Álvarez Pedrosian, E. (2014) «Mediaciones periféricas: la movilidad en los desbordes». En [Des]Bordes Urbanos. Política, proyecto y gestión sostenible en la ciudad de la periferia 2-2013, VP Monografías, Unidad Permanente de la Vivienda, Facultad de Arquitectura-Udelar, Montevideo, pp. 107-111.
Enlace al libro completo
Mediaciones
periféricas: la movilidad en los desbordes
Eduardo
Álvarez Pedrosian
Una dimensión transversal a todas las
demás que caracterizan a los territorios y las territorialidades urbanas en
general, es la concerniente a la movilidad, y más específicamente a la
movilidad cotidiana. En este artículo pretendemos compartir una serie de
consideraciones al respecto, fruto de un intercambio en el que participamos, recientemente
llevado a cabo en un ámbito interdisciplinario.[1]
Nuestra perspectiva al respecto se proyecta a partir de investigaciones de
corte etnográfico sobre los procesos de subjetivación que hemos desarrollado
principalmente en Casavalle (Álvarez Pedrosian, 2013a), zona paradigmática de
la periferia montevideana, actualmente en proceso de transformación gracias a
un plan específico de gran alcance.[2]
Los estudios urbanos focalizados en la
comunicación urbana (Canevacci, 1997; Guigou y Álvarez Pedrosian, 2011) encuentran
en la movilidad una materia prima fundamental para la comprensión de los fenómenos
allí suscitados. Antes de meternos en cuestión, es importante dejar establecido
que la forma de concebir al habitar y las dinámicas subjetivantes asociadas al
mismo, implican ir más allá de binomios como los de permanencia y cambio, y el
estar, en tanto condición existencial, es ya movimiento, devenir (Heidegger,
1994; Álvarez Pedrosian, 2013b; Álvarez Pedrosian y Blanco Latierro, 2013).
En tal sentido, habitar los espacios
urbanos, incluidos los desbordes periféricos, implica dinámicas de circulación,
movilidades más o menos nómades, pero siempre presentes. Ciertamente, las
condiciones de fragmentación que caracterizan en gran medida a las ciudades
latinoamericanas, con enormes diferencias sociales, culturales, económicas y
políticas, se expresa y encuentra en lo territorial un factor decisivo, al
zonificar y con ello potenciar la desigualdad, según lo que conocemos como segregación residencial. En tal sentido, la
movilidad constituye un elemento clave para pensar y diseñar alternativas que
logren transformar dichas condiciones de exclusión y pauperización en los
bordes desdibujados de nuestras periferias contemporáneas. Movilidad tanto
dentro de las zonas en cuestión, como entre las mismas y en relación a los
otros territorios urbanos donde tradicionalmente vienen concentrándose los servicios
y bienes de toda índole, lo que conocemos como ciudad consolidada.
Pensar comunicacionalmente implica
explicitar aquella dimensión mediacional que transversalmente constituye a las
clásicas entidades que hemos tomado como objetos de estudio, de pensamiento y
de planificación desde un punto de vista técnico. Más allá del esquema heredado
de la teoría matemática de la información, aunque sin dejar de encontrar cierta
utilidad en el mismo, los medios y los mensajes, en este caso las formas de
transporte y lo que se transporta en ellos, se relacionan de formas mucho más
complejas y sofisticadas. No es lo mismo ir a trabajar en bicicleta que hacerlo
a pie o en ómnibus, al punto que ese “ir a trabajar” es algo de otra naturaleza,
no una constante que varía según el medio del que se trate. Por eso utilizamos
el concepto de mediaciones y no el de medios (Martín-Barbero, 1987). A ello hay
que sumarle el hecho de que todo esto se da de forma heterogénea, múltiple y
combinada, por lo cual nos encontramos ante una movilidad urbana
multi-mediacional. De todos los abordajes que pueden adoptarse al respecto,
hemos optado por concentrarnos en aquello que más hace a la forma de concebir
lo que somos como sujetos. Y más allá del mismo, fuera de toda esencialización,
se hace necesario pensar en los procesos que vectorialmente nos atraviesan y
constituyen, al mismo tiempo que son generados y modificados por nuestras
propias prácticas: los procesos de subjetivación. En tal sentido, esperamos complementar
los estudios de corte cuantitativo sobre la movilidad urbana, sea desde las
consideraciones sobre los costos y optimización del sistema de transportes,
como desde las distribuciones categoriales y demás, de gran utilidad. Pensar en
cómo es que los habitantes de las periferias experimentan la movilidad, se
conforman en dicho sentido, nos puede servir para comprender mucho más el
alcance y las posibilidades de nuevas dinámicas de habitar, que es ya
desplazarse.
