Lo urbano como laboratorio para la experimentación transdisciplinaria. Un ejercicio de integralidad en el encuentro de la geografía humana y la antropología de la comunicación





Álvarez Pedrosian, E. (2013) "Lo urbano como laboratorio para la experimentación transdisciplinaria. Un ejercicio de integralidad en el encuentro de la geografía humana y la antropología de la comunicación". En: Romano, A. Gómez, M. (comp.) La docencia interpelada. Aportes para pensar la experiencia universitaria en la actualidad. Montevideo: UDIFU-Liccom-Udelar, pp. 211-227.

ISBN: 978-9974-0-1056-7 




Introducción

En este artículo se exponen una serie de reflexiones a partir de un proceso de investigación-enseñanza-extensión llevado a cabo en 2011 en la zona de Malvín Norte, Montevideo, por parte de un equipo de docentes, sus alumnos y colaboradores, de los espacios curriculares de Antropología Cultural (Departamento de Ciencias Humanas y Sociales, Licenciatura en Ciencias de la Comunicación) y Geografía Humana (Departamento de Geografía, Facultad de Ciencias) de la Universidad de la República (UdelaR).[1] Nos embarcamos en la experimentación de lo que en nuestro campo académico local se ha venido planteando en términos de “integralidad”, en tanto articulación de tareas que tradicionalmente han sido concebidas y estructuradas de forma separada: la trilogía de las funciones, a saber, crear conocimiento, enseñar y aprender, y relacionarse con el medio más allá del campo académico en tanto proceso especialmente orientado hacia los problemas de relevancia social y las poblaciones que son quienes tienen que lidiar directamente con ellos. Nuestro interés, por lo general, venía pautado por esta búsqueda, y es, de alguna forma, parte de un movimiento que creemos dio lugar al planteo mismo de la integralidad como horizonte desde el cual pensarse. No todos comparten dicha propuesta, nosotros por el contrario no sólo nos sentimos afines a la misma sino que evidenciamos en un análisis reflexivo cómo los trayectos disciplinarios y vitales nos han conducido a ello, de manera consustancial a la dimensión colectiva que ello manifiesta (Bourdieu, 1999).
Nuestra generación se conformó en  un contexto de fin de milenio en el cual el país y la región se iban encaminando hacia otras formas de concebir el mundo y a sí mismas. La caída de las políticas neoliberales en la región, la insistencia en la conexión de las diversas sociedades de la misma y la imparable mundialización de las culturas en general, fue haciendo meya en nosotros, conformándonos. Nociones, conceptos y posicionamientos científicos que actualmente han encontrado un sitio en la academia internacional, como queriendo abrirse paso hacia un nuevo horizonte gnoseológico, algunos a propósito de problemas como los aquí abordados relativos a la vivienda, la habitabilidad y la construcción de subjetividad en las territorialidades contemporáneas, como ser “compromiso” (Herzfeld, 2010), u otros más holísticos relativos a la relación entre investigación e intervención en el ejercicio de la etnografía, como el de “colaboración” (Lassiter, 2009), son para nosotros, reiteramos, cuestiones consustanciales a nuestra formación académica en este Uruguay de cambio de milenio.
  




 Vecina de Boix y Merino realizando una cartografía de la zona de Malvín Norte




Grupo de estudiantes del EFI en jornada colectiva exponiendo sus cartografías luego de la recorrida a pie por Malvín Norte, Facultad de Ciencias-UdelaR.




