Sin embargo uno habla con gente positiva, y te cambia la vida. Te cambia la vida.
Y yo creo que existen leyes que nosotros muchas veces no queremos creer, pero nos enseñaron de otra forma a nosotros. A nosotros siempre nos enseñaron en un Dios que castiga, y... y «no hagas eso porque... Dios no quiere». No, si Dios no dice eso, Dios te dio el libre albedrío vos obras, hacés, lo que vos querés, pero tenés las consecuencias. Porque, existe una ley de causa y efecto.

La ley de causa y efecto no falla, porque te pasa hoy o te pasa dentro de diez años o dentro de, cien años, pero te pasa. Viene la recompensa o lo otro. Pero no es porque tengas que vivir temiendo en la vida. Yo creo que todo lo que nosotros pensamos, se realiza. Yo creo que el pensamiento va más rápido que la acción. Esa es mi forma de ver...

Porque... no si vos te has dado cuenta de que cuando uno piensa las cosas, las cosas parece como que, que se materializan... como te voy a decir, el pensamiento o la idea nunca se mueren, se mueren todas las cosas pero eso nunca se muere. Porque acá tenemos muchas vidas, tenemos muchas ideas que fueron hace muchos años y las ideas siguen, han muerto cantidad de gente y las ideas, siguen existiendo.



Hombre y naturaleza

Lo que pasa es que yo digo que ahora que uno se da cuenta de todas las cosas vamos a decir, de los errores que ha cometido en la vida, uno se da cuenta que uno, el hombre debe vivir en armonía con la naturaleza. Y creo que no hay otra. A medida que nos armonizamos con la naturaleza, armonizamos nuestro yo interior. Y nos armonizamos todos. Ni siquiera nos enfermamos. Porque yo creo que hasta eso. Porque yo creo que no podemos estar separados. Lo que pasa que... cómo te voy a decir, el hombre a tratado tanto mal a la naturaleza, al medio ambiente, que nos logró separar hasta a nosotros mismos.

Pensar que nosotros, somos seres super-inteligentes, y que podemos hasta si no hay medio ambiente vivir igual, y sin embargo si no hay... Si cerramos bien esta pieza y no entra aire nos morimos al rato. O un milímetro de aire que entre en nuestras venas no somos más nadie. Entonces todas esas cosas, que uno va aprendiendo con los años, uno se da cuenta de que, que no podemos vivir sin la naturaleza. Nosotros somos la naturaleza, somos parte de ella.

Y a medida que vamos aprendiendo que somos parte de ella nos vamos uniendo a ella, y yo creo que la naturaleza en sí tiene, para cada uno de nosotros, tiene una forma de armonizarnos si nosotros la buscamos. Pero nosotros lo que pasa es que nos enseñaron a buscar afuera lo que tenemos adentro, buscamos más allá las cosas que tenemos más acá.

... Entonces, usamos la razón. Pero no usamos la sabiduría. Usamos el razonamiento de la mente para cuidar el cuerpo, tenemos que ir más allá del razonamiento, más allá. Yo creo que tenemos que ir al sentido común, porque el sentido común es la sabiduría. Todas las cosas están basadas, inclusive las leyes de los hombres, en el sentido común. Y las leyes naturales están basadas en la sabiduría, que se llame Dios, que se llame como se llame, no importa como se llame. Y no importa la religión que sea pero que hay algo que nos rige, hay. Que se llame «universo», que se llame «sol», no sé cómo, «energía» como se llama hoy, pero que nos rige nos rige. Estamos regidos. Y sabemos.

Lo que pasa que nosotros... intentamos, como... nos enseñaron, y yo no culpo ni a mi madre, ni a mi padre, ni a mi abuelo, ni nada sino que viene de la cultura de Oriente, recién está viniendo a Occidente, que allá hay más sabiduría. Han sabido ser, lo que tienen más, como te voy a decir, más vida, son más viejos, del Viejo Mundo vale decir, tienen más conocimiento que nosotros no tenemos, pero nosotros aún así, aceptamos lo otro siempre. Todavía no nos dimos cuenta que pertenecemos... que somos tierra. Totalmente claro el razonamiento, saber que la naturaleza, nosotros dependemos de ella, nosotros somos criaturas como una hormiga, es un pájaro o de quien sea. La diferencia está en que nosotros sí tenemos conciencia, tenemos razonamiento, a veces, pero en realidad no usamos la capacidad nuestra que tenemos. O si la usamos a veces la usamos mal usada; para dañar al semejante... hace ¡miles de años! que está escrito todo eso pero a nosotros nunca nos dijeron.

¿Y en la forma de vida ahí en el campo, uno puede ver esa sabiduría, aunque no se la digan, aunque no se sea conciente, en el trato con la naturaleza?