En nuestra investigación etnográfica
sobre la territorialidad, la identidad y la memoria en la periferia urbana
contemporánea, hemos distinguido cierto tipo de procesos de espacialización que
creemos caracterizan la forma en que, a partir del estudio de caso de Casavalle
en Montevideo, podemos analizar las territorialidades. Junto a ello, las
identidades las hemos analizado no siguiendo esquemas abstractos de representaciones
sociales, sistemas de significación y valores a los cuales tales o cuales
sujetos se adscriben, sino que todo ello está presente pero desde prácticas
específicas, haceres cotidianos que definen una forma de existencia. Foucault
en sus últimos planteos, caracterizados como una “ontología del presente” o de
“nosotros mismos”, en tanto actividad histórico-crítica de análisis de los
límites de lo posible y la búsqueda de sus franqueamientos, las formas de
problematización que una configuración subjetiva se plantea y desde la que es
planteada, conceptualizaba esto como “conjuntos prácticos”, en relación a
“estrategias” particulares que dan cuenta de la creatividad y apertura de las
condiciones existentes en un contexto dado (Foucault, 2002). Estos conjuntos
prácticos que distinguimos en nuestro trabajo, conforman los vectores de
subjetivación con los cuales esbozar una cartografía. En cada uno de ellos, la
movilidad se expresa de múltiples formas y como planteamos más arriba
constituye una dimensión transversal que los atraviesa a todos.
El primero de ellos tiene que ver con
una escala espacio-temporal muy amplia, y da cuenta de la migración hacia las
ciudades que ha caracterizado a las dinámicas territoriales en todo el planeta,
aunque también es cierto que varios especialistas han encontrado en las últimas
décadas una desaceleración y en algunos casos una inversión de las mismas.
Hacia las ciudades, ha sido una tendencia de movilidad que fue la que pobló
nuestras periferias, junto a aquellos que fueron expulsados de las zonas de la
ciudad consolidada a lo largo de las últimas décadas del siglo pasado. En segundo
término, esto se da a nivel regional, más allá de los límites estado-nacionales,
en áreas culturales más vastas. El lanzarse a las rutas andando, hacia una
ciudad capital imaginaria como destino, y el viajar en tren desde la frontera
seca uruguayo-brasilera con la prole y todas las pertenencias a cuestas, son
experiencias que caracterizan este tipo de movilidad. Pero en esta ocasión nos
interesa otra escala, la urbana, por lo que nos concentraremos en otros
conjuntos prácticas en relación a ella.
Aquellas prácticas que hemos
distinguido como constitutivas de la vida de los habitantes de la periferia
montevideana contemporánea a partir de la profundización del caso Casavalle,
hacen jugar todas las posibles categorías y cualidades que definen la
identidad, desde las condiciones de clase, pasando por las étnico-raciales y
las de género principalmente. Existen otras configuraciones, por supuesto, pero
creemos que las escogidas sirven para la caracterización, para el nivel de
generalización requerido por el trabajo etnográfico. El empleo doméstico en las
condiciones actuales en las mujeres, que las obliga a trasladarse
cotidianamente de estas zonas a las de más altos ingresos de la franja costera,
marca el uso del transporte público más generalizado, el ómnibus, en horas y según
trayectos bien establecidos. Grandes contingentes de trabajadoras que sostienen
otros hogares se desplazan muy temprano en la mañana en una dirección y
regresan en la inversa luego de sus jornadas de trabajo. Por otro lado, el
ejército, presente en los batallones militares que a su vez fomentan el aislamiento
de la zona, marcando una discontinuidad con la trama urbana consolidada, ha
sido destino de muchos de aquellos migrantes históricos, y sigue siéndolo para
muchos de los habitantes, constituyendo otra de las fuentes identitarias que
impregna el conjunto de prácticas cotidianas, con sus sentidos y significados
puestos en juego. La proximidad permite el desplazamiento a pie hacia esas
instalaciones, lo que también es posible en los casos de centros policiales
próximos, no así con otros más lejanos, donde lo significativo es la
motocicleta.