Impulso y freno a la transdisciplina

Un “caleidoscopio de colores”[2] (Álvarez Pedrosian y Robayna, 2012: 73) no es tan solo una metáfora del universo existencial en el que nos involucramos con nuestro trabajo, aquellos territorios y las territorialidades de una zona de Montevideo tan especial como lo es Malvín Norte. El abordaje, por estos derroteros previos y por la apuesta por el dispositivo integral, constituye esta experiencia profundamente interpelante, debido a la multiplicidad y el procesualismo propio del cruce de perspectivas, la reunión de estudiantes de diferentes encuadramientos institucionales, la transversalidad provocada y provocante de incertidumbres radicales frente a las ansias de orden, permanencia y reproducción propias de los ámbitos en los que discurre la vida de todos nosotros en los más diversos ámbitos y dimensiones de actuación. El carácter experimental de nuestra propuesta etnográfica, en el sentido en que se maneja en el ámbito de las ciencias humanas y sociales contemporáneas (Marcus y Fischer, 2000), nos permitió asumir el desafío y llevar a cabo el proceso, en un devenir que tuvo tanto de planificación como de azar. Justamente, en la combinación de ambos elementos es que se juega el destino de toda práctica de producción de conocimiento, aunque ciertamente existen formatos y tendencias donde uno de los aspectos es más decisivo. Sea como sea, una “filosofía abierta” (Bachelard, 1993) debe animar la indagación científica, donde lo a priori y lo a posteriori a la experiencia se relacionen de forma complementaria, aplicando herramientas teóricas que de por sí no tienen mejor parámetro para su evaluación que dicha aplicación, y comprendiendo la experiencia gracias a la reflexividad derivada de ello.
En este caso, respondiendo a una invitación realizada por los colegas de las unidades de extensión de los respectivos servicios universitarios donde ejercemos nuestro trabajo, posibilitó el encuentro de perspectivas y la suma de esfuerzos para embarcarnos en un proceso común. Igualmente, nos enfrentábamos, en el comienzo, a un escenario donde podían pasar por lo menos dos cosas: pretender definir a priori el marco de referencia y el universo de actuación de forma concluyente, o como lo decidimos explícitamente, generar una caja de herramientas conceptual mínima que sirviera de soporte al encuentro interdisciplinario, aspirando a un cruce transversal más fértil y complejo en su realización, pero necesario para encaminarnos a algo más que la simple suma de partes, una síntesis de alguna manera cargada de novedades generada en un movimiento transversal (la transdisciplina: una disciplina pasando a través de la otra, una disciplina deviniendo la otra). Los aspectos operativos nos estaban delimitando el margen de lo posible, el contar con un año lectivo para encontrarnos, planificar y llevar a cabo la experiencia integral con estudiantes de ambos espacios curriculares y vecinos habitantes y usuarios cotidianos de la zona.
Frente a estos desafíos nos sentimos tentados, motivados a explorar. Por supuesto que los resultados alcanzados en un proceso de estas características tienen que ser valorados en tal sentido, ni más ni menos. Este es uno de los aspectos por los cuales la apuesta por la integralidad parece flaquear, y encuentra en sus detractores la fuente de sus principales argumentos desde la primera hora: los estudiantes de grado no pueden generar conocimiento genuino, los tiempos y la formación no lo permiten, etcétera. Muy por el contrario, consideramos que siempre es necesario evaluar los resultados según los procesos de los que se desprenden, contextualizar en tal sentido. Y es así como hemos considerado la elaboración de informes y materiales audiovisuales por parte de los estudiantes embarcados en nuestra experiencia, así como la participación de jóvenes investigadores en formación que oficiaron de colaboradores en el trabajo de coordinación y sostén de los cuatro grupos de estudiantes generados y que reunieron a los integrantes de ambos marcos institucionales: la geografía inserta en un medio donde predominan las ciencias naturales y la antropología cultural en el conjunto de las ciencias de comunicación.
Con la interdisciplinariedad y otras formas de relacionamiento entre disciplinas y tradiciones de pensamiento y saberes más en general, pasó al muy significativo. En estas últimas décadas de cambio de milenio, hemos sido testigos de un movimiento pendular que tuvo como primer polo una condición de apertura en la producción de dichos conocimientos, tanto en las ciencias humanas y sociales en particular como en las naturales, y en la relación entre las mismas, así como con las artes y la filosofía. Posteriormente, luego de los augurios de mediados de la década del noventa del siglo pasado, como los esbozados en el famoso Informe de la Fundación Gulbenkian “para la reestructuración de las ciencias sociales” con Wallerstein como coordinador (Wallerstein, 2007) –no sin cuestionamientos que aspiraban a una mayor radicalidad en el planteo–, o las potencialidades inherentes al fomento de prácticas como las declaradas en otro famoso manifiesto, la Carta de la transdisciplinariedad (de Freitas, Morin y Nicolescu, 2001: 242-243), se gestó una suerte de restauración, una contra-reforma al estilo de las de los siglos XVII y XIX en diferentes contextos regionales y nacionales europeos, si lo pensamos tomando elementos de la historia de las ciencias y los saberes occidentales.
Nuevamente, para quienes justamente nos tocó comenzar a formarnos como investigadores dentro de este contexto, inmersos en el primer movimiento, sintiendo su impulso y luego el freno conservador desde diversas academias en todo el mundo, no es fácil resignarse y abandonar las aspiraciones que siguen dándonos tantas satisfacciones. Deseo y necesidad: para nosotros es imperioso construir conocimiento desde el cruce de perspectivas, siendo la experiencia específica de llevar a cabo una investigación/intervención lo que pone en juego a las mismas en un acto que va más allá de una simple actualización mecánica, interpelando las tradiciones teóricas, usándolas como herramientas y no como principios y axiomas de reproducción de lo real. Diferentes posturas epistemológicas han sostenido argumentos que van en esta dirección, desde una posible “revolución permanente” (Bourdieu, 1999), donde permanencia y cambio tienden a fundirse, a la necesidad de establecer las condiciones de una “proliferación” constante de teorías gracias a una dinámica anarquista (y más atrás liberal) que fomenta y enriquece la diversidad y heterogeneidad de lo existente (Feyerabend, 1994). Como hemos planteado (Álvarez Pedrosian, 2011), existen diferentes tradiciones en teoría del conocimiento, formas originadas en los albores de la misma filosofía y que miles de años después están presentes desde niveles muy profundos en la conformación de nuestra episteme contemporánea, así como herramientas metodológicas de determinadas ciencias humanas y sociales que al saturar la derivación de sus consecuencias se pueden poner en evidencia otras posiciones epistemológicas y ontológicas a las que comúnmente se las ha visto asociadas.



