Programa
Exposición en las XV Jornadas de la Red Temática de Medio Ambiente (Retema): derechos humanos y medio ambiente. Organizado por la Retema-Udelar, 13-14 de septiembre de 2017, Montevideo.
Toda la Mesa disponible:
Texto publicado sobre la conferencia:
Álvarez Pedrosian, E. (2018). El habitar como mediación ambiental: el diseño de nuestras prácticas entre el determinismo y la libertad. En Actas de las XV Jornadas de la Red Temática en Medio Ambiente (Retema): Derechos humanos y ambiente (47-50). Montevideo: Retema-Udelar - INDDHH-Poder Legislativo-Uruguay.
Nuestra propuesta está focalizada en la
investigación e intervención de las prácticas del habitar y los ambientes de
vida, y con ello intentamos aportar en la comprensión de lo territorial y los
procesos de subjetivación en general. A partir de la práctica etnográfica, del
conocimiento desde la inmersión y el distanciamiento simultáneos gracias al
extrañamiento antropológico, procuramos crear conceptos que sirvan en tal
sentido. Esas son las coordenadas epistemológicas de lo que vamos a tratar a
continuación.
Esta cuestión del habitar, como manera
de comprender la relación entre los factores humanos y no humanos que hacen a
los territorios y las territorialidades, es uno de los aspectos decisivos en el
horizonte contemporáneo. Cómo concebimos el ambiente, cómo tratamos de superar el
pensamiento dicotómico para ganar en complejidad y estar a la altura de los
fenómenos que acontecen cotidianamente. De esto depende la posibilidad de
proyectar y llevar a cabo otras políticas, otra gestión, poniendo directamente
en juego la cuestión principal o meollo de estos asuntos como se expresó en la
mesa anterior, el llamado cambio cultural. Siempre ese último resquicio, ese
último punto, que no es último en ningún sentido, pero es siempre lo que queda
como en suspenso.
Veamos una serie de conceptos,
dimensiones que yo les quería plantear, que tienen que ver con las perspectivas
disciplinarias, transdisciplinarias y, por último, relacionarlas de manera
ilustrativa con una de nuestras investigaciones que refieren a estos fenómenos.
Es muy famosa la conferencia de Martin
Heidegger en el año 1951 a la asociación de arquitectos y promotores urbanos
alemanes, en la época de la reconstrucción posguerra (Heidegger, 1994). Ahí
surge esta cuestión del habitar como concepto fundamental y recién en los
últimos años se está revalorizando. La propia concepción de lo humano, que la
antropología contemporánea pone cada vez más en problematización, está
planteada desde esta filosofía que trata, como él dice, de "destruir la
metafísica occidental". Es decir, que no quede ninguna esencia humana en
pie. Es complicado, porque ahí sí que se nos mueve completamente el piso. No
podemos recurrir a ninguna definición estable de lo que somos nosotros mismos. Sería
en ese nivel de radicalidad que se necesita reflexionar y conceptualizar.
¿Eso quiere decir que no existan
derechos humanos? Por supuesto que no. Tiene que ver con lo que planteaba Juan Faroppa
en su presentación, con una concepción procesual, en devenir, donde los
derechos cambian, porque cambia lo que somos nosotros mismos, como seres. En
definitiva, el ser es devenir, es proceso, es transformación. Eso sí, como él
también señalaba, no resulta positivo perder los que se conquistaron, no
tendría que haber marcha atrás en esto, lo que responde a la irreversibilidad
de dicho proceso.
La conferencia de Heidegger se llamaba
Construir, habitar, pensar (Heidegger,
1994). En un trabajo nuestro hemos propuesto un desplazamiento de la trilogía
conceptual a la de componer, habitar,
subjetivar (Álvarez Pedrosian y Blanco Latierro, 2013). Construir no solo
en términos materiales, sino componer la existencia. Habitar se mantiene como
el corazón de la cuestión y no solo se trata de pensar, se trata de cualquier
actividad que produzca subjetividad, de subjetivarnos, convertirnos en seres
que existen. En ese sentido, lo que las ciencias humanas y sociales han puesto
siempre sobre la mesa, es cómo los factores inconscientes, paralógicos,
afectivos y emocionales son incluso más importantes que los racionales, o por
lo menos complementarios (Guattari, 1996). Lo racional es la punta del iceberg
para entender las cosas. Muchas veces caemos en la falacia de creer que solo
con el razonamiento lógico alcanza para esto y no es así. Por eso es tan
difícil entender por qué a veces no se cambia la manera de habitar si se
transforman las condiciones materiales.