Yo creo que sí, yo creo que la persona que observa la naturaleza... porque es diferente cuando vos pasás y ves, cuando uno pasa y ve no ve, porque es una ilusión óptica. Cuando vos observás, que es otra cosa, vos te das cuenta que no hay falla en nada. Nosotros por ejemplo nos creemos muy inteligentes, haces diez años de universidad y viajas por todo el mundo, y vas y mirás un nido de hornero y él no viajó por ningún lado y sabe hacerlo mejor que; si vos lo va a hacer con tus manos no lo hacés. Eso te está diciendo lo pequeño que somos y lo grande que queremos ser. Porque lo mismo mirás una abeja, la forma cooperativa que tienen de trabajar, la cantidad de semejantes que tienen y conviven. Será porque no hay; a lo mejor los hombres porque hablamos. ¡Hasta me pregunto eso!

Hasta dónde es el lenguaje el problema. La diferencia de significados...

Claro porque hay diferencia de significados y hay diferencia. Pero lo que yo digo no es tanto por lo que hablamos sino también por lo que vemos y por lo que juzgamos... Porque nosotros acá en América Latina no es tanto, en otros países por ahí hay mucho racismo y eso yo creo que es malo para toda humanidad. Cuando está el racismo me parece que el hombre blanco tiende a superarse y si se mira, miramos las cosas como son, vamos todos para el mismo lugar. Y cuando llega la hora de irse, se tiene que ir igual, se quiera o no se quiera.


Ética del don

...dar condicionado no es dar. Porque hay gente que dice, que si vos le das a una persona para ir a tomar alcohol, le estás haciendo mal, o para fumar cigarros, yo digo que no. Porque yo digo que es problema de él, o del gusto de él. Él está pidiendo, no pide para comprar, o si te pide para comprar pan y si no compra pan y compra cigarros bueno, a lo mejor es mejor el cigarro que el pan... el cigarro hace daño, sabemos todos que hace daño, pero le da una tranquilidad a veces a la persona que la persona está sujeta a ese vicio.

Una persona da las cosas condicionando, me parece que no está bien. Porque no se puede decir: «no vayas a tomar caña»; «tomá y comprate caña». Yo le di, es de él. Ahora él, si él tira en la calle es problema de él porque ya es de él, no es problema mío. Porque está dado sino no está dado.

Y todas esas cosas viste hace que uno aprenda de la vida lo bueno que tienen las cosas. No todas las personas son malas. A mí la gente me ha dado tanto mirá que yo, me siento agradecido con la gente y con la vida porque, todos me han tratado bien. Pero yo también siempre he tratado bien, porque siempre he devuelto a otros que tienen menos que yo. Porque yo creo en eso... Yo creo que hay alguien que me da a mí pero yo también tengo que dar a otro. Porque... yo creo que es la forma de retribuir. Porque es menos ofensivo, si vos tenés para darme, y me querés dar de corazón yo te devuelvo las cosas, entonces doy a otro en el nombre tuyo. Es lo que yo siento viste, no sé si es así pero es lo que yo siento.


Una ciencia con conciencia

Una cosa es entender las cosas, y otra es saber las cosas. Y hay gente que cree que entendiendo sabe y no es así. Entender, entendemos todos de todo, pero no sabemos de todo. Nadie sabe todo.

Para terminar... quiero decir, que hay una cosa que es interesante: (no ignoramos la ciencia, yo no ignoro la ciencia, sino que la acepto, pero tiene sus... si es dirigida al bienestar humano y bienestar ambiental, a nuestra casa que es el universo, porque en realidad nuestra casa es todo el universo) que la ciencia, sino tiene conciencia no sirve para nada.

Porque eso es así, la ciencia tiene que tener algo de conciencia. Porque sino no sirve. Entonces eso, yo creo que tenemos que tratar... yo sé que no es fácil de llegar a los que, hay que cambiar muchos intereses que existen, muchas cosas que nosotros ni entendemos, no es fácil. Pero yo creo que tenemos que intentar, por lo menos decir que es así, que si no hay conciencia nuestra, nosotros no regalamos nada.




siglas


APCANO Asociación de Productores de Caña de Azúcar.
ALCA Asociación de Libre Comercio de las Américas.
CALAGUA
CALNU Cooperativa Agropecuaria Limitada Norte Uruguayo.
CEASA (Brasil)
COSAC
CUSA Cooperativa Uruguaya Solidaria de Afiliados.
DGI Dirección Nacional de Impositiva.
DINAPYME Dirección Nacional de Pequeñas y Medianas Empresas.
INIA
MERCOSUR Mercado Común del Sur.
OMC Organización Mundial del Comercio.
PRODEG Proyecto de Reconversión de la Granja.
SOCA Sindicato de Obreros de CALNU Artigas.
UITA Unión Internacional de Trabajadores de la Alimentación y afines.
UTAA Unión de Trabajadores Azucareros de Artigas.
UTU Universidad del Trabajo del Uruguay.