Grupos de estudiantes y docentes del EFI en recorrida por Malvín Norte


Las críticas constructivas vuelven a ponerse sobre la mesa, no sin dificultades, y la imperiosa necesidad de poner la creatividad rigurosamente elaborada en el corazón de la tarea intelectual se expresa de diversas maneras, entre ellas en la lucha por superar formatos de comunicación estandarizados, que tienden a desestimular y obturar el proceso mismo de construcción de pensamiento y conocimiento, y por tanto su respectiva experiencia pedagógica (Garcés Mascareñas, 2013). Nuestra práctica y los productos generados a partir de la misma apuntan en tal dirección, no sólo reconociendo diferentes formas de escritura, sino incluyendo fotografías y audiovisuales; algo que hace al movimiento de la integralidad en su aspecto comunicacional, y no solamente en el sentido de los instrumentos para asegurar que algo vaya de un lado al otro (medios), sino en el de composición de contenidos y expresiones que generan procesos de subjetivación (mediaciones) (Martín-Barbero, 2003).
Los productos reunidos fueron generados desde el proyecto del conjunto, es decir, en diferentes instancias donde expresar concretamente aspectos, dimensiones y enunciarlos en ámbitos y campos de forma que se complementaran, en un cuerpo integrado que intenta dar cuenta de la síntesis, siempre parcial y abierta, que constituyó la experiencia en su totalidad. No se trata por tanto de la simple sumatoria de artículos escritos, contenidos visuales y audiovisuales. Siguiendo la metáfora del caleidoscopio, los múltiples elementos constituyentes de nuestras cajas de herramientas, intereses, antecedentes, capacidades y aptitudes, fueron conformando diferentes mezclas, motivadas por los sacudones de lo real, tanto de dentro como de fuera del campo académico, o mejor aún, desde el intersticio de saberes y prácticas en el que quedamos posicionados. Es así que utilizamos la oportunidad del encuentro de investigadores de la comunicación a escala latinoamericana y con presencia de otras procedencias del ámbito occidental para plantear las consideraciones acerca de los territorios y territorialidades a las que pudimos acceder con esta experiencia (Álvarez Pedrosian, Robayna y Hoffmann, 2012). En el entramado se fueron esbozando los componentes de una teoría de la comunicación urbana sostenida en el análisis de los procesos de subjetivación, en este caso de la espacialidad, desde nuestra mirada ya de por sí transdisciplinaria (con especial énfasis en la etnografía y la filosofía). Posteriormente, en la otra orilla de nuestro gesto articulador, se dio la oportunidad de sistematizar lo realizado y pensar al respecto en el marco de los geógrafos nacionales reunidos en otra instancia de participación (Álvarez Pedrosian y Robayna, 2012). En este caso nos concentramos en la noción de cartografía social, desde la experiencia y reflexión de la aplicación de las técnicas y la metodología consecuente, derivando y siendo derivada de consideraciones epistemológicas y ontológicas propias de las prácticas y fenómenos abordados: el habitar de quienes constituyen y son constituidos por los territorios y territorialidades aquí consideradas.
A estos dos cortes temáticos, trayectos que realizamos atravesando los materiales y procesos, les sumamos otros dos que consideramos fundamentales para alcanzar dicha síntesis parcial de la experiencia integral llevada a cabo. También fue una oportunidad para que nuestros jóvenes investigadores en formación elaboraran sendos productos, desde aquello que más los implicó y les resultó de interés. Un primer abordaje se relaciona a la evaluación del dispositivo de integralidad en cuanto tal, desde el análisis de los fenómenos de grupalidad suscitados por la mezcla de estudiantes de diferentes marcos institucionales, saberes y coordenadas vitales, en los tiempos curriculares y según las demandas de actividades consideradas tradicionalmente como de extensión, en los cuatro diferentes ámbitos específicos de actuación en la zona[3], y siguiendo el gesto etnográfico de profundización en uno de los casos como estrategia de generalización. Y la otra dimensión considerada tiene que ver con la reflexión y análisis de los productos de corte etnográfico en formato de cortos audiovisuales elaborados por los estudiantes, productos que a su vez integran nuestro “libro-máquina” (Deleuze y Guattari, 1997) proyectado, en su propio soporte mediático específico.