Sobre esta última, cabe abrir un
paréntesis. Desarrollado su uso fuertemente en los jóvenes, pero con importante
presencia en las demás generaciones, se ha ido masificando de tal forma que en
la actualidad constituye el principal medio de transporte no público de todo
Montevideo. Su uso en las zonas periféricas es aún más determinante, y esto, en
parte, por la libertad de movimiento, las capacidades que permite en tiempo y
distancias, y las connotaciones simbólicas que conlleva su propiedad en los
términos de los sistemas culturales que podemos encontrar. Esos pequeños motores
chinos, cada vez más al alcance de los bolsillos de los habitantes, otorga un
horizonte de posibilidades para el desplazamiento como el caballo ofrecía en
otras formas de habitar más asociadas al contexto rural, aún fuertemente
presente en las configuraciones subjetivas de las viejas generaciones y desde
ellas en algunas de las familias más tradicionales que pueblan este tipo de
periferia.
Y esto nos conduce a este otro
conjunto de prácticas característico de nuestra desbordada periferia
montevideana: la recolección y clasificación de residuos. Vivir de la basura,
es una de las estrategias más significativas, y como las demás, se expande más
allá de quienes así lo hacen, constituyendo un ingrediente fundamental para
comprender la conformación de estos territorios y sus territorialidades. Si
toda la ciudad de Montevideo se encuentra surcada cotidianamente por carros de
caballos más o menos precarios, atiborrados de bolsas de basura orgánica,
plásticos y otros materiales, en las zonas periféricas nos encontramos con los
puntos de salida y destino. Algunos habitantes se definen de forma holística
por estas prácticas, otros recurren a ella como táctica esporádica cuando no
hay otras.
La cuestión es que los caballos se
cruzan con las motocicletas, los ómnibus de línea urbana y suburbana, en un
entramado de movilidades compleja donde el peatón no tiene muchas mayores
chances, más dada la fragmentación y aislamiento de cada pieza urbana
(complejos habitacionales de bajos costos, asentamientos irregulares, y antiguas
tramas de barrios tradicionales). También se recolecta a tracción humana, por
supuesto con las limitaciones que esto conlleva espacio-temporalmente. Otras
prácticas definitorias de estos procesos de subjetivación, como las asociadas a
las ferias vecinales y al salir puerta a puerta con lo que se tenga entre manos
para intercambiar y obtener algún recurso, se cruza con todo lo antes descrito,
lo mismo que otras cualidades que no vienen aquí al caso desarrollar (como la
estigmatización que viene asociada a tal o cual medio de transporte, circuito y
desplazamiento en general; o la presencia afro-descendiente y las prácticas
culturales asociadas a las expresiones artísticas populares como la llamada
cultura del candombe, con sus cuerdas de tambores, bailarinas y vecinos que
festejan a su paso o acompañan siguiendo detrás).