[1] Según el Ministerios de Salud Pública del Uruguay, años 2002-04, la tasas de mortalidad infantil en todo el país es de 0,5%, en Bella Unión es del 1,2%.
[2] La escuela local de historia económica clásica surge a partir de los trabajos de José Pedro Barrán y Benjamín Nahum, destacándose la obra en siete tomos titulada Historia rural del Uruguay moderno. Sobre la región de Bella Unión contamos con la investigación de María Inés Moraes titulada Bella Unión: de la estancia tradicional a la agricultura moderna (1853-1965), CINVE-CALNU-EBO, Montevideo, 1990.
[3] La República Oriental del Uruguay se divide en 19 departamentos, cada uno de los cuales posee una capital y cierta autonomía relativa en un Estado de régimen unitario, en los hechos fuertemente concentrado en su capital, Montevideo. El departamento de Artigas es el más lejano de la cabeza administrativa. Es el río Cuareim el límite natural del Uruguay al norte, acordado con el Brasil tardíamente, en el Tratado de Límites de 1851.
[4] Antonio Bello, es Vicepresidente de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, profesor de investigación del CSIC, España.
[5] Fructuoso Rivera (c. 1786-1854), primer presidente constitucional del Uruguay, caudillo rural y fundador del partido colorado, el cual ejerció el poder en el Estado desde 1830 hasta el 2004, muy esporádicamente suplantado por el otro partido tradicional surgido también de los tiempos de la Guerra Grande, el blanco. «Don Frutos» como se lo conocía, es recordado entre otras cosas por haber exterminado a los indios del territorio oriental, las familias de la etnia charrúa. Es también el fundador de la primer Bella Unión (1829-1832) al finalizar su Campaña de las Misiones con los guaraníes que lo acompañaron desde las misiones jesuitas del norte abandonadas. Estos indígenas también sufrieron una suerte semejante, su sangre es la que más se encuentra de entre los indígenas americanos en la población actual del país, y son los que más han marcado su toponimia, empezando por el nombre del país, Uruguay (río de los pájaros pintados).
[6] En 1904 tiene lugar la rebelión del caudillo blanco Aparicio Saravia frente al gobierno colorado de José Batlle y Ordoñez, momento, que por múltiples factores que no vienen al caso ahora, se caracteriza por una oposición radical entre la ciudad capital y el medio rural.
[7] Los Bandeirantes o mamelucos fueron un movimiento de colonización oriundo de San Pablo, Brasil. En un primer momento, a partir del siglo XVII, se dedicaban a esclavizar indios para las plantaciones (fazendas) de caña de azúcar; luego de prohibida dicha práctica se dedicaron al hallazgo y explotación de metales en el gran territorio brasilero, y finalmente, fueron contratados para sofocar las rebeliones de negros e indios que escapaban de la esclavitud.
[8] Se refiere al otro lado de la frontera, al Estado de Río Grande do Sul, Brasil.
[9] Proyecto de Reconversión de la Granja, del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca.
[10] Leonardo de León es ingeniero agrónomo, es miembro del Área de Estudios Agroecológicos de la UITA desde. Viene trabajando en Bella Unión desde...
[11] «Polo de Desarrollo» que así como fue bautizado se esfumó pasada la euforia post-dictadura finalizando la década de 1980.
[12] Julio María Sanguinetti es una de las figuras principales del Foro batllista, sector interno del partido colorado, gobernó el Uruguay en dos períodos, 1985-1989 al retorno de la democracia tras la última dictadura militar, y en 1995-1999.
[13] Ver nota 12.
[14] Luis Alberto Lacalle Herrera, figura principal del Herrerismo, sector interno del partido nacional, gobernó el Uruguay entre 1990-1994.
[15] Los datos del INE muestran que Bella Unión experimenta una tasa de desempleo del, y una mortalidad infantil que duplica la del país.
[16] En seis meses del año 2002 se retiraron el 48% de los depósitos bancarios del Uruguay, lo que llevó a la crisis todo el aparato productivo con secuelas irreversibles en el tejido social. La pobreza aumentó un, de cada diez niños nacidos seis lo hacen en hogares pobres.
[17] La UTAA nace en 1958. Al poco tiempo llega Raúl Sendic, realizando un trabajo de alfabetización y organización de la masa trabajadora rural sin precedentes. «Los peludos de Bella Unión» como se los conoce, se encuentran desarrollando una variedad de actividades que van desde la huerta comunitaria para el sustento del colectivo y la donación a otras entidades solidarias de la zona, a la formulación de propuestas ante las instituciones, participando de las instancias intersectoriales de la región.
[18] Ver nota 4.
[19] Ver nota 10.
[20] Gerardo Iglesias, es el secretario regional de la UITA, regional Latinoamericana.
[21] Carlos Amorín, periodista del Semanario Brecha y del Servicio de Información de la UITA.
[22] Javier Peyro.

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