Ciudad y universidad

Con Malvín Norte está ocurriendo algo que ha merecido y sigue mereciendo una mayor atención. Como hemos planteado, siendo fieles a la experiencia de integralidad por la que hemos atravesado junto a los estudiantes, algunos vecinos y otros que habitan la zona sin vivir en ella (como quienes estudian y trabajan en la escuela tecnológica tomada de caso), no hemos sido lo exhaustivos que estamos acostumbrados a ser en los procesos de investigación en que normalmente nos encontramos inmersos, donde los tiempos y las condiciones generales se ajustan al objetivo específico de la producción de conocimiento, aunque ello sea de una forma que deviene en extensión gracias a nuestra perspectiva crítica y clínica antes esbozada y que se retoma en varios de los productos generados, como los artículos ya citados. La necesidad de hacer frente a los requerimientos pedagógicos, incluida la gestión de ello en un contexto de extensión, es decir, en diálogo con los diferentes actores sociales presentes, nos exigió un gran esfuerzo por ir avanzando investigativamente de a poco, y generando productos específicos que fueran saturando lo que hasta el momento era posible explotar, elaborar lo más posible con aquellos “fermentos pensantes” (Vaz Ferreira, 1957) que concretamente fueron generados en tales coordenadas existenciales.




Complejo de viviendas del INVE, visto desde el asentamiento Aquiles Lanza




La Facultad de Ciencias desde el gran predio descampado


En tal sentido, mucho queda por hacer en y sobre Malvín Norte para nosotros, aunque nos conformamos con lo generado, adecuado a la estrategia y las experiencias que resultaron dándose. Como se describe en uno de los artículos publicados (Álvarez Pedrosian, Robayna y Hoffmann, 2012), la inserción de la Facultad de Ciencias de la UdelaR en dicha zona, donde se inscribe el componente geográfico del equipo, determinó la suerte de todos: por ello surgió la demanda, por ello emergió uno de sus componentes, por ello nos sumamos los demás. Si uno realiza el ejercicio de poner en cualquier buscador de Internet el nombre de la zona, con lo que se encontrará es con una seguidilla de entradas a sitios y artículos de la llamada prensa roja: asesinatos de familias enteras, otros hechos de sangre y cosas por el estilo, salpicado por algún anuncio de alquiler de vivienda. Quién querría vivir allí con este panorama, es una de las preguntas que rápidamente surgen. Como otras zonas de esta y otras ciudades del mundo, el proceso de estigmatización ha ido en aumento en las últimas décadas, poniendo a la misma a la altura de otras que tenían una historia más larga al respecto.
No queremos ahondar aquí en las cualidades de los territorios y las territoriales indagados, tan solo pretendemos dejar nota de esta micro-historia de relacionamiento de la entidad universitaria con la zona, hilando variadas demandas, diálogos fructíferos por momentos, incomprensiones en otros, y la imperiosa necesidad de seguir intentando fortalecer los vínculos, ampliar y profundizar en definitiva la comunicación entre todos los involucrados. Ciertamente, en la actualidad somos testigos de la crisis del modelo de campus universitario en algunas sedes académicas regionales y de otros continentes, que siguiendo el camino de las instituciones norteamericanas de principios y mediados del siglo XIX alzaron esas “ciudades-otras del saber” al margen de la cotidianidad de la vida del resto de los ciudadanos. El aislamiento geográfico y la desconexión comunicacional se ven expresadas y son expresión de una forma de concebir al conocimiento, su naturaleza y la relación del mismo con la sociedad, en fin, nuevamente, con la manera de articular la investigación, la enseñanza y la extensión.