La composición que llamamos ambiente y
que nos incluye a nosotros mismos como habitantes, puede entenderse como un
diseño, un diseño existencial de "ambientes para la vida" (Ingold,
2012). Las prácticas involucradas son las del diseño de nuestros
espacio-tiempos, incluyendo las entidades que lo pueblan. Esto tiene tanto que
ver con el ambiente antiguamente concebido como más natural, como con el
ambiente urbano, el del interior de las viviendas, los entornos virtuales en el
ciberespacio. Se multiplican las diferentes dimensiones espacio-temporales
entrecruzadas. En los momentos de los años noventa del siglo pasado, en la
posmodernidad más en general a otra escala, las ciencias humanas y sociales
redescubrieron el territorio para decretar su fin, según los propios términos
de Haesbaert (2011). Como muchas modas, rápidamente se hablaba del fin de los
territorios. Todo se hace cada vez más complicado y más complejo, más que
desaparecer sin más.
El habitante se proyecta en el tiempo
y el espacio produciéndose en su historicidad (Heidegger, 1994). Los
planificadores proyectan, las autoridades proyectan, pero la vida no para y van
dándose síntesis particulares para cada entidad en cuestión, en cada
acontecimiento. Entender cómo se sigue viviendo con esos distanciamientos
proyectivos que afectan en lo real y que jamás están del todo afuera, es
fundamental. "La forma de las cosas" al decir de Flusser (1994) en
relación al diseño, está inherentemente implicada en las materialidades reales
y potenciales que se pueden alcanzar. No hay moldes aislados de las materias
que imprimen, sino prácticas y haceres que se materializan en forma gradual y
cualitativamente diferente así como se desmaterializan (Deleuze y Guattari,
1997).
Desde la arquitectura hay también una
cuestión que me parece importante y toca otra de las famosas dicotomías, que es
la de lo material versus lo simbólico. Las materialidades siempre son
expresivas, no son materialidades a secas (Guattari, 1996). Se trata de formas
de vida que se expresan, se comunican, y con ello son, a partir de "tramas
mediacionales" (Álvarez Pedrosian, 2016). Resulta necesario romper
nociones de tipo evolucionista al respecto: no se comenzó con las piedras, con
las cosas duras, sino que con el ornamento, las telas, nuevamente, las
texturas. En tal sentido: "la historia de la arquitectura resulta,
entonces, la historia de las tecnologías ornamentales, entendidas como
mecanismos de comunicación" (Wigley, 1994, p. 255). Imaginen que esto se
aplica a toda forma de vida, a todo espacio-tiempo modelado como ambiente.
Incluso el espacio y el tiempo de nuestras prácticas con el que se entreteje el
ambiente, no son coordenadas neutras, sino resultado de acontecimientos y
formalizaciones que sí se reproducen social y culturalmente a partir de
estructuras de poder.
Uno cae muchas veces en la ilusión de
ver las cosas fijas y creer que todavía la materialidad es eso que uno toca y
es fuerte, pero todo no para de moverse y estar en proceso, en conflicto y/o
diálogo dependiendo de las relaciones de poder y las subjetividades
involucradas. Delgado (1999) caracteriza a lo urbano como una estructura en
constante estado de transición, "estructurándose" siempre según
"materiales perecederos" (Delgado, 1999, p. 25). Lo mismo se aplica
para cualquier tipo de ambiente, en diferentes grados, niveles y según agentes
específicos. Ser o no consciente de estar actuando en tal sentido, estar o no
organizado según estrategias deliberadas, dejarse llevar por el fluir de los
acontecimientos del habitar cotidiano más irreflexivo, son diferentes
modalidades coexistentes, cada cual importante en sus propios términos,
definitorias de los ambientes, nuestros derechos y obligaciones como sujetos
habitantes. Foucault (2002) nos invitaba a llevar a cabo una práctica
histórico-crítica de investigación e intervención en tanto "ontología del presente
o de nosotros mismos". A diferencia de la concepción de la metafísica
occidental del ser humano como algo esencial, nos planteaba estudiar los "modos
de problematización" que se presentan en cada circunstancia. Los
colectivos y movimientos sociales centrados en la gestión, lucha y conquista de
los ambientes sustentables, llevan a cabo formas de problematización sobre estos
y las maneras de habitarlos. Las concepciones, prácticas y materialidades en
juego pueden ser consideradas en función de estas creaciones críticas, pues es
allí donde estás las posibilidades de nuevas formas de existencia: qué nos
muestran, qué nos hacen concebir y valorar, qué nuevas prácticas conllevan y
cómo repercute en lo que somos nosotros mismos y los demás seres y entidades.