Lo cierto es que en las piezas
fragmentadas del patchwork
periférico, fuertemente marcadas por la tendencia al aislamiento y repliegue
sobre sí de cada unidad espacial, con las dificultades implícitas que conlleva
la necesidad de tender puentes para poder encontrar más allá lo necesario para
llevar a cabo una existencia lo más digna posible, las formas, los motivos y
las características que definen cómo y en qué nos movemos constituye un aspecto
medular a ser tomado en consideración para diseñar y planificar alternativas
inteligentes al respecto. Un sistema de transporte público eficaz, en
accesibilidad (por costos, frecuencia e itinerarios), debe conjugarse con estas
otras formas particulares, en políticas globales de movilidad que intenten considerar
todos los intereses involucrados, según las situaciones actuales y los
horizontes de transformación deseados por los habitantes de dichas zonas y de
la ciudad y el territorio más en general. No son pocos los problemas propios de
esta combinación explosiva entre enjambres de motocicletas y animales de gran
porte, humanos cargando carros, y algunos peatones que a pesar de todo
necesitan y desean caminar. Tanto dentro de cada fragmento espacial, como entre
los mismos y más allá de la periferia con la ciudad consolidada, se hace
necesario tejer, con formas de moverse que permitan integrar, concreta y
potencialmente (Robayna, 2012), a las poblaciones históricamente excluidas. No
solo en una dirección, para que sus habitantes viajen hacia otros territorios,
en tanto asalariados, hurgadores o consumidores, sino que también para que
desde otros territorios se pueda incorporar esta ciudad-otra, que es también
nuestra propia ciudad.
Bibliografía
Álvarez Pedrosian, E.
(2013a) Casavalle bajo el sol.
Investigación etnográfica sobre territorialidad, identidad y memoria en la
periferia urbana de principios de milenio. Montevideo: CSIC-Udelar.
Álvarez Pedrosian, E. (2013b)
“El ser habitado: diseño existencial y procesos de subjetivación”. Actas electrónicas del III Congreso
Iberoamericano de Teoría del Habitar: Entre prácticas, materialidades y
significaciones.
Montevideo: ALTEHA-Farq-Udelar.
Álvarez Pedrosian, E.
Blanco Latierro, Ma. V. (2013) “Componer, habitar, subjetivar.
Aportes para la etnografía del habitar”, en Bifurcaciones. Revista de estudios culturales
urbanos, 15. Edición electrónica:
http://www.bifurcaciones.cl/2013/12/componer-habitar-subjetivar/.
Canevacci, M. (2004) A cidade polifônica: ensaio sobre a antropologia da comunicação urbana. São Paulo: Livros Studio Novel Ltda.
Canevacci, M. (2004) A cidade polifônica: ensaio sobre a antropologia da comunicação urbana. São Paulo: Livros Studio Novel Ltda.
Foucault, M. (2002) ¿Qué es la Ilustración? Córdoba (Arg.):
Alción.
Guigou, L. N. Álvarez
Pedrosian, E. (comps.) (2011) Espacios
etnográficos y comunicación urbana. Montevideo: UCEP-Udelar.
Heidegger, M. (1994)
“Construir, habitar, pensar”, en Conferencias
y artículos. Barcelona: Serbal, pp. 127-142.
Martín-Barbero, J. (1987) De los medios a las mediaciones. México:
Gustavo Gili.
Robayna, A. (2012) “Homo mobilis: entre la tiranía
empresarial, la inoperancia estatal y la multiplicidad de destinos. Algunas
reflexiones montevideanas”. Actas
electrónicas del IV Congreso Uruguayo de Ciencia Política. Montevideo:
FCS-Udelar.
[1] Seminario La movilidad urbana en cuestión. Miradas en clave interdisciplinaria:
los casos de Barcelona y Montevideo, junto a Diego Hernández (Dpto.
Ciencias Sociales, UCUDAL), Alejandro Robayna (Dpto. Geografía, Fcien-Udelar),
en el marco de la conferencia de Carme Miralles-Guasch (Dpto. Geografía, FL-UAB,
Catalunya, España), Laboratorio de Estudios Socioterritoriales, Dpto. de
Geografía (Fcien-Udelar), FCS-Udelar, Montevideo, 24 de julio de 2014.
[2] Plan Cuenca de la Cañada Casavalle,
Intendencia de Montevideo, creado en 2009.
No hay comentarios:
Publicar un comentario