Planteamos esto por el hecho de que las actuales instalaciones de la Facultad de Ciencias (inauguradas en 1999, nacidas del antiguo proyecto de un gran hogar estudiantil concursado en 1959), y más recientemente otras unidades espaciales vinculadas al área de las ciencias naturales y la tecnología, así como otro tipo de servicios como el deportivo de bienestar universitario, generan una concentración y diferenciación con el resto del territorio circundante. Más aún, el gran predio verde, parece más un descampado que un territorio virgen, hacia el noroeste del edificio racionalista de la Facultad, que lo dota de distancias como para apreciar su altura y sus cristales opacos desde diversos lugares de la zona. No estamos afirmando que ninguna concentración de centros universitarios es beneficiosa para el desarrollo de sus actividades y las del resto de las llevadas a cabo en la ciudad (en Montevideo, como en Maldonado, Paysandú, Tacuarembó, etc.), sino que es importante pensar y diseñar a partir de los problemas comunicacionales inherentes al “programa campus”, pues necesariamente, por densidad, complejidad y diversas fuentes de homogeneización, tienden a cerrarse sobre sí, y en tal sentido plantearse como una “anti-ciudad” (Canella en Fuentes Hernández, 2007: 128).
Comenzamos y cerramos con la cuestión de la integralidad, problema y apuesta que atraviesa toda la experiencia aquí retomada. Y es allí donde una problemática se convierte en integral, desde un punto de vista gnoseológico, cuando las dimensiones, aspectos, cualidades y sus variabilidades se articulan generando una entidad en diálogo y en tanto como mediación en y con lo real. No “representamos” las cosas que pasan en la zona y que nos pasaron en la experiencia del espacio de formación integral en nuestros escritos, imágenes y demás, sino que intentamos “hacer rizoma” (Deleuze y Guattari, 1997), en nuestro caso apelando a la composición de ideas científicas, filosóficas y artísticas que se derivan de la experiencia con la realidad concreta tomada de campo de inmanencia para el pensamiento, no de referencia permanente y enteramente existente en sí misma. Esto implica que las cuestiones planteadas lo han sido con la intención de recoger los fermentos de las experiencias específicas, y hacerlo de una forma comunicativa: tensionando la objetivación hacia las posibles generalizaciones que lancen, como invitaciones a entrar en contacto, las vías virtuales de conexión con otras experiencias que tomen en cuenta a su vez otros saberes y herramientas cognoscentes.



Bibliografía

Álvarez Pedrosian, Eduardo. “Crear, aprender y compartir. Apuntes epistemológicos sobre la integralidad”. En: Arocena, Rodrigo. Tommasino, Humberto. Rodríguez, Nicolás. Sutz, Judith. Álvarez Pedrosian, Eduardo. Romano, Antonio. Integralidad: tensiones y perspectivas. Montevideo: Cuadernos de Extensión N° 1, SCEAM-Udelar, 2011, p. 61-83.

Álvarez Pedrosian, Eduardo. Robayna, Alejandro. “Des-geografizando mapas. Aportes de la cartografía social para interpretar la espacialidad y su necesaria incorporación a la planificación urbana”. GeoEspacio, Revista de la Asociación Nacional de Profesores de Geografía. 2012, Año XXVI, N° 42, noviembre, p. 61-75.

Álvarez Pedrosian, Eduardo. Robayna, Alejandro. Hoffmann, Federico. “Territorios y territorialidades en Malvín Norte: ciudades en comunicación”. En: Actas electrónicas del XI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC): Interdisciplina, pensamiento crítico y compromiso social. Montevideo: ALAIC-UdelaR, 2012. Disponible en: www.alaic2012.comunicacion.edu.uy.

Bachelard, Gaston. La filosofía del no. Ensayo de una filosofía del nuevo espíritu científico. Buenos Aires: Amorrortu, 1993 [1940].

Bourdieu, Pierre. El campo científico. En: Intelectuales, política y poder. Buenos Aires: Eudeba, 1999 [1976], p. 75-110.