En el contexto de intervenciones
urbanas llevadas a cabo por el Plan Juntos, procuré trabajar en los efectos
posibles y reales en las formas de habitar a partir de los cambios en el
ambiente. Territorios en plena transformación, gracias a prácticas que se basan
en la auto-construcción de los habitantes, políticas en vivienda social y otras
esferas críticas, son el ámbito propicio para investigar sobre la creatividad
humana puesta directamente en juego en la construcción del espacio-tiempo que
pasa a habitar, condición básica de su existencia. Con ello, busqué aportar al
proceso mismo de la intervención social con miras a enriquecer y mejorar las
prácticas y sus resultados. El arroyo Pantanoso concentraba las gran cantidad
de intervenciones en el Gran Montevideo. Escogí dos casos para ponerlos a
dialogar: barrio Amanecer en Cerro Norte - La Paloma y la emblemática Cachimba
del Piojo hacia el lado de La Teja.
Las concepciones sobre el paisaje, el
entorno, sus seres y entidades, los cambios provocados por una vivienda nueva
en las prácticas cotidianas y lo que va generando en la subjetividad de los
involucrados, se asocia directamente con dicha materialidad y su forma, en el
diseño que se expresa en los agenciamientos (Deleuze y Guattari, 1997), qué
habilitan o no ciertas prácticas, qué disponen y de qué maneras. Estas
prácticas de un nuevo habitar traen estilos y maneras de hacer (De Certeau,
2000) desde cada una de las trayectorias de vida de los habitantes, de las más
tempranas a las que fueron sumándose y reconfigurándolo. Poderlas conocer es
indispensable para poner en evidencia la lógica de recomposición en cuestión
(que podemos llamar adaptación, pero entendiendo lo profundamente activa que es
la dinámica), sus efectos concretos y sus potencialidades.
Nuevos futuros posibles se abren,
posibilidades de transformaciones profundas en uno mismo y los seres más
queridos, algo por demás intenso y delicado. ¿Solo a los que están en
situaciones de precariedad hay que exigirles este involucramiento? (Kaplún,
2010). ¿Por qué siempre "los pobres" tienen la obligación de
participar y se les exige que, además de trabajar, criar a sus hijos, encargarse
de sostener un hogar, tengan horas y energía para participar activamente en las
bases de su entorno y habitar? Los sectores medios parecen quedar tranquilos, las
élites ni hablar: se paga y ya está todo resuelto, de hecho siempre
momentáneamente. Tener una visión integral del territorio implica esto también:
el sufrimiento y la angustia tienen muchas caras y las urbanizaciones cerradas
por ejemplo, los "barrios privados" no son una solución, ni para quienes
residen en ellos ni para el resto.
Referencias bibliográficas
Álvarez
Pedrosian, E. Crónicas de un nuevo
habitar. Producción de subjetividad urbana entre las mediaciones de un plan
socio-habitacional. Montevideo: CSIC-Udelar. (En prensa)
Álvarez Pedrosian. E. (2016). Las tramas socio-territoriales en las que habitamos: aportes para pensar la
composición urbana en clave comunicacional. Informatio,
21 (2), 69-87. En http://informatio.eubca.edu.uy/ojs/index.php/Infor/article/view/189
Álvarez
Pedrosian, E. Blanco Latierro, M. V. (2013). Componer,
habitar, subjetivar. Aportes para la etnografía del habitar. Bifurcaciones. Revista de Estudios
Culturales Urbanos, 15. Disponible en:
http://www.bifurcaciones.cl/2013/12/componer-habitar-subjetivar/
De
Certeau, M. (2000) [1990/1980]. La invención de lo
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Deleuze, G. Guattari, F. (1997) [1980] Mil mesetas.
Capitalismo y esquizofrenia
II. Valencia:
Pre-textos.
Delgado, M. (1999). El animal público. Hacia una antropología de
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Flusser, V. (2002) [1999]. Filosofía del diseño: la forma de las cosas.
Madrid: Síntesis.
Foucault, M. (2002) [1984]. ¿Qué es la Ilustración? En Foucault, M. ¿Qué es la Ilustración? (81-108).
Córdoba (Arg.): Alción Editora.
Guattari, F. (1996) [1992]. Caosmosis.
Buenos Aires: Manantial.
Haesbaert, R. (2011) [2004]. El
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Ingold, T. (2012). El diseño
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Montevideo: SCEAM-Udelar – Trilce.
Kaplún, G. (2010) La participación ya no es lo que será.
Discursos y prácticas de participación
y comunicación entre el siglo XX y el XXI. En Thornton,
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(eds.). Usos y
abusos del participare (209-228). Buenos Aires: INTA.
Wigley, M. (1994). La
deconstrucción del espacio. en Fried Schnitman, D. (comp.), Nuevos paradigmas, cultura y subjetividad (235-264). Buenos Aires - Barcelona - México:
Paidós.
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