Garcés Mascareñas, Marina. “La estandarización de la escritura. La asfixia del pensamiento filosófico en la academia actual”. Athenea Digital. 2013, 13(1), p. 29-41. Disponible en: http://psicologiasocial.uab.es/athenea/index.php/atheneaDigital/article/view/1039-Garces.

de Freitas, Lima. Morin, Edgar. Nicolescu, Basarab. “Carta de la transdisciplinariedad”. En: Núñez-Dentin, Norma. Martínez, María. Álvarez, Neptalí. (coord.) Cuadernos de marzo 1999-2001 y Segunda Jornada Dialógica a propósito de procesos pedagógicos, complejidad y bioingeniería del aprendizaje: investigación, posgrados y nuevas estructuras para la transdisciplinariedad. Caracas: Centro de Transdisciplinariedad-UCV, 2001 [1994], p. 242-243.

Deleuze, Gilles. Guattari, Felix. “Rizoma”. En: Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia II. Valencia: Pre-textos, 1997, pp. 9-32.

Feyerabend, Paul. Contra el método. Esquema de una teoría anarquista del conocimiento. Barcelona: Planeta-De Agostini, 1994 [1970].

Fuentes Hernández, Pablo. “Campus universitarios en Chile: nuevas formas análogas a la ciudad tradicional”. Atenea (Concepc.). 2007, N° 495, II Semestre, p. 117-144. Disponible en: http://www.scielo.cl/pdf/atenea/n496/art08.pdf.

Herzfeld, Michael. “Engagement, Gentrification, and the Neoliberal Hijacking of History”. Current Anthropology. 2010, Vol. 51, sup. 2, oct., p. 259-267.

Lassiter, Luke Eric. The Chicago guide to collaborative ethnography. Chicago: The University of Chicago Press, 2005.

Marcus, George. Fischer, Michael. La antropología como crítica cultural. Un momento experimental en las ciencias humanas. Buenos Aires: Amorrortu, 2000 [1986].

Martín-Barbero, Jesús. De los medios a las mediaciones. Bogotá: Andrés Bello – Gustavo Gili, 2003 [1987].

Wallerstein, Immanuel. (coord.) Abrir las ciencias sociales. Informe de la Fundación Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales. México: Siglo XXI-CEIICH-UNAM, 2007 [1995].

Vaz Ferreira, Carlos. Fermentario. Montevideo: Cámara de Representantes de la ROU, 1957 [1938].

  




[1] Espacio de Formación Integral (EFI-Udelar): Territorios y territorialidades en Malvín Norte: una aproximación a través de sus subjetividades, coordinado por Eduardo Álvarez Pedrosian (DCHS-LICCOM), Alejandro Robayna (DG-FCien) y Federico Hoffmann (UAEX-FCien), con el apoyo de Siboney Moreira (UDIFU-LICCOM) y la colaboración de Santiago Benvenuto, Federico Pérez Céspedes y Cristyne Moya (DCHS-LICCOM). Además de ellos, se contó con el apoyo de estudiantes avanzados de geografía nucleados en diversos proyectos: Programa de Apoyo a la Investigación Estudiantil (PAIE-CSIC) y de Extensión Estudiantil (CSEAM). Los estudiantes involucrados curricularmente en el EFI fueron 35. Desde geografía humana se contó con la participación de estudiantes de arqueología (ciencias antropológicas) y biología humana, así como de geografía procedentes de universidades brasileras en régimen de intercambio (UNESP y UFRGS). Las fotografías que aparecen en el artículo fueron realizadas por diversos participantes del EFI.
[2] Nombre que le dimos a la muestra fotográfica presentada en el hall de Facultad de Ciencias, con material visual elaborado por docentes y estudiantes, inaugurada junto con la exhibición de los cuatro cortos audiovisuales de tipo etnográfico elaborado por los grupos de estudiantes, como actividad de cierre del EFI, el 21 de diciembre de 2011.
[3] Los locus escogidos fueron el asentamiento regularizado in situ Boix y Merino, el Aquiles Lanza, la sede del secundario tecnológico de la zona (UTU Malvín Norte) y el Centro Cultural Malvín Norte, estos últimos con otro tipo de alcance y dimensión de territorialización por el uso de los mismos. La propia Facultad de Ciencias y sus dependencias fueron consideradas en todos los casos de forma relacional.

No hay comentarios: